Manel Loureiro, de 'Fulgor' a televisión: "Estoy desarrollando una serie para un canal nacional y otra a nivel internacional"
En apenas unas semanas, se cumplirán diez años desde que Manel Loureiro (Pontevedra, 1975) decidió buscar en la escritura un refugio de su estresante carrera como abogado. "Estos diez años se han pasado volando. Empecé a escribir Apocalipsis Z el día de mi cumpleaños, el 30 de diciembre de 2005. Ese día puse mis primeras letras juntas", recuerda nada más comenzar su entrevista para PontevedraViva.
Desde entonces, su vida ha cambiado por completo. Ahora se ha convertido en uno de los escritores más leídos del país y sus libros son publicados por Planeta, la octava editorial más grande del mundo. El último de ellos, Fulgor, tras convertirse en un éxito de ventas en España será editado en una veintena de países en los primeros meses de 2016. Algo que, sin embargo, no ha hecho que pierda la perspectiva. "No soy más que un cuentacuentos", asegura.
Diez años escribiendo. Cuando echas la vista atrás, ¿qué piensas de todo este tiempo?
Lo primero, es estupor porque ha pasado todo demasiado rápido. Y segundo, aunque sea reiterativo, incredulidad. Si hace diez años me dicen donde estaría ahora, no me lo habría creído. Es la constatación de que, a veces, la vida te atropella y te lleva por caminos que no tenías programado. La frase de que hay trenes que pasan y los tienes que coger porque no vuelven a pasar es cierta. Por delante de mí pasó un tren y supe que me tenía que subir en él.
¿Y qué queda en ti del Manel Loureiro de entonces?
Aún tengo el entusiasmo del novato y espero no perderlo. Un libro no vale de nada si la gente no lo lee. Ya sea un lector, dos o 200.000. Pero no pienso en ello cuando escribo. Escribo la historia que quiero leer yo, el libro que me apetecería leer a mí. Si resulta que después coincide con mucha gente, fantástico. Es algo que no quiero perder. Esa sensación de inocencia, de estar pasándolo bien. Si lo pierdes, se hace todo más complicado.
¿Crees que esa es la clave del éxito de tus libros?
Si yo tuviese la respuesta a esa pregunta, hubiese mandado mi avión privado a buscarte y estaríamos teniendo esta conversación en mi isla privada del Caribe, en la terraza de mi mansión. Sería ultramillonario porque habría encontrado lo que todos buscan. Saber por qué a veces una historia funciona y otras no. Yo lo único que tengo claro es que quiero que mis libros los pueda disfrutar todo el mundo, desde los que leen a Goethe hasta los de Harry Potter.
"A mí me gusta que mis historias estén protagonizadas por personas normales, que tienen sus fallos, dudan, se equivocan y cometen errores"
Para mí, un libro es un pacto con el lector. Tú me das tu dinero y tu tiempo y yo te hago una promesa. Esto es una montaña rusa, te vas a subir conmigo y desde la primera página hasta la última no vas a querer bajarte. Si consigues que alguien pierda la noción del tiempo, has hecho magia. Mi trabajo es que la gente se entretenga sin que noten que hay un trabajo detrás. Si lo piensas es algo muy loco. Pero por eso es tan maravilloso.
Ahora estás en plena presentación de Fulgor, tu nueva novela.
Así es, llevamos más de un mes de gira. Fulgor es la historia de Casandra, una mujer que un día descubre que todo lo que daba por sentado salta por los aires. Para sobrevivir tendrá que cruzar todas las líneas rojas, todo lo que le han dicho que no debe hacer. Y por encima, tiene un pesado secreto que no puede compartir con nadie. Iniciará una carrera contrarreloj para salvar a su hijo, a su familia y a su cordura. Pero el precio de todo eso puede ser su alma.
¿Podríamos describir a Casandra como una heroína cotidiana?
Yo no la definiría así. Yo tengo un concepto de héroes como esos tipos que son capaces de hacer cosas que no están al alcalde de seres normales. A mí me gusta que mis historias estén protagonizadas por personas normales, que tienen sus fallos, dudan, se equivocan y cometen errores. No hay nadie impecable, que siempre tome las decisiones correctas. Todos somos deliciosamente imperfectos. Y así son mis personajes, llenos de vicios y defectos.
Pero en cambio en Fulgor sí hay una clara lucha entre el bien y el mal…
Efectivamente, esa es la historia de fondo de Fulgor. Existe el bien absoluto y el mal absoluto y todos nos movemos en una línea difusa que separa ambos lados. Lo único que decide en qué punto estamos somos nosotros mismos. Hay factores externos que nos lo va determinado y eso es lo que le pasa a Casandra. Tendrá que decidir hacia dónde se va a mover, hacia el bien o hacia el mal, sabiendo que cada decisión que tome va a tener consecuencias irrevocables.
Casandra es tu primer protagonista femenino, ¿ha sido difícil para ti crearlo?
Fue complicado, pero fue un reto. Y a mí me gustan los retos. Para mí era importante crear un personaje que una lectora, cuando haya leído la novela, vea que es un personaje creíble con el que puede llegar a identificarse. De hecho, estoy convencido de que todas las mujeres del mundo tienen un poco de Casandra.
¿Fulgor podría haber sido igual con un personaje masculino al frente de la historia?
No habría sido posible. Las respuestas racionales de hombres y mujeres son exactamente iguales, pero las irracionales, las intuitivas y emocionales son diferentes. Y en una historia como Fulgor, un thriller en el que el personaje se enfrenta a tantos desafíos resultaba más atractivo tener una mujer al frente, porque ellas son más reflexivas, más pausadas, más maquiavélicas tomando las decisiones y eso hace que los personajes sean más poliédricos.
Por ahora, el libro se ha editado en España pero en breve llegará a otros mercados.
Así es. En el primer semestre de 2016 se publicará en Estados Unidos y en estas navidades sale en doce países, principalmente en Iberoamérica. Y ya hemos vendido los derechos para Gran Bretaña, Australia y Canadá. Da vértigo, aunque tu capacidad se vaya amortiguando. Cuando firmé el primer contrato para Italia, estuve dos semanas sin dormir. Ahora te emocionas, estás satisfecho, pero ya no es un alborozo descontrolado.
"En el primer semestre de 2016, Fulgor se publicará en Estados Unidos y en estas navidades sale en doce países, principalmente en Iberoamérica"
Pero ya es habitual ver tus libros a la venta al lado de Stephen King o Ken Follett, gente que siempre fue un referente para ti. Eso debe ser difícil de asimilar, ¿no?
Tengo mucha suerte, soy un privilegiado. Sin salir de esta ciudad, tiene que haber gente que escriba mejor que yo. Pero o bien no lo saben o no han encontrado su oportunidad. El mundo de los escritores está plagado de egos descomunales, que creen que hacen obras de arte destiladas y que su pis huele mejor que el de los demás. Y en mi caso, yo sigo siendo el mismo. No soy más que un cuentacuentos. Si pierdes esa perspectiva, te puedes volver un idiota.
¿Seguir viviendo en Pontevedra te ayuda a mantener los pies en la tierra?
A mí me encanta vivir en Pontevedra. No quiero moverme de aquí, quiero seguir con mis amigos de toda la vida, no abandonar mi red familiar y poder, por ejemplo, estar aquí charlando contigo tranquilamente. Es una decisión vital. Yo he escogido eso porque me hace feliz. Si estuviese en Madrid, colaborando en radio y televisión, aparecería gente susurrándote lo bueno que eres y si pasa eso, es fácil que al final te lo acabes creyendo y pierdas el norte.
Cuando eras abogado decías que escribir era tu refugio. Ahora que estás centrado en tu faceta literaria, ¿en dónde encuentras esa tranquilidad?
En la familia. Mi vida ha cambiado mucho en este tiempo. Tengo dos hijos muy pequeños que son un auténtico agujero negro de tiempo, son como una draga que devora horas y energía. Y aún así es una sensación maravillosa. Ellos se convierten en tu refugio. Reconozco que soy un privilegiado. Trabajo en lo que yo quiero, en lo que me gusta y me apasiona y que me permite cosas impagables como ver crecer a mis hijos, tener tiempo para estar con ellos.
Eso no impide, desde luego, verte implicado en nuevos proyectos. Sé que estás con varios proyectos para televisión entre manos. ¿Qué puedes contarnos de ellos?
Puedo contar poco. Estoy haciendo el desarrollo de una serie para un canal nacional y otro a nivel internacional. Están los dos bastante avanzados, ambos han pasado ya la fase inicial. Estoy muy contento con ellos, a pesar de que tengo que compaginarlo todo con la escritura de mi siguiente novela, que tengo que entregar en mayo.
Para esas series, ¿te han dado libertad creativa o se trata de un encargo concreto?
Es algo que planteé desde un principio. No quería que fuese como la última vez. Estar sentado con otras diez personas que acabasen por despedazar tu proyecto. Eso es un caos. Si hay una idea, alguien tiene que ser el jefe, alguien que tenga la última palabra y lleve un control creativo de la historia. Y me apetecía, partiendo de un concepto mío, tener la posibilidad de marcar el camino a seguir. Aunque, eso sí, con ayuda de un equipo porque nadie tiene la capacidad de escribir los doce episodios enteros de una serie de principio a fin.
Además, vuelves a la pequeña pantalla en un buen momento para la ficción televisiva.
"La película de Apocalipsis Z se ha encontrado con un problema de financiación (...) Tuvimos la oportunidad de hacer algo más modesto, pero no nos parecía que fuese acertado"
Se están empezando a dar cuenta de que hay que hacer cosas diferentes. La comedia costumbrista al estilo Médico de familia y Los Serrano es un modelo que ha funcionado y se ha explotado hasta la extenuación. Pero ahora se está arriesgando más y hay series brillantes. Además, como es el caso de mis dos proyectos, se empiezan a ajustarse a los estándares internacionales con episodios de 45 minutos. Lo de ahora era una barbaridad.
¿Y en qué ha quedado la adaptación al cine de Apocalipsis Z?
Sigue ahí, pero se ha encontrado con un problema de financiación. Es un producto caro de hacer y conseguir dinero para hacer un proyecto de esta envergadura es complicado. Piensa que, por ejemplo, solo en maquillaje un zombi que salga en primer plano cuesta 6.000 euros al día. Es una locura. Los costes son disparatados si quieres hacerlo bien. Tuvimos la oportunidad de hacer algo más modesto, pero no nos parecía que fuese acertado.
Una nueva novela, dos series, una adaptación al cine, colaboraciones con medios de comunicación… ¿existe la palabra tranquilidad en tu vida?
Lo que no tengo es tiempo. Tranquilidad, sí. Vivo más tranquilo. Pensé que podría deshacerme de la esclavitud de la agenda, pero no. La diferencia es que hago algo que me llena por completo y lo disfruto y me permite hacer lo que yo quiero. Es un lujazo. No quiero dejar de verlo así nunca, porque si lo dejo de ver así es que o me he convertido en un ingrato o ya no disfruto lo que hago. O las dos cosas, y eso sería una putada.
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