Ramiro Espiño
In Memoriam José Manuel Crespo
Hace un año dijiste adiós. En silencio. Conservaste en tu rostro esa bonita sonrisa que iluminaba tu cara a diario, que alegraba a cuantos te quieren (que son legión). Muchos, a pesar de saberlo desde el primer momento, no nos hacíamos a la idea de que cuando el cinco de junio te descubrieron tu cruel enfermedad, en apenas seis meses te irías de nuestro lado.
Luchaste. Siempre con una sonrisa en la boca. A tu lado lo hicieron tus seres más queridos y cercanos. Hasta que ya no se pudo más. Todos distéis un ejemplo de valor, de amor, de entereza. Y, desde donde estés, sabrás que ese amor sigue vivo. No hay más que escuchar como Bea y Estela, especialmente ellas, siguen hablando de “su cariño”, así te decía la niña en tus últimas semanas entre nosotros, ¿recuerdas?
Con 38 años y una maravillosa vida por vivir, te apartaron de lo que más querías. Tu mujer, Bea, tu pequeña y preciosa hija Estela, tus suegros, Tere y José Luis, tus cuñados, Tere y Josiño. Y tus amigos. Tus compañeros de trabajo en Treves. Todos te echamos de menos y al mismo tiempo sabemos que vives un poco en nosotros, porque has dejado huella, has sabido ganar un pedazo de nuestros corazones. Bueno, un pedazo o más bien el corazón entero.
Llegaste a Pontevedra desde tu Ferrol natal. No te gustaba. Quién te iba a decir que acabarías amando una ciudad en la que encontrarías el AMOR, así, con mayúsculas. Sí, ya sé que todo empezó en Sanxenxo y que entre la timidez de tú Bea y la tuya propia, casi hay que empujaros. Porque hombre, decidirte te costó nada menos que siete años. Eso sí, cuando lo hicisteis lo vuestro fue un cuento de hadas, desde aquel verano de 2008, culminado con la llegada de vuestra princesa Estela tres años después, también en verano.
¿Te das cuenta que vuestra vida está presidida por el verano? No podía ser de otra manera cuando se juntan dos soles. Pues esos soles siguen juntos en la distancia. Atrás va quedando el dolor inicial, sustituido por los recuerdos de tanta felicidad compartida.
Decía Baltasar Gracián “lo bueno si breve, dos veces bueno”. Pues lo vuestro fue breve, sí, injusto que terminase tan pronto, también, pero fue (y sigue siendo) sencillamente magnífico.
Adiós, José Manuel. O mejor, hasta luego. Desde hace un año sabemos que allá arriba hay un ángel que nos protege.