Confiesa que mató a un amigo y lo congeló descuartizado, pero con matices: "Fue un empujón, él cayó y se golpeó la cabeza"
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
José Antonio Frutos Ayala confesó este lunes ante la Audiencia Provincial de Pontevedra que en el 22 de marzo del año 2014 mató y descuartizó a José Jesús Isasis González, un empresario de Nigrán con antecedentes por narcotráfico y con quien mantenía una amistad. Posteriormente, lo guardó en un congelador en su piso de Ponteareas durante tres meses, hasta que en junio de ese año fue localizado por la Guardia Civil y él huyó a Portugal otros seis meses más. Su confesión y la de su supuesto encubridor, David Pumares Abal, se produjeron ante un jurado popular que deberá dirimir sobre la culpabilidad de ambos y que se reanudará este martes con la declaración de testigos, forenses y peritos.
La Sección Cuarta de la Audiencia había reservado cuatro días para la celebración del juicio, pero previsiblemente terminará ya este martes, pues la confesión de ambos acusados ha llevado a la Fiscalía a alcanzar un pacto con las defensas por el que rebajará su acusación y la petición de condena.
El juicio tiene que celebrarse porque se sigue por el tribunal del jurado y, en este tipo de procedimientos, no se pueden firmar acuerdos de conformidad que eviten la celebración de la vista, sino que es obligatorio que se celebre en los casos en los que los acusados se enfrentan a una pena superior a seis años. En este caso, Frutos Ayala se enfrenta a 16 años de prisión por un delito de asesinato y David Pumares a dos por encubrimiento.
El fiscal del caso, Juan Sagredo, ha explicado que está dispuesto a rebajar la acusación a homicidio y también la petición de condena, pues el Código Penal establece que este delito puede ser penado con entre 10 y 15 años. Sin embargo, esperará a formalizar este cambio de acusación a que avance el juicio y pasen ante el tribunal peritos y testigos. Su intención es, de todas formas, que todo termine en el menor tiempo posible y "que se imparta justicia y rápido".
Para no complicar el procedimiento, tanto el fiscal como las defensas y la acusación han optado por renunciar a la mayor parte de los testigos y peritos citados en este procedimiento y también por acortar el interrogatorio de ambos acusados, que se limitó a las preguntas del fiscal y se prolongó durante pocos minutos.
A preguntas del fiscal, Frutos Ayala reconoció que salió de fiesta esa noche con el fallecido y al regresar a casa ya por la mañana empezaron a discutir y le mató. Sin embargo, imprimió matices al relato de los hechos al explicar que "fue una discusión, fue un empujón, él cayó y golpeó la cabeza con el borde de la cama". Tras ese primer golpe, reconoce que le dio varios más, aunque sin indicar con qué objeto y explicando que lo hizo "para que no sufriese, porque para mí ya estaba muerto".
Tras esos golpes y, cuando ya estaba muerto, reconoció que lo ocultó en una habitación pequeña, cortó el cuerpo y lo ocultó en un congelador. En la sala no aportó más detalles, pero el fiscal en su escrito de acusación inicial había indicado que dos días después compró un arcón congelador en el Eroski, lo llevó a su domicilio y, para que el cadáver cupiese en el interior, con una radial le cortó la cabeza y ambas piernas a la altura de la rodilla. Lo metió dentro y cerró con una cadena y un candado, residiendo en el domicilio hasta el 6 de junio.
El acusado también reconoció que tiempo después llamó a su conocido y subordinado en su empresa David Pumares, le contó el crimen y él le dejó un vehículo para que pudiese huir a Portugal, donde estuvo hasta el mes de noviembre, cuando había una orden internacional de búsqueda sobre su persona y él decidió regresar y confesar.
El co acusado también reconoció que Frutos Ayala le llamó, le contó el crimen y le prestó su coche. Su declaración se limitó a monosílabos de confesión y también la de la única testigo de la jornada de este lunes, una familiar lejana del fallecido que acreditó que éste tenía esposa y dos hijos y, antes de salir de la sala, desoyó las indicaciones de la magistrada que preside el tribunal para preguntar al principal acusado: "Sólo quería preguntarle por qué". La jueza no dejó que continuase y no hubo respuesta.
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