Pepy G. Clavijo
Islas
Robinson Crusoe al comienzo de su diario describe lo bueno y lo malo de encontrarse en una isla desierta, dice: "Estoy desterrado en una isla horrible, sin esperanza de salir de ella, pero estoy vivo y no ahogado", la soledad no es buena ni en una isla, ni en una ciudad rodeado de mucha gente y sin embargo solo.
Las islas para algunas personas forman un mundo distinto, sin embargo para las que han nacido en ellas o que hace tiempo que viven allí, no existe ninguna diferencia, organizan su vida de la misma forma que los de otra comunidad, la única diferencia es que para salir de ella tiene que ser, forzosamente, por mar o por aire. Pero ¡son tan bonitas!.
En Galicia tenemos islas maravillosas que nos invitan al descanso y a la contemplación y en todas ellas, al igual que en muchas que conozco, existe una leyenda o más. Para mi artículo he elegido la isla de San Simón, que como inmenso barco varado destaca su silueta en la ría de Vigo.
Pertenece a la parroquia de Cesantes (Redondela), frente a la punta de O Cabo, en un principio eran dos islas: la de San Simón y la de San Antonio hasta que en el siglo XIX (1830) se unieron por un puente, tiene 250 metros de largo por 84 de ancho, con un litoral escarpado, además hay otras dos islas, la de San Bartolomé y la de San Norberto y un poco más separadas se encuentran las Herbedosas ya en términos de Vilaboa.
Cuenta la leyenda que cuando Dios hizo el mundo, estaba tan cansado que apoyó su mano en la tierra de Galicia y los cinco dedos formaron las rías, pero aún le quedaba barro entre los dedos, y al sacudir la mano sobre el mar aparecieron las pequeñas islas.
Comparte la isla de San Simón una leyenda similar a la de A Toxa: una caballería se moría, su dueño la abandonó a su suerte; al cabo de cierto tiempo apareció reluciente y sana a causa de las aguas beneficiosas que la rodean.
En los siglos XII al XIV estuvo habitada por los caballeros del Temple, después llegaron los frailes franciscanos procedentes de Andalucía, que aprovecharon las ruinas de la antigua iglesia, hasta 1589 que tuvieron que abandonarla por la llegada del pirata - corsario Francis Drake que sembró fuego y violencia en esta ría, llegando, según la leyenda, a darle de comer a su caballo en el altar mayor de la iglesia. En 1596 ocupan la isla durante 5 años los monjes procedentes del Monasterio de Poio (benedictinos) huyendo de una epidemia que azotó Galicia en esa fecha.
Ya en 1602 vuelven los franciscanos pero al fin deciden abandonarla, debido a las continuas invasiones y fundan un convento en el lugar de Agrelo (Cesantes) que destruirán los franceses con un colosal incendio.
También fue espectadora de la famosa batalla de Rande, acontecimiento de gran importancia en la Guerra de Sucesión Europea (1701-1714). El Padre Feijoó describe con sus versos el combate y dice en una estrofa: "Chorei cando vin de fora // ganadas as baterías // e ainda o bronce de elas chora // vendo perder nunha hora // traballo de moitos días".
También fue, la isla de San Simón, usada como lazareto para aquellos que llegaban enfermos a bordo de sus barcos y debían guardar cuarentena antes de desembarcar.
Los enfermos se dividían en dos grupos: los que estaban en peor estado ocupaban la isla de San Antonio y los que convalecían eran confinados en la de San Simón, la comida se les servía en unos cestos especiales y sus ropas eran lavadas con agua hirviendo y secadas en un saliente rocoso, que aún se le llama el "muelle das monxas". El lazareto dejó de funcionar en 1910 pues ya había vacunas que no hacían necesario el aislamiento.
Con el andar del tiempo, la isla sería testigo de más acontecimientos no deseados, el terror y los asesinatos se sucedieron en los años de la posguerra española, en los que este archipiélago se convirtió en campo de concentración donde morían a diario tal cantidad de presos que el pequeño cementerio se vió desbordado y tuvo que usarse para enterramientos el de Pereiro en Vigo y el de Lavadores.
Desde el año 1986 la isla pertenece al Estado, depende del Ministerio de Agricultura y Pesca y las visitas que estaban prohibidas, ahora ya está abierta al público, cuidada y conservada como un museo de la Naturaleza, para disfrute tanto de niños como de personas mayores.
La isla de San Simón ha recibido piropos de poetas y pintores, la han llamado: "Illa do amor e da norte”, "Piedra rústica de la religión seráfica” y también "La isla de los pájaros”.
No podemos olvidarnos de Mendinho que decía de ella: "Sedia-m’eu na ermida de San Simón // y cercaron – mi – as – ondas que grandes son”.
También yo he escrito un poema dedicado a la isla, un día luminoso en el tren que me traía de Vigo a Pontevedra y que invitaba a la poesía. Dice así algunos de sus versos:
Isla de San Simón // modelo de pintores //
Inspiración de poetas // isla de mis amores.
Los trovadores // te cantaron en la antigüedad //
Pero hubo un tiempo infame // que no debemos olvidar.