Cuando la ayuda ante el duelo llega en silencio: "El mayor consuelo para un ser humano es sentirse escuchado"
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Si estás pasando proceso de duelo por una pérdida significativa en tu vida, ya sea una muerte, una ruptura o una mudanza, tendrás a alguien que te escuche en el Centro de Escucha San Camilo de Pontevedra. Lo hacen posible los 14 voluntarios y voluntarias de este colectivo, que empezaron a formarse en el año 2014 y a atender a los pontevedreses en 2017. Desde entonces, más de 100 personas se han beneficiados de sus servicios altruistas.
El punto de partida de su trabajo es la convicción de que "el mayor consuelo para un ser humano es sentirse escuchado, acogido, sentir que puede hablar con libertad". Lo explican a PontevedraViva Marina Hernando y María Jesús Rodríguez, voluntarias de este centro de escucha.
Este viernes, 6 de octubre, celebran el Día de la Escucha para dar a conocer su trabajo y sensibilizar a la población sobre los beneficios de la experiencia de sentirse escuchado, que "es como recibir un voto de confianza, sentirse reconocido, aceptado, respetado".
Entre las 10.30 y las 19.30 horas de este viernes, estarán en la plaza de la Peregrina con una mesa informativa en la que explicarán su trabajo y entregarán a la población material con recursos básicos a la hora de escuchar a cualquier ser querido.
Ahí explicarán que cualquier persona que haya sufrido una pérdida importante puede llamar a su número de teléfono -652.385.332- o contactar por correo electrónico -centrodeescuchapontevedra@gmail.com- y le darán una cita previa pare un encuentro con alguno de sus voluntarios. "Le ofrecemos un espacio seguro en el que se va a sentir acompañado", explican. Y a partir de ahí, puede empezar a salir del bache.
Los encuentros son gratuitos y confidenciales y, aunque San Camilo nació en el seno de la iglesia, son aconfesionales. Ni siquiera se sabe dónde es su centro de escucha, tan solo las personas que pidan acudir reciben la dirección. Y allí personas preparadas tendrán un encuentro de una hora una vez a la semana durante el tiempo que haga falta y en las condiciones que sean necesarias hasta que consideren que ya no necesitan más ayuda. O hasta que, ante una nueva pérdida, vuelvan a acudir.
"No somos médicos ni psicólogos, escuchamos"
Y es que, muchas veces, "cuando estás sufriendo una pérdida, hay muchas emociones que no entiendes" y expresándolas libremente y sintiéndote escuchado, te puedes dar cuenta de que "todo es aceptable en el duelo" y también de que, en realidad, muchas veces la respuesta está en nosotros mismos y tenemos recursos personales para afrontar las dificultades. Muchas veces, solo es necesario pararse, pensar y expresar en voz alta lo que te pasa.
En la sociedad actual, en la que mucha gente se encuentra sola y otros muchos, en el ajetreo diario, no encuentran espacios para ellos mismos, encontrar un espacio en el que expresarte libremente y con calma es un rara avis, de ahí que "cuando lo verbalizan, ya se dan cuenta, son ellos los que encuentran los recursos. Nos paramos y nos ponemos a expresar lo que sentimos".
Para lograr esa sanación, a veces es necesario acudir a un profesional, a un psicólogo y/o psiquiatra, pero otras lo que precisas es que alguien te escuche bien. Y ahí entra el papel de San Camilo, que muchas veces es incluso complementario al de los profesionales. "No somos médicos ni psicólogos, escuchamos", aclaran.
Cuentan con formación específica en escucha activa y respetuosa, algunos están especializados en un perfil de duelo o sufrimiento como el suicidio o los adolescentes, y todos tiene en común una empatía que les pone en disposición de escuchar sin juzgar y que la otra persona pueda expresar sus emociones, su dolor sin sentirse criticada, sino solo acompañada.
Sentirse escuchado "es como recibir un voto de confianza, sentirse reconocido, aceptado, respetado"
"No es fácil escuchar bien pero se puede aprender", explican. Ellos lo han hecho con formaciones continuas que también han abierto a otros colectivos y, como resultado de esos aprendizajes, saben que su papel no es otro que escuchar y ayudar desde el silencio mientras el otro habla. "No damos consejos ni solucionamos la vida ni decimos que se tiene que hacer. Eso a la gente la relaja", indican Marina y María Jesús.
María Jesús se dio cuenta de la necesidad de escuchar, y de formarse para hacerlo, tras la crisis del año 2008, cuando, en su despacho de abogada, había muchos clientes que le contaban sus pérdidas y se desahogaban. Marina, en los velatorios y funerales, en los que muchas veces no sabía qué decir o cómo reaccionar. Ahora, ambas saben cómo ayudar solo escuchando.
"Si tiene que llorar, déjalo llorar. No tienes que cortar a la gente el llanto o la rabia", es una de las lecciones que han aprendido, y se han dado cuenta de que, en general, la gente tiene "buena intención" para ayudar a los demás, pero no saben cómo hacerlo. Así, por ejemplo, de pequeño, "te dicen: no llores" sin darse cuenta de que, si ya desde pequeño aprendes eso, "toda la vida te vas a reprimir".
Su trabajo se va adaptando a la evolución de la sociedad y, en la actualidad, por ejemplo, reciben muchas peticiones de escucha de supervivientes de un suicidio, que sigue siendo un tabú en nuestra sociedad, o de los "duelos perdidos" como las pérdidas perinatales en las que las familias que pierden un bebé antes de nacer a veces sienten que no se pueden desahogar.
Esas personas tienen necesidad de verbalizar la palabra tabú y también de sentir que no son los únicos. Para ese perfil de persona que necesita ser escuchada, y también para muchos otros, han visto la necesidad de hacer encuentros grupales en los que encuentren a otras personas en la misma situación. Será su próximo reto. Mientras, siguen escuchando.