Alba Piñeiro
Incendios en el Monte Pindo
La Tierra posee espacios cuya riqueza reside en su capacidad para fabricar oxígeno. El ser humano necesita, entre otras cosas, oxígeno para poder estar vivo y el sistema respiratorio (cuyos protagonistas principales son los pulmones) se encarga de que la sangre lo reciba correctamente. Los bosques son la principal fuente de oxígeno que tenemos en nuestro planeta, por lo que entristece escuchar constantemente en las noticias que se talan indiscriminadamente árboles o que se está produciendo una oleada de incendios.
En Galicia llevamos un mes en el que varios montes se quemaron. El Monte Pindo, en la provincia de A Coruña, con una gran biodiversidad en la que se incluyen varias especies únicas en el mundo, no ha tenido la suerte de ser la excepción a esa racha de incendios, provocados no sabemos a ciencia cierta todavía si por causas naturales, por imprudentes o por desalmados (no obstante, las dos últimas son las más probables) y en una de estas semanas de este mes de septiembre se han llegado a quemar en él cerca de 2.400 hectáreas. Afortunadamente, aún a pesar de que llegó a realizarse un desalojo que otro y de daños materiales no muy importantes, no hubo que lamentar fallecimientos.
Una vez producido y apagado el incendio, empieza a especularse sobre quién lo provocó y para qué. Por el Monte Pindo, integrado en la red ecológica europea Red Natura, se llevaba varios años luchando para que fuese declarado Parque Natural. Las primeras reacciones han apuntado a sectores que hubiesen querido evitar tal declaración, pues según para unos convertirlo en Parque Natural habría potenciado las medidas y el esfuerzo por parte de las instituciones para una mejor conservación, para otros su cambio de estatus pasaría a entorpecer determinadas libertades que tienen ahora, especialmente las relacionadas con el derecho a la propiedad. Tras las especulaciones, no podía faltar el cruce de dimes y diretes entre los políticos de turno, que en lugar de unirse incondicionalmente para solucionar este tipo de infortunios se dividen empleando las desgracias como arma arrojadiza. ¡Era visto!
Mientras, el Monte Pindo y sus vecinos (estén estos a favor o no del Parque Natural) sufriendo. Los vecinos, recuperándose del susto de haber sido cercados por las llamas, de días de incertidumbre en los que el fuego no cesaba, de desperfectos en sus casas como persianas derretidas y cristales que estallaron por el calor, también han tenido que enfrentarse a incomodidades respiratorias provocadas por las cenizas, al aire enrarecido con la consiguiente amenaza al sistema respiratorio. En cuanto comience el mal tiempo propio del otoño, al no haber vegetación existe riesgo de inundaciones. El Monte Pindo, asolado ahora, sin los árboles ni la vegetación que albergaba es el que más sale perdiendo, víctima de actitudes imprudentes y de políticos que no se toman la molestia ni de sentarse a analizar situaciones concretas antes de que deriven en algo peor, ni de poner en marcha las políticas públicas o las medidas adecuadas que puedan preservar su riqueza.
Quemar los bosques es un acto autodestructivo. Da igual que ideologías o impulsos irracionales lleven a alguien a hacerlo. Tierra hay una sola y si queremos seguir respirando, no acabemos con sus pulmones.