Kabalcanty
Segunda, y última, fábula extravagante de "El Tuerto"
Mi natural es miedoso, pero nunca he creído en símbolos o apariciones que presagiaran un más allá de la vida. Sin embargo, desde este día, tengo que recapacitar y estructurar mis creencias.
Iba por el parking para ahorrar camino a la oficina. La obra de la remodelación de la estación de trenes estaba casi acabada y, por ello, el silencio, roto ocasionalmente por informaciones megafónicas y la ausencia de trasiego de personas, eran el denominador común entre cientos de automóviles. Mis pasos resonaban huecos cada vez que atravesaba las cúpulas encadenadas que formaban la techumbre. Surgió en mi camino de repente, como un fogonazo. Di un ligero respingo, pero pronto su aspecto me tranquilizó, dado a que tipos de su catadura abundan por los aledaños de la estación. Era un hombre desgreñado, vestido con ropas sucias y ajenas a su talla y barba de una semana. Al principio, le vi de perfil, apoyado entre dos coches, y era notorio que esperaba mi llegada. Al llegar a su altura me mostró su rostro por entero; le colgaba una sonrisa irónica que parecía querer dedicarme. El parche de cuero negro que cubría su ojo izquierdo me heló la sangre haciéndome detener en seco.
- A este cara a cara quería yo llegar, amigo K.
Comenzó a decir con voz aguardentosa y acercándose a mí con la torpeza de un borracho.
- Te traigo un papelito- continuó, esgrimiendo un pedazo de papel doblado- que, sin duda, cambiará nuestra relación. Hasta ahora todo ha sido intuirme desde la distancia, pero eso, amiguito K, ha tocado a su fin.
Di dos pasos hacia atrás, pero algo, una densidad especial en el aire, me acorraló contra la aleta de un automóvil gris.
- Vengo con un recado en el que he puesto todo mi empeño. Tanto me has buscado y hablado de mí que has despertado una curiosidad insana de la que me creía ajeno. ¿Acaso creías que iba a pasar por alto toda tu atención? ¿Todos tus insultos y amenazas? ¿Tus descréditos? ¿Eh?.
Estaba parado a un metro escaso de mí, hincándome su ojo sano, acuoso y rojizo, con saña. Un reflejo me hizo pensar en las hostias predestinadas para él que guardaba con entusiasmo mi amigo Emilio y, sin duda, el tipo intuyó mis intenciones.
- ¿Hostiarme? -se preguntó, meneando la cabeza negativamente- ¿Crees que podrías machacar una de las esencias de tu puñetera vida, así, a lo bestia? ¿Podrías esquivar los acontecimientos fatuos? ¡¿ Quién te crees que eres!?.
Su voz se tornó estruendosa, aullaba por el parking como una especie de maldición verbal sobrehumana. Comencé a sentir miedo de verdad.
- ¡Eres un puto obrero de mierda! ¿Pero qué te crees? A mí no me la das con esa pose de falso escritor. ¡¡¡Un poeta, señores!!!
Reía con un desprecio que mojaba mi piel.
- ¡Un poeta que escribe sobre ladrillos con tinta de cemento! ¡Oh, sí! Un obrero sin estudios, con ínfulas de oráculo, que se ha comprado un sombrero para cubrir el estigma del que reniega. Siempre serás un obrero paleto, ¿te enteras?, un obrero que desea aparentar lo que ni siquiera él se cree. ¡Payaso! ¡Estúpido! Jamás verán la luz tus escritos porque tú, tú, eres pura negrura. Nunca has hecho nada, jamás te esforzaste por nada, nunca te sacrificaste. ¿Crees que por escribir cuatro versos sin sentido tienes acceso al Olimpo? No seas patético, por favor. No te engañes más y, sobre todo, deja de engañar de una jodida vez. Eres pura fachada, cada vez más estropeada, por cierto, y en bambalinas no hay nada de nada, bueno, si... un pedazo de fracasado. Un idiota que pretende quebrantar su destino con oropeles que le quedan demasiado grandes. No, amigo mentor, basta ya de juguetear conmigo y con los demás, basta ya de verme en la distancia, a intuirme con los sinsabores de los otros. ¡Aquí estoy ahora, montón de mierda!
Mi respiración se agitaba más y más por momentos. Hubiera deseado gritar para que alguien espantara a aquel despiadado tipo, sin embargo mi voz se atascaba abajo de mi garganta.
- Toma, lee esto que es para ti.
Me tendió el papel doblado que llevaba. Lo fui desdoblando por inercia, ajeno a mis músculos.
- Y que te den por el culo.
Tan de súbito como apareció, se esfumó "El tuerto".
La nota estaba fechada en ese mismo día y decía:
"........... le comunicamos que al finalizar la jornada laboral del día 31 de Enero de 2011 causará baja a todos los efectos en la empresa. La extinción se produce conforme a lo previsto en el artículo 28 del Convenio General del............."
- Firma al final, por favor.
Levanté los ojos y descubrí la sonrisa circunstancial del administrativo señalándome la hoja del finiquito.