Rafael FJ Rios
El Estado siempre crece… con las crisis más
No dejo de sorprenderme cuando se da cuenta de la publicación de los presupuestos de cualquier institución, ya sea ayuntamiento, autonomía o los mismos presupuestos generales de la nación. Se saluda siempre el incremento de las partidas que lo conforman sacando a pasear loas y bombas de palenque. Sea la situación que sea, previsiones económicas por recesión, situación social… da igual. Yo he trabajado en una empresa que cuando entré seríamos más de 50.000 trabajadores, y en 25/30 años la cifra se redujo a la mitad. El entorno tecnológico y la vida económica de la nación impedían el mantenimiento de tal cantidad de puestos de trabajo en dicho sector. En cambio en el sector público parece que da igual todo, visto desde fuera el criterio para elaborar el importe de los presupuestos parece que es levantar el dedo y soplar, sin preocupación alguna por el volumen de costes asignados a familias y empresas, como si el dinero manejado fuera propiedad de la Política. A pachas con las páginas de economía.
Por una vez vamos a adentrarnos en el proceloso mundo de la terminología sosiá: de acuerdo con las estadísticas publicadas España es ya el sexto país de la OCDE que gasta 7 puntos por encima (un 33% más !!!) del promedio de los países desarrollados.
Alrededor de 350.000 M de €. Superando a países con unos Estados de bienestar superiores o muy superiores al nuestro, tal como los de Alemania, Dinamarca, Suecia o Noruega. ¿Cuáles son los elementos que se tienen en cuenta a la hora de contabilizar el gasto sosiá? En los Presupuestos 2023 se relaciona la retahíla bienpensante y embarullada:
Fin de la Pobreza,
Hambre Cero,
Salud y Bienestar,
Educación de calidad,
Igualdad de género,
Reducción de las desigüaldades.
Para ello se ponen en marcha dos tinglados, nunca mejor dicho:
Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Y la
Estrategia de Desarrollo Sostenible.
¿Qué hay detrás de este barullo? Por ningún apartado aparece creación de riqueza, puestos de trabajo o inversiones. Será que con estos puntos no llegamos a buen puerto y con los titulillos ideológicos anteriores alcanzamos la felicidad.
Hay que acostumbrarse a fiscalizar los hechos y a final de año ir pasando lista: ¿Desigüaldad? Tanto hay y tanto había al inicio de ejercicio. ¿Educación? ¿Salud? ¿Igualdad de género? ¿Puestos de trabajo? ¿Riqueza per capita? Así con todo, detectar cómo queda una sociedad una vez que se la esquilma a impuestos mientras las cuentas públicas son desequilibradas de una forma temeraria.
El sector privado -junto con las familias son los que_soportan_todo_el_tinglado- queda envuelto en regulaciones, reglamentos, prohibiciones, obligaciones, nuevos tributos y subidas de los que hay, proliferación de ministerios, de organismos públicos… veremos qué es lo que queda de todo esto.
Mientras, vayamos al título. De forma similar a un adolescente que tardamos en verlo unos meses, al Estado y los que lo sirven como esclavos egipcios arrastrando el obelisco, al Estado, digo, no le sirve el traje de hace nada. Exige más: más tela para el zangolotino. Y la prioridad de los que desgobiernan es darle a la máquina del gasto sin duelo ni temor tal como los votantes han querido.
Como la prioridad es llegar al siguiente Consejo de Ministros y salir en los medios como los reyes del mambo no hay otro objetivo que hacer lo que sea menester para que esto siga así. Pero ha surgido un detalle importantísimo que no se recoge con la importancia debida. Se publicaron los datos de crecimiento del PIB del IV trimestre con el resultado de un crecimiento raspado del + 0,2% cuando todas las estimaciones y analistas predecían una entrada suave en recesión técnica. Pero quietos todos: a finales del año pasado el afán latinoamericano los ha llevado a intervenir en un organismo independiente del Gobierno para cambiar su cúpula. ¿Cuál? El Instituto Nacional de Estadística. ¿Y qué hubo mihermano? Que los datos trimestrales con los que salen a la palestra no recogen los datos de diciembre. ¿Han leído bien? El gobierno español de este siglo XXI, democracia avanzada integrada en la Unión Europea, sociedad democrática con una Constitución que ampara a todos, se han comido un mes de datos -¡¡¡nunca ha sucedido!!!- con la excusa de que no los tenían en sus manos. Feldespato enriquecido. Es una actuación bolivariana. Aviso a transeúntes.
¿Qué dice el tercer trimestre sin contar diciembre? Dice que todo cae, todo. Excepto el gasto político. Las caídas son generalizadas, algunas de forma perpendicular. Solamente crece el gasto de las administraciones públicas. Ya solo nos falta que nos digan los datos escondidos del mes último. Y con esto arreglamos: camino del éxito, de las nubes caen euros como chorlitejos, por las calles saludamos la llegada de nuestros salvadores el señor Resiliencia y doña Vulnerable, el sol se oculta bajo la serena tranquilidad de la obra bien hecha para irnos a dormir con la sopa boba en el buche.
Un último apunte. Aquí les dejo los ingredientes de la sopa boba: los que fueron Estado y nada más que Estado lo van tirando por la borda como una pesada carga, para elevar el bienestar de sus ciudadanos. En la parte (muy) inferior de la tabla están cuatro jinetes que cabalgan monturas deslomadas cargadas de Estado: Francia, Italia, Alemania (cuidado con el primero de la clase que se ha juntado con los chonis), y por último, España. Pobres españoles, condenados a soportar a los inútiles y llevarlos a cuestas. Y no solo eso, cuando todos sabemos que la gestión socialista siempre provoca destrucción económica y pérdida de riqueza ahora añade lo peor: la inestabilidad institucional, la embestida a los principios constitucionales que inicia un camino radicalmente peligroso. A los hechos nos debemos remitir.