Un juicio, dos versiones de una misma pelea y muchas contradicciones
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
El 11 de febrero de 2012 de madrugada una patrulla policial realizaba un servicio habitual de prevención de la seguridad ciudadana por el casco histórico y, cuando pasó por la calle San Sebatián, vio "un montón de gente a gritos". Los agentes se acercaron y los presentes les contaron que "se habían pegado". En ese momento identificaron a tres personas, de los que uno tenía un ojo morado, otro se presentó como testigo de lo ocurrido y el tercero era el dueño de un local de ocio situado a pocos metros. Aquel incidente llegó este martes a juicio en la Audiencia Provincial de Pontevedra. El hombre con el ojo morado figuraba como víctima de una agresión; el que en su momento se presentó como testigo estaba en la sala también como víctima de una agresión; y el dueño del local era un testigo más. En el banquillo de los acusados se sentaba J.M.S., un joven pontevedrés que en aquel momento no fue identificado en el lugar de los hechos, pero a quien los otros dos jóvenes, las presuntas víctimas, acusan de haberles pegado.
Por la sala de la Sección Cuarta de la Audiencia pasaron el acusado, sus presuntas víctimas, los amigos y esposas de estos últimos, peritos y los policías que acudieron tras la agresión. Como balance de esos testimonios, han salido a la luz ante el tribunal contradicciones entre las declaraciones de unos y otros, versiones contrapuestas de lo ocurrido y muchas dudas que ya habían llevado a la Fiscalía a no presentar acusación contra J.M.S.. Sí hay dos acusaciones particulares que piden que sea condenado a cinco años de prisión por delitos de lesiones con deformidad.
El acusado reconoce que esa noche estuvo en un local de ocio y, cuando salió y estaba despidiéndose de sus amigos para irse para casa, vio que un joven quería entrar y "estaba insultando" porque no le dejaban, de modo que le dijo "no es para tanto". El otro individuo se dio la vuelta, "me pegó un un empujón" y, cuando quiso incorporarse, otros dos le sujetaron por detrás. Primero se tapó la cara y luego "intenté soltarme", de modo que reconoce que es posible que le diese un codazo a la persona que le sujetaba por detrás, pero "nunca" le dio un puñetazo y "para nada" golpeó al otro individuo que estaba discutiendo en la puerta.
Esta versión de lo ocurrido difiere radicalmente de lo que cuentan los otros implicados. El primero de ellos cuenta que, efectivamente, no le dejaban entrar en el local y estaba insistiendo cuando salió el acusado y le dijo "tú aquí no entras". A continuación,, "me dio un empujón" y "me golpeó" con el que "me partió la cara literalmente"antes de que un amigo se lo sacase de encima. No vio qué ocurrió después ni quién pegó a su amigo, solo que vino la policía y luego una ambulancia que le llevó al hospital.
La fiscal del caso y el abogado del acusado sacaron a colación que en ese momento él dio a la Policía que le habían pegado el dueño y el portero del bar, pero él sacó importancia a esa contradicción asegurando que "no había visto en mi vida" a la persona que le agredió y pensaba que era el dueño del bar y que es posible que la la Policía "interpretase mal" que él decía que eran dos personas, cuando solo fue un agresor.
El segundo lesionado coincide en su versión con la de su amigo, pero reconoce que no vio que el acusado le pegase, sino solo que estaba sobre él y hubo que separarles. Sí relata que, cuando le sujetó para apartarlo del herido, "se giró y me golpeó en la mandíbula". Justo después, le separaron y él asegura que dijo a los policías que fueron al lugar quién le había pegado, pero eso no aparece en el atestado policial.
Las esposas de los dos agredidos y varios amigos confirmaron ante el tribunal su versión de los hechos, so bien todos reconocen que no vieron en primera persona la agresión, sino solo las consecuencias y que los amigos del presunto agresor tuvieron que sujetarle porque estaba "muy agresivo" y "se echaba a ellos". Ahora será el tribunal de la Audiencia el que determine qué ocurrió.