"Intuía que mi amigo podía estar en un lío; en ningún momento me imaginé que el lío fuese de ese nivel"
Por Natalia Puga
Recta final del juicio que se sigue en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra contra los siete acusados del alijo de más de 3.000 kilos de cocaína del famoso e histórico narcosubmarino que acabó hundido en Aldán, en Cangas. Este jueves, en la cuarta sesión, terminó su declaración el acusado Iago Serantes -había comenzado el miércoles- y prestaron testimonio el resto de procesados, Yago Rego, Rodrigo Hermida y Enrique Carlos Serantes -padre del primero-. Todos sostuvieron su inocencia.
Los cuatro están acusados de encargarse desde tierra del buen resultado del alijo y el lunes, en la primera sesión, ya se declararon inocentes, frente a los tres tripulantes de la embarcación que asumieron su culpabilidad. Ahora, para cerrar el juicio, todos declararon y detallaron por qué no tienen nada que ver con los hechos juzgados.
Yago Rego Rosende, natural de Vigo, pero residente en Lleida en el momento del alijo, reconoció que el 21 de noviembre de 2019, tres días antes de que apareciese el narcosubmarino en aguas pontevedresas, recibió una llamada de un amigo de la infancia, Iago Serantes, para contarle que su amigo común Agustín Álvarez, también acusado, que iba a bordo de la embarcación que viajó de Brasil a Galicia con la droga, se había puesto en contacto y "necesitaba ayuda en Galicia", necesitaba un camión.
En un primer momento, esa mañana, hizo una gestión telefónica para intentar sin éxito conseguir un camión para ayudar a Agustín y ya por la tarde, tras volver a hablar con Iago Serantes, decidió trasladarse a Vigo. Viajó, según explicó, por tres motivos, "un amigo necesitaba ayuda", ese fin de semana era el cumpleaños de su madre y su había fallecido dos meses antes y no había podido visitar su tumba.
Según reconoció a preguntas del fiscal, estuvo en Vigo menos de dos días, pues el día 23 de noviembre regresó a Lleida, donde regenta un negocio de Karting con siete empleados. Durante ese tiempo, no tuvo ningún contacto con Agustín Álvarez, todo lo que supo de él fue a través de Iago Serantes.
Durante todo ese tiempo estuvo con Iago y durmió en casa de su abuela, pero asegura que no se enteró de un encuentro que tuvo con el también acusado Rodrigo Hermida. Con él fue a Decathlon a comprar linternas, guantes, forros polares y barras energéticas por triplicado para Agustín siguiendo una lista que le había dado a Iago, y también visitaron a un amigo en común que tenía una embarcación por si podía prestársela para ayudar a su amigo en apuros.
Durante esos dos días fue recibiendo noticias de Agustín y supo que estaba en un barco en el mar, hasta que llegó un momento, a mediodía del 22, en que decidió que no seguiría buscándole ayuda. "Yo digo, esto no me huele bien, yo aquí no paso ni un minuto más", explica. Así se lo comunicó a Iago Serantes e incluso se enfadó con él y ya por la tarde decidió regresar a casa al día siguiente y le dijo a su amigo que no quería que le siguiese informando de nada.
Sobre el origen de ese peligro, Rego asegura que nunca supo a qué se debía, pero que no llamó a las Fuerzas de Seguridad porque "intuía que mi amigo podía estar en un lío y no quería perjudicarlo". En todo caso, aclaró que "en ningún momento me imaginé que el lío fuese de ese nivel".
Aseguró, además, que "en ese momento, no pensé que hiciera nada malo, solo comprar ropa para un amigo que necesitaba ayuda".
Enrique Carlos Serantes, padre de Iago, se negó a responder a las preguntas del fiscal, Pablo Varela, sobre las conversaciones de WhatsApp que mantuvo esos días con su hijo, en las que hablan de una "descarga" o de "cinco paquetes". A preguntas de su abogado, respondió que esos mensajes que al fiscal le resultan sospechosos son bromas padre-hijo. Su hijo llegó a decirle que, cuando le pagasen le haría "un giro" y explicó que se refería a que devolverle un dinero que le había prestado esos días.
Sí respondió a fiscal para explicar que no tuvo nada que ver con ninguna operación de drogas, en su casa aparecieron pequeñas cantidades de cannabis porque las usaba "para infusiones" y tenía 3.990 euros en efectivo "porque son míos", para ayudar a su otro hijo, que tiene un negocio de hostelería.
En su casa apareció una nota manuscrita con una lista de cosas que necesitaba Agustín de la que asegura que no sabe nada y también aseguró no conocer a los acusados Rodrigo y Yago hasta esos días en los que su hijo viajó de Palma de Mallorca a Vigo para ayudar a Agustín y coincidió con ellos.
Rodrigo Hermida también sostuvo su inocencia, pero culpó a Iago Serantes. Así, relató que él no tuvo ningún contacto con Agustín Álvarez, pero que sí supo de él a través de su otro amigo.
El día 21, según relató, Iago le llamó para reunirse y le dijo "que había una descarga, si quería participar". Consistía en en una descarga de droga en una playa a cinco minutos de Vigo por la que ganarían entre 15.000 y 20.000 euros, pero asegura que "no supe más porque me negué, lo rechacé".
Al día siguiente, su amigo le trasladó que la descarga se había suspendido "por mal tiempo y por falta de combustible" y un día después, ya el 23 de noviembre por la noche, le volvió a llamar para decirle que su amigo Agustín estaba metido en la descarga, el barco se había hundido y "necesitaba ayuda".
Siempre por indicacion de Iago, supo que había que ir primero a casa de su padre a buscar unas bolsas con ropa y luego a la playa de O Foxo a esperar a Agustín. "Le dije que sí, que iba a buscarle", le envió una ubicación de la playa y se presentó allí sobre la medianoche del 23 al 24. Fue, según aseguró, "para auxiliar a un amigo que estaba en peligro" y porque pensó que ya no había droga de por medio, pues "la descarga se había cancelado y el barco se había hundido".
Permaneció "entre una hora u hora y media" en la playa, con las luces del coche encendidas enfocando al mar y haciendo ráfagas de vez en cuando, tal y como le había indicado Iago, y le fue llamando porque no veía nada. Según aseguró, al llegar, llamó a Agustín, pero el teléfono no le dio señal y no le entraban los WhatsApp. Ya al día siguiente, borraría el chat.
Estando allí, apareció la Guardia Civil, les mintió diciéndoles que estaba allí para desconectar tras una discusión con su novia y abandonó el lugar. No llegó a ver el narcosubmarino.
Ya no supo nada más, según aseguró, hasta el día siguiente, cuando vio las noticias. En ese momento "estaba enfadado porque vi las noticias" y decidió deshacerse de las bosas con ropa y comida tirándolas a la basura y ya no respondió ni a un mensaje que le envió el padre de Iago.
Iago Serantes ya había declarado con todo lujo de detalles el miércoles y este jueves, cuando se retomó la vista, decidió acortar su testimonio. Debía seguir respondiendo a las preguntas del fiscal, pero decidió que ya no hablaría más y solo respondería a su abogado. Fue un testimonio breve para ratificarse en lo relatado el día anterior.
El juicio se retomará este viernes con las conclusiones e informes finales de las partes y previsiblemente quedará visto para sentencia. Ahí se sabrá si el fiscal mantiene sus conclusiones iniciales o las modifica. Inicialmente pide para cada uno de los siete acusados 13 años y medio de cárcel y 600 millones de euros de multa.
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