Rafael FJ Rios
Palabras on air
Recopilemos y contemos las grandes palabras que se pronuncian en los foros públicos: dispuestas sobre la mesa le podremos aplicar a este mapa de calor los puntos cardinales, la rosa de los vientos, la izquierda, la derecha, el centro, las ordenadas y las abscisas. Comparemos ahora las actuales con las de finales de siglo.
Aquella resesa verborrea de lucha de clases, clase obrera, socialismo, revolución proletaria… cae con el telón de acero. El factor diferencial en la cultura del momento era que había un claro pensamiento dominante que estaba basado en un intenso trabajo y presencia en los medios: un sinfín de artículos publicados en revistas prestigiosas, miríadas de libros que cantaban las mieles de la teoría socialista, grandes personajes de la cultura elevados en la tarima profesoral derramando loas y bendiciones sobre las condiciones de vida de los países de régimen socialista sin haber constatado nada, por pura ideología colectiva.
Mientras la cultura occidental leía, cantaba y contaba, daba sesudas conferencias, abría debates, publicaba manifiestos y se manifestaba por los oprimidos del mundo (del mundo democrático, claro), los chinos se encontraban en medio de la esclavitud más terrible, los rusos no eran ciudadanos ni siquiera de tercera clase en un país militar tomado por la miseria, los cubanos estaban atados a la nada del caimán para ser esclavos encerrados bajo una lluvia de propaganda sin alimentos. La fiesta intelectual de occidente no veía pasar bajo sus pies a los esclavos de los gulags. Sartre en la tarima de la Sorbona, sentados a su alrededor los talluditos estudiantes con el rostro ido, con el arrobo de aquella soberbia. Sartre militaba en el maoísmo sin Mao.
Suponemos su ignorancia respecto a la sociedad china de ese momento, (Frank Dikötter. La gran hambruna en la China de Mao) cuestión que no es óbice para abrazar las ideas del mismo comunismo que mantenía esclavos bajo su bota. Es posible que las obras completas de Mao le resolvieran sus entelequias intelectuales. Por Santiago se vendía el Libro Rojo en tamaño catecismo, nunca mejor dicho.
Si tenemos a la vista las grandes palabras del actual mundanal ruido, es posible no equivocarse al elegir la número uno. Cambio Climático, con mayúsculas. Los cambios climáticos se producen en el planeta Tierra desde que el mundo es mundo y abarcan cientos de años en cada período: hoy los plazos se han acortado ya que la submodernidad ha generado un nuevo período climático, el período electoral.
A resaltar una particularidad: la intensa búsqueda a lo largo de décadas por parte del socialismo universitario de un elemento inapelable, indiscutible desde cualquier punto de vista, asunto tal que una vez encontrado se ubique fuera de todo debate, que tenga como consecuencia la obligatoriedad de la sociedad para con la teoría. Este supremo argumento que sobrevuela las sociedades sin que le afecte ninguna crítica ni interrogante tiene un objetivo final pese a la maraña que la pueda acompañar. El objetivo supremo que vienen persiguiendo desde hace décadas en la parte occidental del mundo. Derribar la libertad económica. Atacar el origen del desarrollo y riqueza de las naciones. Consecuentemente se abre una vía de agua en las sociedades libres para reducir y atacar las libertades, por tanto, la Libertad.
Esto viene de lejos. Hubo una asignatura en la escuela de Empresariales de Torrecedeira que estaba íntegramente dedicada a un solo manual, libro publicado por el Club de Roma de amplísima fama y difusión -que corría por las aulas universitarias, los suplementos culturales, los debates y demás ralea pagada con dinero público-, en el que se vaticinaba que pasado el año 2000 si seguíamos produciendo así -es decir, en la libertad capitalista- la tierra no podría alimentar a todos los habitantes del planeta por agotamiento de los recursos. Años 80. Esa búsqueda del mecanismo que impida la vida del sistema capitalista en libertad -que ha de obedecer a una entidad superior: el comité central, quizá- se ha llevado a cabo de forma ininterrumpida desde las facultades norteamericanas -el agujero de ozono, la sostenibilidad, p.ej.- hasta dar con el quid de la cuestión: el clima castigado por la acción del ser humano y que de forma acelerada provoca mil y una hecatombes.
Aquel Mariano Medina con su programa sobre el tiempo -ahora ya se desecha el término: enfocados al Clima de forma directa- con las isobaras, el anticiclón de las Azores… cinco minutos de información, aquello pasó a mejor vida. El Tiempo ya es un programa diferente del Telediario, los minutos dedicados sobrepasan el cuarto y la media hora, el nivel de recursos implicados es máximo, la información estricta deja paso a la opinión y a la narrativa. A lo largo del siglo XX todos los sucesos provocados por los fenómenos atmosféricos tardaban días en ser conocidos, lo eran casi siempre sin imágenes o en una fotografía en b/n en el periódico. La mayoría no llegaban ni a un cuarto de columna y el resto desaparecían sin dejar rastro. Hoy la tecnología de comunicación es inmediata, todo suceso tiene imagen en vivo a todo color, entrevistas, avalanchas, inundaciones, sequías, drones, aviones… las imágenes son convenientemente lanzadas al ojiplático ciudadano que ve como el mundo se cae a pedazos. Se incorpora así el programa al pensamiento dominante como diría el poeta: estamos en otra torreta ideológica pagada con nuestro dinero cuyo origen es el famoso panel del IPCC elaborado en la ONU por científicos voluntarios, muchos pertenecientes a las más afamadas democracias árabes y orientales. Jó, qué noche la de aquel día.
El IPCC no lleva a cabo una labor de investigación propia; tampoco ejecuta modelos ni efectúa mediciones de fenómenos climáticos o meteorológicos, sino que su papel consiste en evaluar las publicaciones científicas, técnicas y socioeconómicas pertinentes para entender el cambio climático. Dixit el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
En España recuerdo nítidamente a la izquierda manifestarse contra el cambio climático, hace nada. No contra el paro, no. ¡Contra el cambio climático! Denota claramente la consideración de la oportunidad y el grado de importancia que otorga a este asunto la izquierda. En la intervención final de la manifestación apareció un catedrático de Bioquímica que ocasionalmente hace de actor ignorante urbi et orbe. Este científico y catedrático terminó su alocución a los creyentes llamándole imbécil a su alcalde. Clima climático. En cambio ¿quién conoce el manifiesto de 1200 expertos nacionales que afirman que no hay emergencia climática? Nadie. ¿Por qué?
Las energéticas y las entidades financieras empujan de forma muy considerable, ellos son los que van a conseguir la mayor tajada junto con la casta política. Dinero que sale del bolsillo de los ciudadanos europeos y americanos, si nadie lo remedia. El volumen de negocio puede ser impresionante. Dice en una entrevista la ingeniera industrial que fue presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear, Premio Mundial de Ingeniería en 2018: hay cambio climático desde hace 4.500 millones de años, la edad de la tierra. La última glaciación la tuvimos hace 12.000 años. Desde entonces hay calentamiento y, después, en 20, 100 ó 200 años, vendrá un período glacial.
Esta pulsión de doblegar la libre decisión ciudadana y obligarla a financiar a uña de caballo lo que decidan los grupos de poder es lo que está provocando todas las tensiones energéticas, Putin al margen. Alemania abandona la energía más limpia y barata, la nuclear, obligada por sus ciudadanos ecologistas, ciegos. España cierra minas, centrales, no porque lo decidan los que han puesto el dinero y financiado sus instalaciones, no, es el Comité Central, digo, el Gobierno el que manda cerrarlas como si estuviéramos en Corea del Norte. De lo que se desprende que la ciudadanía tiene que ser tutelada porque es menor de edad y democráticamente no puede decidir nada.
A lo largo del tiempo los cambios -aparición de la electricidad, del motor, el ferrocarril, el avión, el petróleo…- que se han producido lo han sido por la iniciativa de inventores, por las inversiones de los financieros que a su vez aglutinan ahorros de los ciudadanos, por los visionarios de la técnica… en resumen, un asunto privado. Hoy es la burocracia política y la izquierda en primer lugar, que jamás han llevado adelante ni una pyme de pitiminí, las que van a cambiar nada más y nada menos que la energía mundial. Un asunto de billones de dólares. ¿Por dónde empezar? Primero por la imposición, visión del mundo excluyente: o cambio climático o eres un fascista. ¿Tendrá algo que ver con que nos quieran arrebatar algo a los indefensos ciudadanos? ¿Nuestro dinero, acaso? En los acuerdos y reuniones sobre el cambio climático realmente de lo que se habla es de dinero. No ha salido ni una sola medida efectiva que se aplique de forma global porque los que enmierdan el mundo con montañas de plásticos y desechos básicamente son China, India y los regímenes orientales. Éstos son los que van a fijar las partidas presupuestarias que les vamos a pagar nosotros para ir bajando de nivel de vida y de libertad. Ahí está la izquierda. Luego tenemos a EEUU que produce otro tipo de polución, atmosférica.
En resumen, ¿querrán algo de nuestro ir y venir, nuestro viajar, pensar, hacer lo que nos dé la gana? Por lo pronto los costes de la energía arrasan las clases medias, que además son costes intervenidos por la Política hasta el corvejón: sacas los costes de la casilla A e incrementas los pagos de la casilla B. Cuando la zarina Catalina II quería visitar pueblos y aldeas, el favorito, primer Ministro de la Corte y asiduo visitante a los teatros de la capital, Potemkin, corría raudo y veloz: en frente de la miseria campesina de las chozas era capaz de instalar un atrezzo, especie de paneles dibujados, pintados y construidos que semejaban casas, chozas y cuadras de buen ver, con el fin que desde el coche de caballos la zarina no se diera cuenta y se contentase con lo que observaba al paso. ¿Qué nuevas palabras pueblan el ruido diario con las que los Potemkin nos van dando alimento espiritual?: Feminismo, Género, Resiliencia, Bienestar Social, Vulnerables, Igualdad, LGTBI, Transición Justa, Producción Sostenible, Digitalización, New Green Deal… y finalmente, Agenda 2030. El índice del programa electoral del partido socialista -11 páginas de progreso, solo de índice- cita una sola vez la palabra socialismo. Es el balance y arqueo de la matraca de la sociedad socialista que durante siglo y medio promueve: desaparece para poder seguir viviendo. Queda enterrado en las mazmorras para que pueda realizarse el número de escapismo. Voilá. Para no hablar de socialismo cuánto hay que inventar. Construir una nueva ideología sin que se note que realmente es a donde queríamos llegar.
Habrá que abrir esta sandía. Otro día será.