Antón Cruces
El luso y la ilusa
Tengo una amiga de toda la vida (nos conocemos desde pequeños) a la que no veía hace tiempo. Ayer me la encontré. Tras la sorpresa inicial decidimos tomar un café y me puso al día de lo que pasa en su vida.
La verdad que M. siempre ha sido muy guapa, pero me la encontré pálida y demacrada, cansada y desganada. Me dijo que estaba desconsolada porque atravesaba una mala racha con su pareja. Al parecer, hace unos tres años conoció a un portugués que le prometió el oro y el moro. Le ronroneaba al oído que él era un tío especial, The Special One le musitaba, y mi amiga, ilusa y romántica, se derretía con las palabras del luso.
Su sueño siempre ha sido casarse de blanco.
-Al principio todo fue bastante bien, me cuenta mientras revuelve su café con la mirada perdida, pero enseguida empezaron los roces.
Al parecer el portugués le empezó a contagiar su carácter agrio.
Aquí viene lo fuerte. ¡R. me confiesa que lleva casi un año sin quedar para nada con I., su AMIGA de alma! Y eso es muy raro, de hecho, aunque me esfuerce, no soy capaz de recordarlas separadas.
Pues este señor parece que ha conseguido relegar esa relación a un triste e inmerecido segundo plano. A lo mejor mi amiga tiene menos personalidad de lo que yo creía. Me sorpende. ¡Una locura! Al principio eran puyitas que con el paso del tiempo elevaron su rango al de dardos envenenados para acabar convertidas en puñaladas traperas. El portugués consiguió lo imposible, que mi amiga y su amiga se distanciaran. Antes uno no podía pasar un fin de semana sin encontrárselas a las dos por ahí, uña y carne, compenetradas al 100%, dos hermanas vamosuna pena.
M. me explica que este hombre tiene por costumbre invitar a comer a casa a un trío de portugueses muy especial. Me dice que hay uno, muy religioso, que a pesar de parecer altivo es un pedazo de pan y que le cae muy bien.
Es muy noble, me comenta.
Me habla de los otros dos. Uno parece ser un sosotorpe (así, todo junto), dice que cada vez que entra en casa se carga algo sin querer. El otro sufre un problema de agresividad. Cada dos por tres se cabrea y empieza a cabezazos con la pared o dar patadas a la televisión. Me confiesa que a veces tiene miedo y que no puede más. Dice que son una pandilla de tarados. Y que ya no sabe qué hacer. La bomba me la suelta al final. Ha descubierto unos mails que certifican que el portugués tiene un lío en Inglaterra con una exnovia y clarotodo tiene un límite. En esos correos el luso se deja querer.
Ella le ha confesado que lo sabe y el portugués saca balones fuera. ÿl asegura que todo es mentira, que es una manipulación y que la culpa es de su grupo de amigos, que solo buscan desestabilizar la relacióny ella duda claro porque a pesar de todo le quiere.
La ilusión y las promesas de una vida en común se han ido deteriorando muy poco a poco. Y eso que ella le dio todo y más. Renunció a sí misma.
Quizás sea mejor que se vaya ya de mi vida, reconoce mustia, pero con valentía.
A mí el tío este ya me cae mal sin conocerlo. Mi amiga se ha visto reducida a una sombra de lo que siempre ha sido y que la ha diferenciado de otras mujeres. Su saber estar, su belleza, su elegancia, su fuerzaeste cabrón me la ha dejado echa unos zorros.
Para terminar me cuenta algo que me hace abrir más la boca si cabe: cuando el tío salía por ahí o llegaba tarde a casa en vez de llamarla directamente mandaba a su secretario a dar explicaciones. ¡A su mujer! Hay gente para todo.
Incluso me dice que una amiga le ha visto comprando cajas de embalar en Ikea.
La ruptura es inminente. Me da pena mi amiga. Le tomo la mano y le sigo que no se preocupe, que todo va a ir bien y que se merece algo mejor.
Pero bueno me estoy liando yo venía a daros mi opinión de Mourinhoy al final se me ha acabado el espacio hablando sobre mi amiga.
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7.05.2013