Cuatro años de prisión por abusar de la hija de diez años de una amiga
Por Natalia Puga & Cristina Saiz
Un pontevedrés aceptó este jueves cumplir cuatro años de prisión y otros cinco años de libertad vigilada como autor de un delito continuado de abusos sexuales por abusar de la hija de diez años de una amiga.
Los hechos ocurrieron en la ciudad de Pontevedra en el año 2015, pero no llegaron a juicio en la Audiencia Provincial hasta este jueves. En todo caso, no llegó a celebrarse la vista oral, sino que todo se zanjó con un acuerdo de conformidad entre las partes que evitó la celebración del juicio y supuso una reducción de la condena.
La Fiscalía de Pontevedra pedía inicialmente una pena de doce años de prisión, pero la redujo a cuatro al aplicar dos circunstancias atenuantes: dilaciones indebidas -la instrucción se prolongó entre 2015 y 2019- y reparación del daño. Esta última se aplicó porque el hombre se comprometió a pagar la responsabilidad civil a la que será condenado: 30.000 euros.
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra condenará con su conformidad al acusado a esos cuatro años de prisión y le impondrá también la prohibición de aproximarse a menos de 300 metros de la víctima, de su domicilio o lugar de estudio o de trabajo o de cualquier otro en el que se encuentre, así como la de comunicarse con ella durante 15 años.
Todo el proceso este jueves se realizó a puerta cerrada y sin divulgarse los datos identificativos del acusado y de la víctima en aplicación del Estatuto de la Víctima del delito, en atención a la naturaleza sexual de la imputación y para no afectar a la intimidad e indemnidad sexual de la víctima, con el objetivo de impedir que de forma directa o indirecta pueda facilitarse la identidad del menor y se produzca una segunda victimización.
El acusado reconoció los hechos de los que le acusaba la Fiscalía, que ocurrieron a partir de que en el año 2014 trabase amistad con la madre de la menor. Poco a poco fue ganándose la confianza de la madre y de sus dos hijas menores, hasta el punto de que en alguna temporada en la que él no tenía lugar donde dormir, le permitieron que pasae la noche en el domicilio familiar, situado en la ciudad de Pontevedra.
En el mes de septiembre, el acusado alquiló un piso en Pontevedra y veía con relativa frecuencia a madre e hijas. Al menos a partir de los primeros días de abril de 2015, tenía tanta confianza con la menor de las hijas, que tenía 10 años, que la niña comenzó a quedarse a dormir en la vivienda del acusado, primero de forma esporádica y luego de forma más continuada. Llegó a tener su ropa guardada en los armarios del piso.
Como en la casa sólo había una cama, dormían los dos juntos y, aprovechando el sentimiento de afecto que la niña tenía hacia él, el acusado, movido por la intención de satisfacer sus deseos sexuales, comenzó a efectuarle tocamientos, incluyendo al menos una penetración parcial. En varias ocasiones, el procesado ponía películas de contenido pornográfico en una tablet y las veía en compañía de la menor. Varias veces le mostró cómo debía hacer para masturbarle o realizarle felaciones.
Estos hechos se repitieron hasta los primeros días del mes de junio y provocaron en la niña una alteración en su grado de madurez sexual con un despertar sexual no adecuado para su edad, según sostiene la Fiscalía.