Dosi Rodríguez, tres décadas persiguiendo su vocación de ayudar al ciudadano desde la Guardia Civil
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Este año 2018 se cumplen tres décadas desde que Dosi Rodríguez se lanzó a la aventura que le permitió seguir su vocación y cambió su vida para siempre. Su timidez y modestia nunca le llevarán a expresarlo así, pero se cumplen también treinta años del momento en que su valentía la convirtió en pionera y en pieza clave de un cambio social que aún tiene mucho camino por andar, pero que, gracias al esfuerzo de mujeres como ella, acerca a todas las demás a una sociedad más igualitaria.
Dosi Rodríguez es pontevedresa, madre, hija, esposa, amiga, compañera y guardia civil, pero no una cualquiera, sino una de las 197 primeras mujeres que ingresaron en la Guardia Civil. Lo hicieron en el año 1988, pocos meses después de que un 22 de febrero se aprobase el Real Decreto Ley que permitió por primera vez que las mujeres tuviesen acceso a las pruebas de selección para la institución y se cambiase para siempre la historia del Cuerpo.
Esas 197 valientes están este año de celebración y desde principios de año se suceden los homenajes y ellas mismas se han unido, tienen un grupo de WhatsApp en el que están todas y han organizado una comida de reencuentro el próximo 27 de octubre en Madrid.
De esas 197 mujeres, tres están destinadas en la actualidad en la provincia de Pontevedra, donde Dosi es la más veterana, pues lleva ya 27 años con destino en la Comandancia, tras un breve paso de dos años por A Veiga y uno en Nogueira de Ramuín. Como la más antigua, este 12 de octubre, con motivo de la celebración de la patrona de la Guardia Civil, la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba, le entregó un tricornio representativo y el coronel jefe de la Comandancia, Jorge González, le rindió homenaje "en señal de gratitud hacia todas las guardias civiles de la Comandancia".
Ella vive cada uno de estos momentos con emoción y, desde su despacho en la Comandancia Pontevedra, donde lleva una década en la Oficina Periférica de Comunicación, se le ilumina la cara cada vez que recuerda aquellos primeros pasos que le permitieron encaminar su futuro. Tenía 24 años y aquel Real Decreto "para mí fue la oportunidad que pensé que nunca iba a tener y que, en cuanto la vi delante, no dudé en lanzarme a la aventura".
Lo suyo es vocacional. Dosi procede de una familia muy ligada a los uniformes. Su padre y su hermano eran guardias civiles y el resto de hombres de su familia estaba en las Fuerzas Armadas, de modo que siente que "yo tenía la vocación, en casa lo vivía de pequeñita" e insiste en que "servir a la sociedad y ayudar al ciudadano era mi meta y mi ilusión".
Pudo cumplir esa ilusión, pasó las pruebas y se encontró en la Academia de la Guardia Civil de Baeza (Jaén), dónde todavía quedaba mucho por caminar, pues se trataba de unas instalaciones preparadas únicamente para los hombres que hubo que ir adaptando sobre la marcha. De todos los edificios, uno se habilitó para los vestuarios y dormitorios de las mujeres y empezó un curso en el que poco a poco empezó un proceso de adaptación que asegura que hoy en día está totalmente superado y normalizado.
De sus instructores de entonces recuerda que eran "cordiales dentro de la disciplina que existe en un centro" como aquel y de sus primeros años de servicio sacó anécdotas muy vinculadas a la extrañeza que generaba en el conjunto de la sociedad ver a mujeres con uniforme. "Los primeros años, los servicios de puertas los hacíamos con falda y zapato de tacón. Entonces, claro, la gente estaba muy extrañada cuando nos veía. Pasaban los vehículos delante de la puerta, me veían y, una vez que pasaban, daban marcha atrás para cerciorarse de que habían visto una mujer Guardia Civil. Era muy curioso, sí".
Treinta años después esa extrañeza ya es historia y ha habido muchos cambios en la institución, pero a Dosi no le gusta separarlos de la evolución que se ha vivido en otros órdenes de la sociedad, sino que ha evolucionado en paralelo y "yo creo que siempre en positivo". A día de hoy, en España hay 5.000 mujeres, alrededor del 7% del total de efectivos de la Guardia Civil. En Pontevedra, el porcentaje es justo el mismo, 101 en plantilla, el 7% del total.
La incorporación de aquellas primeras 197 valientes, entre las que se encontraba Dosi, generó cambios en el propio instituto armado. Uno de los primeros fue que desapareció la figura de las matronas, mujeres viudas o huérfanas del Cuerpo que asumían tareas como los registros y cacheos que era necesario hacer a otras mujeres por diversas circunstancias y que no podían asumir hombres. "A partir de que nosotros entramos en el año 88, ya empezamos a hacerlos nosotras. Registros, cacheos... como el resto de los compañeros". Además, experimentó que "para muchas mujeres fue un alivio tener con quién hablar de determinados temas".
Prácticamente en todas las especialidades de la Guardia Civil hay mujeres, pero en estas tres décadas su papel ha sido crucial en algunas de ellas, como en la creación de unidades como los Equipo de Mujer-Menor (Emume), donde las guardias tienen "especial protagonismo" y ofrece "un trato más cercano con las víctimas y con los menores".
A nivel personal, el camino no ha sido fácil y no le han sido ajenas las dificultades de conciliación que la mujer encuentra en todos los ámbitos profesionales. Para ella, fue "en términos generales, bien, pero con algunos matices". Hasta que formó una familia, no resultó complicado, pero, cuando nacieron sus hijos, y dado que su marido también es guardia civil, llegaron los problemas de horarios y "necesitamos y contamos con la ayuda de mi familia, que siempre está ahí".
"El mayor inconveniente yo lo vi desde el punto de vista familiar, que son los perjuicios que suponen los cambios de destino que conllevan los sucesivos ascensos a los que nos podemos presentar", explica Dosi. Llegado este momento, ella y su marido "lo solucionamos tomando una decisión personal que fue la de abandonar la línea de ascenso en beneficio del bienestar de nuestros niños". Siempre lo tuvieron "clarísimo" desde hace 27 años: "No vamos a ascender porque queremos formar una familia, no nos queremos mover ni queremos andar de paseo con ellos. Lo teníamos muy claro, era primordial".
Dosi asegura que nunca ha tenido ningún tipo de problema o trato diferente por ser mujer dentro del Cuerpo, pero también reconoce que en estas tres décadas ella tampoco se ha dormido en los laureles y se ha esforzado al máximo para cumplir con la hoja de servicios. "Hay una cosa clarísima, yo sabía que me estaban mirando con lupa siempre, entonces, toda la vida he ido dando pasos con mucho cuidado", explica, "siempre he intentando estar a la altura, siempre he intentado dar de sí y que nadie me tuviera que decir nada. Lo he llevado muy bien, pero siempre he tenido mucho cuidado porque sabía que me estaban mirando con lupa".