La casa más iluminada de Pontevedra: "Abel Caballero se picó conmigo, yo llevo diez años y él, dos"
Por Natalia Puga & Cristina Saiz
Hace ya diez años que Margarita González Bértola decidió dar rienda suelta a su espíritu navideño y que su casa reflejase cuánto le gusta esta época del año. Empezó a iluminar el exterior de la vivienda y, desde entonces, año tras año, ha ido aumentando la decoración hasta convertirla en la más iluminada de Pontevedra. Está ubicada en el barrio de Monte Porreiro, pero no solo deslumbra a los vecinos de su calle, Reino Unido, sino que se observa desde varios puntos del barrio y de la parroquia de Lérez y se ha convertido en todo un fenómeno social que atrae incluso a visitantes de otras zonas de Pontevedra.
En pleno furor por la iluminación navideña de Vigo, y en medio de una moda que ha incrementado la inversión en alumbrado en todas las ciudades, su casa nada tiene que envidiar a decorados de instituciones y municipios. De hecho, Marga González incluso bromea con las comparaciones e indica que la bola hinchable que estrenó este año "es como la noria de Vigo".
Esta novedosa bola incluye nieve y luces dentro, Papá Noel incluido y entre toda la gente que se acerca a disfrutar del espectáculo lumínico "es lo que más llama la atención". También se detienen muchos vecinos atraídos por la música, pues muchas de las luces incluyen melodías de Navidad. El espectáculo es completo y entre la multitud de vecinos que se trasladan hasta allí para verlo hay quien ya la bautizó como "la casa Abel Caballero".
La pregunta sobre el fenómeno Abel Caballero que ha convertido al alcalde de Vigo en un político viral con sus luces navideñas era, por la tanto, obligada:
- ¿Se ha picado con él?
- Abel Caballero creo que se picó conmigo, yo llevo diez años y él, dos. Además, en su caso lo paga el ayuntamiento y en el mío lo pago yo. Y hago todo el trabajo".
Descartado el pique con Abel Caballero, lo que hay detrás de esta iluminación que no deja a nadie indiferente es el mero afán de Maraga por disfrutar de la Navidad. "Empecé porque me encanta la Navidad. Veía vídeos de Estados Unidos y cosas así y dije: pues yo no voy a ser menos". Y no lo es. Es incalculable el número de luces que cubre su vivienda, el 95% de ellas led, y también la atracción que genera.
Cada año enciende las luces sobre el 8 de diciembre y las apaga el 8 de enero. Una prueba de que su iluminación se ha convertido ya en un fenómeno de la Navidad pontevedresa es que este año tardó en inagurar la iluminación por los temporales y "todo el mundo me estaba preguntando".
Cuando por fin le dio al botón de ON el 15 de diciembre, se desató la pasión y no resulta raro ver gente delante de su vivienda haciendo fotos. Hace una semana, sin ir más lejos, cuando se disponía a apagarlas a las ocho de la mañana, se encontró con un montón de gente en la calle que le pidió que no las apagase porque iban todos los años y querían hacer unas fotos. Cuando volvió a iluminarse, le dedicaron un gran aplauso.
Detrás de esta iluminación hay mucho trabajo que debe hacer de cero cada diciembre. Ha empezado "poquito a poco" y cada año tiene figuras nuevas. Ella sola asume toda la instalación, tanto de las propias luces como de todo el trabajo que hay detrás, pues para poder hacer realidad el resultado "creo que tengo casi tanto dinero invertido en prolongaciones y enchufes como en luces".
La inversión en material no es capaz de calcularla porque lleva una década haciéndola y cada año debe reponer bombillas que se estropean, pero sí ha computado lo que supone de gasto en electricidad. Cada uno de los dos meses -diciembre y enero-, la factura de la luz le sube entre 50 y 60 euros frente al pago normal del resto del año.
El espectáculo navideño se puede disfrutar a diario doce horas, entre las ocho de la tarde y las ocho de la mañana. Para hacerlo posible, ella acumuló muchas noches de trabajo. Durante el día trabaja fuera de casa, de modo que ya al final de la jornada, cuando el resto de la familia duerme, empieza con su rutina. Le lleva cada año varias semanas, pero cree que el esfuerzo vale la pena. Sus hijas ya son mayores, pero toda la familia sigue disfrutando de la iluminación y le reporta muchas buenas críticas de amigos y desconocidos.