Aumentan las comunidades de vecinos sin dinero para calefacción
Por Oskar Viéitez
La crisis ha obligado a algunas comunidades de vecinos de Pontevedra a prescindir de la calefacción.
Cada día se descubren más caras de la crisis económica.
A las dificultades para pagar el alquiler o una letra, ahora, con la llegada del frío, sumamos otra: mantener la casa con calefacción.
Como si de un guión dramático se tratase la escena se repite en algunas comunidades de vecinos. Cuando toca asumir una derrama para llenar el depósito del gasoil muchas familias no disponen de los recursos económicos necesarios para financiar el pago de la calefacción.
Es entonces cuento el presidente de turno anuncia que el depósito de la calefacción está vacío y no hay dinero para llenarlo. Ya se sabe, el combustible está más caro y las aportaciones de los vecinos no aumentan; muy al contrario, disminuyen. Y aunque la calefacción es un gasto anual previsible, se han agotado los fondos.
"Te explican con lágrimas en los ojos que en casa todos están en el paro, o que los hijos con sus nietos se han ido a vivir con ellos y que a duras penas llegan a fin de mes", cuenta el presidente de una comunidad de vecinos pontevedresa, "¿cómo les voy yo a pedir nada?", se pregunta.
En la mayoría de los casos la comunidad acepta resignada la situación. Por lo menos la crisis no "congela" el corazón de los pontevedreses.
La venta de leña y de estufas eléctricas ha aumentado
En aquellos hogares con niños o personas mayores, acuden a la tienda a comprar estufas eléctricas para soportar los días más duros del invierno. "Mientras, si hace falta, nos vestimos en casa con dos jerseys", señala una afectada.
Esa es otra de las señales que nos dan buena muestra de esta realidad, la venta de leña y de estufas eléctricas ha aumentado. También se ha incrementado la venta de edredones y cobertores.
Dicen los expertos que estamos ante uno de indicadores de la pobreza, las dificultades de algunas familias les impiden afrontar gastos imprevistos, desde pagar unas vacaciones, al menos una semana al año, hasta renovar el móvil cuando se le rompe la pantalla al smartphone. Por supuesto ya ni hablamos de pagar un coche, comprar una lavadora o un televisor.
Por no decir que cada vez son más los hogares que no pueden comprar comida de carne (pollo o pescado) al menos tres veces por semana.
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