Pedro Hermida
Tenerlo dentro
Mi queridísimo hermano mayor, al que debo tanto y no solo dinero, tiene una frase muy divertida para cuando alguien va vestido como un mamarracho: "no tiene un amigo que le aconseje". Pues eso pienso al ver, al oír a César Mosquera hoy en el pleno del Concello de Pontevedra. Ni un amigo leal y sincero tiene, el pobre.
De entrada, para tratar de parar el tránsito de vehículos por la calle Peregrina ha instalado unos bolardos espantosos y pretende que lleguen al invierno. Como si el problema fuesen los coches y no las motos, pardiez. Unos bolardos que no nos gustan a nadie; lo tengo yo hablado con todo el pueblo. Pregunte, pregunte por ahí, si quiere: a nadie nos gustan esos bolardos.
Y ahora, para rematar, me dicen unos amigos que se ha sacado de la chistera un falso dilema conforme regular adecuadamente los locales de ocio nocturno y conceder licencias de actividad en la zona vieja implica atraer de nuevo a los drogadictos de los años ochenta y noventa. Ante las cámaras lo ha dicho.
Podría sentarme a analizar con seriedad tal argumento si no fuese porque la realidad es cruel y bien se encarga de contradecir al bueno de César: el problema de los drogadictos (usando sus mismos términos, sorprendentes para quien se dice de izquierdas) y de las personas sin hogar ya lo tiene dentro, en el peor brote en décadas, sin que el BNG se haya ocupado del problema, siendo su responsabilidad. Y no es un problema ligado al ocio nocturno, actividad económica a la que se le denuesta con argumentos falaces, ahí es nada.
Como no podía ser de otro modo, ya ha salido ad cautelam Nipper a por su piensito, defendiendo este argumento, esta falacia lógica que chirría a cualquier niño de primaria. En esas lleva unos días tratando de zaherirme de un modo tan pueril que echo de menos el debate con quien tenga claridad en la prosa y no clarete. Ambicioso que es uno, yo soñaba con que mi columna generase polémicas que diesen lugar a agudas pullas como la que le dedicó Rubén Darío a Pío Baroja, que regentó durante una época la panadería Viena Capellanes, cuando dijo de él que era "un escritor de mucha miga". Tendré que conformarme. Eso sí, que me llamen lo que quieran (soy abogado y mi hobbie es la política: vengo llorado de casa) pero nunca azul, no me esperen en flores de ese color, ni claras, ni oscuras.
En el fondo la cuestión no esconde que nuestro César (Mosquera) sí es ambicioso: pretende sojuzgar, a base del comprensible miedo a una inspección administrativa de efectos aplastantes, a los locales de ocio y así gobernarlos a todos. Es un proceder muy habitual (Madrid capital es el epítome), pero no por ello menos censurable, lo haga quien lo haga. La definición de la inseguridad jurídica. Pero claro, eso implica que el hecho de que la zona vieja de Pontevedra esté cada vez más vacía, más depauperada, con calles definitivamente abandonadas, sin inversión, sin proyecto, con locales literalmente pudriéndose, claramente a las antípodas de la vibrante vida de otras zonas viejas cercanas… todo ello sea falta de César. Y será un mal que le sobrevivirá.