Pepy G. Clavijo
Y Pontevedra se fue a Marruecos
Sí, nos fuimos, con espíritu positivo, después de hablar mucho sobre lo que significa este país para mi, un país desconocido para muchos, pero muy querido por mi familia.
Hicimos el recorrido en autobús hasta Mérida, la Emérita Augusta de los romanos, dormimos en el Hotel "Las Lomas", aunque antes habíamos parado varias veces (parada hidráulica, le llama nuestro guía marroquí, Nabid) y por supuesto comimos en el Hotel Helmantia.
Pasamos Almendralejo y Zafra, al día siguiente, "El túnel de la Media Fanega" y llegamos a Sevilla, pero nuestros pasos (o nuestras ruedas, se dirigían al puerto de Santa María).
En la playa de Valdelagrana está el Hotel Puerto Bahía y allí pasamos la noche, pero como llegamos temprano nos fuimos a "Mi Cádiz" (mi tacita de plata). Pero ya nos comían las ganas de atravesar pronto el Estrecho, así que fuimos camino de Tarifa "La Julia Traducía" de los romanos, los 15 km. de largo y 250 m. de profundidad, se hicieron en una agradable travesía y por fin pisamos "la bendita tierra mora".
Tánger (que la visitaríamos a la vuelta del recorrido), nos vamos a Chaueu (Chefchauen), al sur de Tetuán, con recuerdos de mi niñez.
Chauen es una pintoresca ciudad limpia y blanca, las mujeres llevan el "jaique" de color blanco o negro (si están de luto), fue fundada en 1471 por Muley Ben Rasid, sus habitantes hablan además de bereber un español del siglo X, huele a "quif' en todos los cafés.
La puerta Bad el Aid es la puerta marrón (Bad es puerta en árabe), paseamos por sus calles empinadas o con escaleras, pintadas de azul y blanco, tiene parecido a los pueblos de las Alpujarras andaluzas, se encuentra en la región de Yebala.
Encontramos a Totó nuestro guía de otros años, simpático como siempre él dice que "los que comen en el mismo plato no pueden hablar porque pierden bocado".
Chauen significa "ver los picos de la montaña" se encuentra a 600 m. de altura, de aquí salieron grandes sabios y científicos.
Nos explicaron cómo se hace la "hena" y sus múltiples aplicaciones. Comimos en el bonito Parador como en años anteriores y seguimos a Fez el Hotel Jnan Palace nos esperaba. Entramos en la Medina la más bonita de Marruecos y la más grande.
Los palacios son parecidos a los de la Alhambra, puerta de entrada a la Medina, por un lado es azul y por otro verde (la esperanza), se construyó en el año 1913. El barrio de los pintores es punto y aparte.
El pico más alto de Atlas es el Trigal y ya entramos en el primer poblado bereber (Imusef) a la entrada hay una enorme piedra, es el famoso león del Atlas, aquí abundan los monos, de ellos descienden los que hay en Gibraltar. Mrif es un pueblo bereber famoso por sus caballos.
En Beni Mellal comimos, este pueblo comenzó siendo un "zoco" (mercado), hoy es grande, se encuentra en la llanura de Tadla.
Continuamos a Marrakech, pasando por los pueblecitos del medio Atlas (Ifrane con sus casas de techos inclinados), Khenifra (nada que ver con la Kenitra del norte).
Marrakech tiene una situación perfecta, su cielo luminoso indica que el Atlántico no está lejos, pero también es la ciudad "oasis" una ciudad del desierto con largas avenidas pobladas de naranjos, los colores rosados de sus casas actúan como un filtro de luz.
Marrakech es la creación del sucesor de Yusuf Ben Tashufin (AIi Ben Yussef), fue el que mandó construir la mezquita que lleva su nombre y el complicado sistema subterráneo de riego.
La mezquita Kutubia fue construida por orden del Abb el Mumin, los jardines de la Menara los mandó hacer Muley Suleiman, pero el gran espectáculo lo constituye la concentración enorme de la Plaza Yemaa el Fna (Yemaa significa reunión), y por eso allí se pueden encontrar las cosas más diversas desde mercaderas, aguadoras (tan típicos), curanderos, saltimbanquis, hasta "los dentistas" (cuantas más dentaduras muestran, más importantes son), los encantadores de serpientes hacen mil cabriolas con ellas, un buen lugar para contemplar la Plaza por la noche es la terraza del Café de France, mientras saboreamos un té con hierbabuena y mucho azúcar (para no quemarse se debe coger el vaso con un dedo arriba y otro abajo).
En la Plaza hay numerosos "Bakalitos" (tiendas), donde puedes comprar los famosos Kaftan.
El Hotel Kenzi Farah es una preciosidad. Partimos hacia Casablanca (Dar el Baida = Dar es casa y Baida blanca) es una gran ciudad tradicional y moderna al mismo tiempo. Su corazón está en la plaza de Mohamed V, la nueva Medina fue construida en 1923. Allí se encuentra el zoco de los metales, los techos de cedro, escultura, azulejos de cerámica policromados y rejas de hierro forjado. En el Jardín de la Liga Árabe se respira calma y tranquilidad.
Y llegamos a Rabat con bellos edificios y sus sombreados bulevares, visitamos el mausoleo de Mohamed V obra de arte marroquí tradicional, llevada a su expresión más perfecta: madera, mármol esculpido, bronce, todo con un refinamiento y gusto exquisito; además del rey allí están enterrados su padre y su hermano.
La Kasbah de los Oudaia tomó su nombre de los descendientes de una tribu árabe (S. XII) sus muros se remontan a la época almohade, en ella se encuentra el museo con fabulosas joyas hispano-árabes y bereberes, instrumentos musicales, viejos coranes y una rica colección de alfombras.
Otra vez en la carretera, pero ahora el corazón late con prisa, estamos camino de Arcila, el pueblo donde yo pasé los mejores años y donde nació mi hermano, una vez allí recorrimos la Medina ¡qué bonita está! Encontré a mis amigas que viven allí, entré en la casa de mis recuerdos, nada ha cambiado todo sigue más o menos como estaba, lo mejor fue que toda la gente pontevedresa que forma parte de este viaje venían encantados, con una idea distinta de la preconcebida sobre Marruecos y eso nos alegró mucho. Gracias, tenemos que dar a todos.
La última noche fue Tánger, ya no es lo que era pero sigue bien, el Hotel Movenpick en el cabo Malabata fue nuestro fin de trayecto, al día siguiente cogimos el barco y a través de Portugal llegamos a Pontevedra.