Modesto Martínez Pillado
Con los cinco sentidos: Tacto
CREMATORIOS
Parece que casi se toca. No menos de tres funerarias quieren instalar un crematorio en Pontevedra. ¿Qué ha pasado para este interés crematístico?. Cuando se tiene una visión en escopeta se considera que la competencia es mejor que la colaboración.
¿Alguien se ha parado a contar las peluquerías que hay en Pontevedra?. De la misma forma que el ayuntamiento declara determinadas zonas como saturadas de bares, habría que declarar algunas zonas de Pontevedra saturadas de peluquerías. En cada esquina aparece una que en breve dejará su sitio a otra más. Así desapareció una detrás del Sánchez Cantón y aparece otra en José Filgueira. ¿Cómo es posible que nadie trate de constituir un nuevo modelo de servicio de peluquería?. Ya sea una cooperativa o quizás una nueva sociedad anónima. Conlleva negociar y por ello, ceder; obliga a cooperar y por ello, acordar; obliga a liderazgos y por ello, a otros papeles secundarios. Si se busca el máximo beneficio en lugar de rótulos de neón, se puede pensar en ganar más dinero con menos esfuerzo. Para arrancar bastaría pensar en una central de compras o en constituir una escuela profesional de formación excelente.
Otro tanto ocurre con las panaderías. Prima el nombre en el rótulo a la visión de negocio. Se repite el mismo modelo con una visión local, sin aspirar a maximizar los beneficios. Mientras otros están con panes de mil sabores y texturas, con conservación para más de un día, las panaderías aspiran como máximo a tener una cafetería y bajos sueldos para supuestamente rentabilizar la inversión.
Los crematorios son otra historia similar a las panaderías y peluquerías. Apenas noventa mil habitantes en la ciudad pero se antojan que tres es mejor que uno. Además de saturados de bares, por decreto, de peluquerías y panaderías, en breve, estaremos saturados de crematorios. No habrá caja para tanto fuego. De ninguno a tres. Aunque bien pensado, podían especializarse. Uno en el rito hindú, otro en el budista, o tal vez, a uno lo queman con bambú, a otro con cáñamo, o quizás, en la sofisticación, un crematorio en lugar de humo, arroja a la atmósfera Chanel número 5.
Nuevamente el mismo mantra: mejor competir que pensar en el negocio. Será algo atávico y por tanto sin remedio. Nos va lo individual a costa de perder todos. Mejor la pelea que ganar todos. Estas aventuras, sin embargo, nos acaban costando dinero, empezando por las subvenciones a proyectos de dudosa eficacia (¿hablamos de nuevos hoteles?). Es un sarcasmo que hubiera sido el colegio de arquitectos el que vendiera la parcela a una funeraria. La decisión de prohibir la instalación de crematorios nos costará dinero a todos como ha sucedido con bancos (21% del PIB¡¡), aviones (les llenamos los depósitos) y otras empresas (minerías) supuestamente privadas, eso sí, solo para repartir sus ganancias. Para sus pérdidas ya estamos nosotros, salvo que nos hayan pasado por alguno de esos crematorios porque quemados quemados, xa abondan.
06.12.2012