La despedida de la plantilla destapa la grave división en el consejo de administración del Pontevedra
Por Ramiro Espiño
Los vestuarios de Pasarón fueron escenario en la tarde del lunes de una agria reunión entre jugadores y cuerpo técnico, por un lado, y consejo de administración del Pontevedra, por el otro, aunque quizás sea más exacto decir que el "lado" del consejo de administración estaba dividido en dos bandos claramente enfrentados, poniendo de manifiesto las graves disensiones que existen en el seno del propio consejo sobre la forma de gestionar el club, y especialmente sobre el modo de hacer frente a los compromisos económicos.
Hasta ahora, la situación deportiva había frenado el debate interno existente en el consejo, aparcando en segundo plano esas diferencias que comenzaban a ser un secreto a voces y que han terminado de estallar, con unas consecuencias imprevisibles para el futuro del mismo consejo, y, lo que es más importante, del propio Pontevedra.
Lo cierto es que los jugadores, a los que se les deben tres mensualidades más diversas cantidades en concepto de primas pactadas y aplazamientos de la temporada anterior, están hartos de promesas incumplidas y de que no se hayan atendido los pagos pendientes, ni siquiera tras el anuncio de la cobertura de la ampliación de capital, con la que se les manifestó que las dificultades de tesorería quedaban resueltas.
Como tampoco entienden que la recaudación de los tres partidos de play-off, a los que habría que sumar 18.000 percibidos por el traspaso de Pibe al Real Betis, no hayan servido para que se les abone ni una de las mensualidades pendientes.
A pesar de ello ha seguido haciendo gala de una entrega total hasta el último partido, si bien estuvieron a punto de estallar el pasado sábado, justo antes de jugar en Puertollano. Allí, en el hotel de concentración, requirieron la presencia del presidente del consejo, José Manuel Fernández, que tuvo que acudir para calmar los alterados ánimos e intentar transmitirles tranquilidad en vísperas de tan decisivo compromiso.
Pero al regreso de Puertollano, con la plantilla y cuerpo técnico reunidos en los vestuarios de Pasarón, la situación explotó, y lo hizo principalmente tras la intervención del consejero Enrique Mariño, que soliviantó los ánimos de la mayoría de los jugadores con expresiones que muchos de ellos calificaron de desafortunadas y fuera de lugar.
Al comienzo de la reunión, el presidente José Manuel Fernández y el consejero José Antonio Millán, dialogaron con los jugadores, prometiendo el pago de una de las mensualidades pendientes a lo largo de la presente semana. Millán, representante del colectivo Acción Granate, solicitó a los jugadores que confiasen en su palabra de que en breve se les abonaría el resto y no presentasen denuncia por impagos, ya que la misma podría tener repercusiones posteriores para el club, que en caso de un futuro ascenso estaría obligado a presentar un aval por una elevada suma.
Las palabras y compromiso de ambos dirigentes fue en general bien recibida por los jugadores, que pretendían precisamente poder iniciar sus vacaciones con tranquilidad y valorar positivamente la propuesta de renovación que muchos de ellos tienen sobre la mesa, tras las conversaciones iniciadas la pasada semana por el también consejero Alberto Argibay.
Pero todo cambió al aparecer en escena los consejeros Enrique Mariño, Manuel Ruibal y Roberto Feans, integrantes del grupo del consejo que encabeza Ricardo Tilve, con el apoyo de Lupe Murillo. El primero de ellos, se presentó como director financiero del club, lo que provocó el primer reproche por parte de alguno de los jugadores, que le hicieron ver que si era el director financiero ya "era hora de que se dejase ver" para explicarles los retrasos en los pagos de las mensualidades.
Enrique Mariño a los jugadores: "en estos momentos el club no está en condiciones de hacer frente al pago de ninguna nómina"
Los ánimos se encendieron definitivamente cuando, según explicaron algunos jugadores Mariño les dijo que "en estos momentos el club no está en condiciones de hacer frente al pago de ninguna nómina", indicando que a partir de la próxima semana se les iría llamando uno a uno para estudiar cada caso particular.
Tal afirmación no sólo provocó el malestar de los jugadores, sino que encendió la llama entre los consejeros presentes, con gritos y acusaciones cruzadas, en presencia de la plantilla, que eran perfectamente audibles en el exterior a bastantes metros del lugar en el que se celebraba la reunión.
"Quiero mi puto dinero" le gritó un jugador al consejero Enrique Mariño
Según los jugadores, Mariño, siempre en su papel de llevar la iniciativa del grupo de Tilve y Murillo, incluso llegó a enfrentarse a algún jugador, indicando que "yo vestí la camiseta de este club antes que tú", mientras que a otro le decía que se le pagaba pero restándole determinada cantidad, lo que inmediatamente fue contestado en voz alta por un jugador al grito de "quiero mi puto dinero".
Lejos de calmar los ánimos, cada palabra añadida por Mariño encendía más y más el ambiente, sobre todo al decir a los jugadores, según la versión de éstos, que "el que quiera denunciar que denuncie y ya veremos lo que hacemos", lo que llevó a varios de ellos a expresar que "con esta gente desde luego que no seguiremos en el Pontevedra".
Fueron unas dos horas de discusión y "bochorno". José Manuel Fernández, visiblemente molesto y enfadado, abandonaba Pasarón sin querer realizar declaraciones. Quien sí las hizo fue el propio Mariño, pero lejos de apagar o intentar disimular las graves diferencias entre los miembros del consejo de administración, no tuvo reparos en afirmar: "Nosotros vinimos aquí para hacer viable a este club. Aquí hay muchos que prefieren dar ruedas de prensa y hacer promesas que después no se pueden cumplir".
Esta última afirmación, comentada después con varios jugadores, les hizo reafirmarse en su pregunta de "dónde está el dinero de la ampliación de capital y las taquillas del play-off", al mismo tiempo. Incluso, uno de los hombres importantes de esta temporada fue tajante al manifestar, pero sin querer que su nombre saliese a la luz por el momento que "me gustaría quedarme, pero desde luego, si sigue esta gente me voy de aquí".
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