Rafael FJ Rios
Barón Lawson de Blavy
Chancellor of The Exchequer en la terminología al uso en el idioma de Su Graciosa Majestad, Ministro de Economía y Hacienda en el ejecutivo liderado por Thatcher que alimentó la caldera liberal durante los años de aquel gobierno que sacó a Inglaterra del fondo, la elevó a Par de EEUU y finalmente, como le ocurre a todo gobierno democrático, cae y pone punto final a su gran travesía, no sin antes permanecer como ejemplo para el mundo económico y liberal, y ejemplo también y asidero espiritista para todos los igualitarios del mundo uníos que ante su sola mención enarbolan tal sonajero como lo haría un salvaje y libre indio paiutee invocando a Manitú.
¿Qué hizo Nigel Lawson? Coger a manos llenas todos los sectores económicos que estaban en manos del Estado bajo la batuta de la Política y la Ideología Sindical y liberar a Willy. Todo privatizado: la propiedad, en manos privadas mediante la canalización de los ahorros de las familias y empresas en forma de accionistas; la gestión, en manos de gestores profesionales radicalmente en búsqueda del beneficio económico, es decir: exigencia laboral para generar ingresos, exigencia laboral para obtener incrementos de los salarios por actividad, exigencia de empresa para competir en el mercado, aumento del número de puestos de trabajo en donde se necesitaba especialización, aumento de la remuneración al accionista… etc, todo ello a través de la generación de riqueza. Simple. Por supuesto que muchos perdieron el puesto de trabajo en esos sectores intervenidos: tuvieron que buscarlos en otras parcelas de actividad porque las empresas públicas perdían dinero a chorros, estaban incapacitadas para vivir en el mundo de la empresa sin la respiración asistida del dinero de los contribuyentes…, pero la causa principal y causa origen era que estaban llenos del elemento que siempre conforma la intervención política y sindical: aire. Un ejemplo: si fuese una empresa que no estuviera suspendida en el éter por el dinero público, ¿qué contiene nuestro Correos? Aire. En forma de deuda, pérdidas, nepotismo político e intervención sindical. Están al mando esas manos ociosas que no se han ganado una nómina con el sudor de su frente en su vida porque han vivido de la cosa pública desde siempre. ¿Quién paga la fiesta? Nosotros, quién la va a pagar. Y sus trabajadores: si no estuvieran mediatizados por el poder sindical veríamos qué cosas chulísimas nos contarían. Lo de los aviones a Hong Kong y a Iberoamérica va a formar parte de los titulares en un futuro. ¿Qué necesita Correos? Entrar con la rebarbadora, sacar a los políticos de la gestión, eliminar hasta la racionalidad horas sindicales, liberados y subvenciones y acomodar el tamaño al negocio que hay para luego buscar nuevos nichos para el crecimiento. Convertir Correos en una empresa privada para que el aliento del cliente esté permanentemente en el cogollo de sus administradores y trabajadores y, por supuesto, que obtenga beneficios con los que sea capaz de mantener todos los puestos de trabajo, pagar a proveedores, remunerar a sus accionistas y pagar impuestos razonables. Crecer. Para ello, a cotizar en Bolsa. Sirvan de ejemplo:
Deutsche Post: vale más de 63.000 millones de €. Su beneficio ronda los 10.600 millones de €. Royal Mail PLC: ha comprado dos empresas españolas: ASM y Redyser Transporte. Factura alrededor de 13.000 millones de libras.
No vamos a mencionar los salarios que tienen los trabajadores de las empresas anteriores comparándolos con los sufridos empleados españoles. Además de planes de pensiones, seguro médico… y accionistas de su propia empresa. El capitalismo, en suma. ¡Ah! No olvidemos los impuestos: lo que pagan alemanes e ingleses por su actividad libre de políticos es mucho más que lo que aporta la quebrada Correos.
Hemos cogido de ejemplo Correos pero podíamos coger cualquier otra. No digamos ese pedazo de empresas públicas que pueblan el paisaje político mediopensionista cuyo objetivo interno es enderezar plátanos. Correos va alcanzando la altura socialista que se le supone: de los cuatro últimos ejercicios que tengo a mi vista entresacamos los datos relevantes:
- De cada 100 € que factura, pierde 13,5.
- De cada 100 € que tiene a cobrar, debe 192. Y subiendo como la espuma.
No hay derecho. Estamos en el siglo XXI y campa por sus respetos esa concepción retrógrada, atrasada… Una continua pérdida de tiempo y de energía invertida en el fracaso, uno tras otro… no hay derecho.
Estábamos con el señor Lawson. La intervención pública socialista se basa en lanzar una y otra vez decretos, normas, controles, autorizaciones, fiscalizaciones, impuestos, tasas… sobre la actividad comercial y empresarial. El resultado de toda la maraña que cae sobre empresas y ciudadanos es la ineficiencia en primer lugar, para luego incorporar a la cuenta de explotación todos los costes artificiales e inmediatamente tener que subir precios. Los más débiles cierran por no poder asumirlos y quedan fuera de mercado. En todo caso las empresas no pueden obtener resultados con el mínimo posible de recursos que es a lo que se dedican permanentemente. Nigel Lawson y su Primera Ministra Thatcher se lanzaron sobre la selva burocrática, intervencionista, sindical y socialista y lo desbrozaron todo. De allí salieron al cabo de poco tiempo nuevas empresas, empleos, actividad, impuestos razonables e incremento de riqueza de la ciudadanía. Inglaterra volvió a ser una primera potencia económica en el mundo. Y sobre todo: los ciudadanos multiplicaron su nivel de vida.
Nigel Lawson, barón Lawson de Blavy, acaba de morir. Fue periodista y entre otros papers llegó a dirigir The Spectator, un honor, una publicación fundada por el liberalismo inglés de 1711.