Una galleta a cambio de un adorno navideño, la iniciativa que anima la Rúa Don Gonzalo
El de este miércoles no ha sido un día cualquiera en La Artesa. Como cada año, desde hace cinco, sus clientes les han regalado adornos navideños. Lo han hecho a cambio de una de sus suculentas galletas decoradas. Un intercambio con el que buscan crear comunidad.
Desde primera hora de la mañana, a este establecimiento de repostería creativa han llegado nuevos adornos de color rojo y blanco, elaborados en madera o productos ecológicos, que forman ya parte del "mural de la fama", la colección que han atesorado estos años.
"Fue idea de mi hermana", explica Lidia Fariña. Pensó en la forma de "tener un cariño" con los clientes que acuden todos los días a su tienda. "Es un local pequeño y tenemos un ambiente muy familiar. Sabemos hasta el café que toman", subraya su propietaria.
Fue así como surgió la iniciativa de animar a los clientes a regarles adornos navideños. "Al principio pensé que sería un caos", reconoce esta joven emprendedora, pero ahora no se arrepiente. "Es algo diferente y te sacan una sonrisa", asegura.
El primer año el éxito de esta campaña le cogió por sorpresa. "Hicimos 40 galletas y a mediodía tuvimos que hacer más", recuerda Lidia. "Es muy bonito porque la gente se lo curra muchísimo", añade. Tanto niños como mayores regresan año tras año para conseguir su preciada galleta.
Esta tradición "nos da vidilla", afirma la responsable de La Artesa, demostrando que la navidad "es algo más que lo que nos venden en la tele" y que cuenta con unos clientes muy fieles "con los que pasamos mucho tiempo y que, cuando te traen un adorno, sabes que han pensado en ti".
"Ellos se pasan días buscando cosas y tú tienes que hacer algo para corresponderles", señala esta joven repostera que ya en verano pensó en cómo serían las galletas de este año. Encontró un cortante de galleta en forma de cascanueces "y lo tuve muy claro".
Lidia se alegra que este tipo de iniciativas contribuyan a mantener el contacto entre la comunidad que se ha formado en torno a su local "y podamos salir de la rutina trabajo-casa que tenemos todos como si fuésemos máquinas".
Apunta, eso sí, que "no nos esperábamos que a la gente le hiciera tanta gracia hacer estas monerías y que nos iban a seguir el juego como lo han hecho", demostrando su cariño mutuo.