Contradicciones horarias y el tráfico de sus teléfonos pusieron sobre la pista de los detenidos del crimen de Chancelas
Por Natalia Puga
El amigo que el domingo 2 de febrero llevó a Secundino P.A. desde la discoteca La Luna a su vivienda de Chancelas dijo que lo había dejado en casa a las 22.20 o 22.30 horas. Sin embargo, su cuidadora, Albertina T.F., y la amiga de ésta y limpiadora del hogar del fallecido, Rocío G.G.. aseguraron que a las 00.00 horas, cuando llamaron al 112 alertando de que estaban robando en la casa, el hombre todavía no había llegado. Fue la primera contradicción y error en la versión de las dos mujeres que hizo saltar las alarmas de los investigadores para enfocar hacia ellas las indagaciones por el crimen.
Son datos que se van conociendo poco a poco ante la apertura del secreto de sumario y que resultaron claves en la investigación que este lunes 10 de febrero terminó con la detención de ambas mujeres en sus casas de Vilalonga y Noalla (Sanxenxo) y de su presunto colaborador y pareja sentimental de Albertina, Belarmino G.P. por presuntamente haber matado a golpes de una sartén, un bastón y una piedra al octogenario Secundino P.A. para quedarse con su herencia, de la que era heredera su cuidadora desde el lunes anterior.
Los investigadores sitúan un espacio de tiempo de una hora y media entre que Secundino P.A. llegó a casa y el momento en que su cuidadora y la chica a la que había contratado para limpiar unas horas al día dieron la alerta del presunto robo en la vivienda. Concretando más, fuentes consultadas incluso matizan que el hombre habría muerto unos 45 minutos antes de que se produjese esa llamada de socorro.
Lo que pasó en ese tiempo se desconoce con seguridad, pues tan sólo Rocío G.G. dio su versión de los hechos en la Comandancia de la Guardia Civil durante los dos días y medio que estuvo detenida antes de pasar a disposición judicial e ingresar en prisón (Albertina también está en la cárcel y Belarmino, en libertad provisional). En el juzgado no quiso declarar nada más que para confirmar a su abogado sus antecedentes por problemas psicológicos.
Según la versión de Rocío G.G., el fallecido llegó a entrar en la vivienda y tomó un café con leche con bizcocho
Atendiendo a la versión de los hechos que ella aporta, el fallecido llegó a entrar en la vivienda y tomó un café con leche con bizcocho, pero unos minutos después su cuidadora y su limpiadora le invitaron a salir a la calle para tomar algo en un bar. No salieron del recinto de la casa, pues antes supuestamente ya le golpearon hasta darle muerte mientras él gritaba y pedía ayuda. Los 45 minutos siguientes los habrían destinado a fingir que alguien había entrado a la fuerza en el domicilio, para lo que forzaron la entrada a la cocina y desordenaron el interior. Previamente ya se habían llevado un robot Thermomix y un taladro que luego aparecieron en los registros de sus domicilios.
Antes de todo eso, Secundino P.A. habia estado en la discoteca La Luna, donde le sitúan diversos testigos, fotos y las cámaras de seguridad. Sus presuntas asesinas tampoco habían estado en la casa toda la tarde, pero sí varias horas. A las 18.00 horas habían estado en el funeral por la muerte de la madre de Albertina y luego llevaron a unos familiares hasta Portonovo, regresaron a casa y tuvieron más de dos horas para supuestamente preparar la muerte de su jefe.
El juez autorizó pedir datos a las compañías telefónicas sobre el tráfico de llamadas de los sospechosos
Los investigadores encontraron contradicciones importantes que les hicieron sospechar y pidieron al juez instructor autorización para analizar el tráfico de llamadas de sus teléfonos móviles desde la noche de ese domingo hasta la mañana del día siguiente. En esas llamadas podría haber alguna prueba que apunta al otro detenido como colaborador.
No se han concretado las pruebas que hay contra Belarmino G.P., pero sí que podría estar al tanto de los planes de las dos mujeres. El hombre tenía una doble vida en la que pasaba el fin de semana con su mujer en Monte Porreiro y la semana con Albertina T.F., de tal forma que durante cinco días de la semana anterior habría estado durmiendo en la casa del fallecido mientras su pareja le cuidaba.
El día del crimen, domingo, estuvo en un bar de Monte Porreiro viendo el partido del Real Madrid y el Athetic Bilbao, luego se tomó un whisky y fue a dormir con su mujer a Monte Porreiro, pero durante la noche y madrugada pudo recibir una llamada de Albertina. Ya a las 5.00 horas se levantó, vistió un traje de camarero y le dijo a su esposa que se iba a trabajar, pero se dirigió a Vilalonga, a la casa de su otra compañera.
Belarmino G.P. podría estar al tanto de los planes y acciones de las otras dos detenidas
Para llegar allí pasó delante de la casa de Chancelas en la que ya había aparecido el cuerpo de Secundino y que estaba custodiando la Guardia Civil. Pasó muy despacio y los agentes incluso le pararon, pero siguió hacia Sanxenxo. Avanzada la investigación, este comportamiento sembró la duda, pues se presupone que el comportamiento lógico habría sido ir a la casa de Chancelas en la que se había quedado a dormir su pareja en noches previas, él no tendría por qué saber que ella ya no estaba allí. Máxime cuando su pareja asegura que esa noche no hablaron (algo que podrían contradecir el análisis de llamadas autorizado por el juez Xermán Varela, que no llegó a autorizar pinchazos telefónicos).
Los investigadores también comprobaron que sus primeros sospechosos, las personas que en noviembre supuestamente asaltaron a Secundino en su casa, tienen coartada para esa noche. Uno de ellos sigue en prisión provisional en A Lama y los otros dos estuvieron acompañados y se puede comprobar su versión.
Un dato que ha salido a la luz es que Rocío G.G. no era, en realidad, cuidadora del fallecido. La había contratado el martes previo para ir a limpiar a la casa y había acudido ese martes, el jueves, el sábado y ese domingo por la tarde-noche, pero ya no para la limpieza general que le habían contratado, sino para dormir con su amiga, que, según ella, tenía miedo porque se quedaba sola en casa mientras Secundino se iba a La Luna y Belarmino con su mujer. Tan sólo Albertina estaba contratada como interna.
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