Un exempleado del Banco Santander acepta dos años de prisión por apropiarse de 390.000 euros
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Un antiguo empleado del Banco Santander ha aceptado este martes cumplir dos años de prisión y seis meses de multa por haber ideado un plan para quedarse con casi 390.000 euros de clientes de la entidad. Se sentó en el banquillo de los acusados, reconoció los delitos de apropiación indebida y falsedad en documento mercantil y asumió la pena de cárcel, si bien no llegó a un acuerdo sobre su responsabilidad civil en estos hechos.
El hombre, Ángel B.S., se enfrentaba inicialmente a cuatro años de prisión, una multa de 1.800 euros y la obligación de reintegrar a la entidad financiera los 390.000 euros de los que se apropió. Finalmente, alcanzó un acuerdo con la Fiscalía por el que asumió la responsabilidad penal de los hechos, pero fue imposible un acuerdo en la vía civil.
La pena se vio reducida porque se le aplicó la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas, pues los hechos ocurrieron hace un mínimo de cinco años y no se juzgaron en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra hasta ahora. Se había señalado para finales de 2017, pero fue necesario suspenderlo y se retomó este martes.
El juicio se celebró finalmente, pero tan sólo para dilucidar esa responsabilidad civil en la que no hubo acuerdo. En la vista, el acusado indicó que aún no ha devuelto el dinero de la entidad bancaria con el que se quedó de forma irregular porque "económicamente no podía", pues actualmente sus únicos ingresos son el subsidio por desempleo, 426 euros al mes.
El acusado era gestor de clientes en varias oficinas del banco y desde una sucursal situada en la ciudad de Pontevedra diseñó un entramado encaminado a quedarse "ilícitamente" con dinero de determinados clientes utilizando varias modalidades de actuación.
La mayor parte del dinero, casi 273.000 euros, lo sustrajo a través de diferentes operaciones en fondos de inversión a nombre de un cliente, entre 2001 y 2010, al que llegó a vaciar completamente sus cuentas bancarias y, para mantener el engaño, falsificaba los extractos.
Otro de los métodos, que le permitió quedarse con unos 90.000 euros lo aplicó entre agosto de 2010 y febrero de 2012, al realizar movimientos en las cuentas de seis clientes para distraer dinero "para quedárselo él" y sin contar con la autorización o consentimiento de los titulares de las cuentas.
Otra de sus acciones fue hacerse con hasta nueve tarjetas de crédito -entre los años 2001 y 2010- haciendo constar en la documentación que los solicitantes eran familiares suyos, entre ellos su esposa, su madre, su hermano o sus suegros. Todos ellos desconocían de la existencia de las tarjetas, ya que eran remitidas por el banco a un apartado de correos que controlaba el acusado o bien a la propia sucursal en la que trabajaba, abriendo una cuenta asociada a cada una de ellas. Se habría apropiado de esa manera de otros 28.000 euros.