Kabalcanty
De verdad de la buena
El cuarto era espacioso, con muebles de diseño moderno y una potente luz blanca y diáfana que potenciaba la habitación más allá del balcón por el que se filtraba una luminosidad turbia a través de unos visillos de estampado artístico. El hombre estaba de espaldas, con el torso desnudo y un pantalón de pijama a rayas, mirando la lejanía oscura de la puerta abierta que tenía enfrente. En ocasiones, movía la cabeza negativamente y escurría su mano por sus mejillas y el mentón con síntomas de un nerviosismo contenido.
Tras él, se abrió una puerta y salió una mujer dejando un cuarto lóbrego. Sin maquillar, con los cabellos revueltos, vestida con un chándal de marca, fue hacia la mesita baja, de robusta madera lacada en negro, y tomó un cigarrillo del paquete.
El hombre se giró levemente al escuchar el chasquido del mechero.
- ¿Estás cogiendo humo para lanzármelo a la cara? -preguntó, dando un paso hacia el lado contrario de ella.
Ella clavó sus ojos sobre la espalda de él y dio un paso adelante lanzando una sonora bocanada de humo.
- Me acabas de contar en la cama -dijo ella con irritación- que has tenido una aventurilla con tu compañera de trabajo y te permites encima el lujo de ser irónico. Ahora sé que he estado conviviendo durante dos años con un cínico recalcitrante.
El hombre la encaró con brusquedad y comenzó a hablar señalándola con el dedo índice.
- ¡Mira tú! ¿Y es que no te has revolcado con Richard más de una vez? Vamos, Yola, no te hagas la mojigata conmigo. ¡Me sacas de quicio! Yo con Nuria me he ido a la cama una vez, borrachos y presos de un calentón, sin nada más, como te he contado, pero tú, tú -recalcó acercándose más a la mujer- te has tirado a Richard tantas veces como te ha salido de los ovarios.
- Ahora que lo mientas, sí, sí, he follado con él y ¿sabes por qué? -de detuvo unos instantes saboreando la daga que tenía preparada- Porque ese es un tío que por fin me hace gozar, me hace sentirme mujer, deseada, y no tengo que soportar tus gatillazos de un día sí y otro también. Siiii, no le quiero pero me hace chillar de placer como una perra.
Lanzó esta última frase como si fuera un escupitajo, apenas a un metro de él, apretando su mano libre engarfiada en un puño contra su cadera.
- ¡Siempre me dijeron que eras un zorrón! -exclamó él, tensos los músculos de su cuello y enrojecido el rostro- ¡Un cornudo al que encima quieres apalear! ¡Puta!
La bofetada impulsó a Yola sobre mesa baja para después caer desmadejada sobre el parqué. Chillaba entre un llanto histérico y le maldecía ininteligiblemente.
ÿl la levantó del suelo cogida por la melena y le hundió su puño en la boca del estómago. Yola dio dos a tres arcadas y comenzó a vomitar unos hilillos lechosos. De su nariz y de su labio inferior brotaba la sangre que discurría goteando desde su barbilla.
-¡¡Vete de esta casa, hija de la gran puta!! -gritaba él, fuera de sí, pegado a los visillos del balcón.
La mujer se fue arrastrando hasta salir por la puerta oscura que el hombre contemplaba al principio. Un rastro de sangre y bilis se perdía en la atmósfera sombría al igual que el quejido fatigoso de ella.
Observó cómo el pitillo de ella se consumía, junto a una de las patas de la mesa baja, dentro de una mancha renegrida sobre el parqué. Se hincó de rodillas para tomar con mimo el filtro del cigarrillo. Lo llevó a sus labios y comenzó a sollozar sincopadamente. Luego lanzó un bramido desgarrador y se aferró a la mesa baja para golpearse la frente hasta hacerse una brecha sangrante.
- ¡¡La sigo queriendo!! ¡¡La sigo queriendo!! -gritó enloquecido hasta que unos sanitarios, vestidos con chalecos reflectantes, pudieron contenerle.
- Queridos telespectadores -apareció en la habitación un mediático presentador con su micrófono inalámbrico surcándole la mejilla- vuestros votos, vía sms, han dado una clara victoria a la pareja formada por Yola y Esteban. El programa "De verdad de la buena", del canal 28, vuestro canal, amigos televidentes, los premia con cien mil euros y un viaje de siete días a las Islas Seychelles por su drama de telerrealidad retransmitido a más de veinte países en riguroso directo. Acérquense Yola y Esteban para recibir este merecido aplauso.
Yola, con la cara amoratada y del brazo de un sanitario de chaleco reflectante, se acercó al presentador. Al intentar sonreír, se llevó la mano al labio inferior con un gesto de dolor.
Esteban, con un apósito que le ocupaba buena parte de la frente, estrechó la mano del presentador.
- Te quiero, cariño -le dijo acto seguido a Yola , yendo a abrazarla.
El plató hirvió en aplausos mientras la iluminación inundaba con luces multicolores el cuarto espacioso de muebles de diseño moderno.
- Hágalo con sumo cuidado, por favor, está muy dolorida -le advirtió uno de los sanitarios antes de abrazarla.
- Y una sugerencia a cada uno de ustedes, estimados televidentes: hagan de su drama una telerrealidad en el canal 28 con el programa "De verdad de la buena" mandándonos un email con sus datos personales y con el título: "Somos telerrealidad". Un fantástico premio, como ya lo poseen Yola y Esteban, puede ser suyo. ¡Participe y convenza! ¡Hasta pronto, amigos!
Después el presentador mediático se desenganchó el micro y la habitación fue oscureciéndose entre el murmullo de los asistentes que iban abandonando las gradas del plató.