Rafael FJ Rios
La hora es ya (continuación)
La violencia política es un concepto que consiste en recurrir a la fuerza, apelar a la fuerza, agredir, robar, odiar. Morir y matar violentamente. Las elecciones de febrero de 1936 fueron un pórtico para una revolución que, como tal, desató un tsunami de violencia contra las "tres fuerzas a las cuales la República declaró la guerra: la Iglesia, la propiedad privada y el Ejército".
Desórdenes que comenzaban con el incendio de iglesias y conventos, se prolongaban en actos de terror y terminaban con el asalto a centros políticos y domicilios de los "enemigos del pueblo". La simultaneidad de sucesos de carácter idéntico en diversos sitios demostraba que no eran espontáneos, sino preconcebidos y dentro de un plan. En muchos sitios las turbas fueron dueñas de las localidades jornadas enteras, sin que nadie les hiciera rostro ni frenara su barbarie. De estos desmanes poco decían los periódicos y las radios, pues la vigilante censura se cuidaba de impedirlo y únicamente transcendían al público algunos de estos sucesos como rumores que al correr de los días ganaron volumen y gravedad.
Azaña: "Ahora vamos cuesta abajo, por la anarquía persistente de algunas provincias, por la taimada deslealtad de la política socialista en muchas partes, por las brutalidades de unos y otros, por la incapacidad de las autoridades, por los disparates que el Frente Popular está haciendo en casi todos los pueblos, por los despropósitos que empiezan a decir algunos diputados republicanos de la mayoría. No sé, en esta fecha, cómo vamos a dominar esto".
Pero no comienza la debacle de la nación en 1936:
Tras las elecciones municipales del domingo 12 de abril de 1931 los acontecimientos se precipitaron rápidamente. Aunque las municipales las habían ganado los monárquicos, con 22.150 concejalías frente a las 5.875 conseguidas por los republicanos, los republicanos ganaron en las capitales más importantes. El pacto de San Sebastián del verano anterior entró en funcionamiento y Alfonso XIII, como es sabido, optó por el exilio.
El 11 y 12 de mayo, ante la inhibición complaciente de la autoridad, tan parecida a la complicidad, ardieron en el centro y en las barriadas extremas de muchas ciudades españolas infinidad de iglesias, conventos y edificios, siendo otros muchos saqueados y destrozándose en todos ellos famosas obras de arte. Fueron muchos los que creyeron que en esas jornadas de ignominia no se habían quemado únicamente los templos, las bibliotecas, las imágenes y las pinturas, testimonios de arte, de la piedad y de la cultura, sino que en las piras había ardido también el propio régimen.
La Coruña. Después de asaltar las casas de los Padres Jesuitas y de los Hermanos Maristas, incendian el convento de los Capuchinos, 2 julio, 1931
Templos e imágenes artísticas que sufrieron atentados en estos primeros meses de 1931, conocido el período como Las semanas de la gasolina: la impunidad de que gozaron los incendiarios y depredadores de iglesias supuso que continuaran con mayor tenacidad en sus sacrílegas empresas sabiendo que estaban inmunes de cualquier condena. Así lo demostró el hecho de que las referidas jornadas aciagas de mayo de 1931 se revivieran a lo largo de 1932, en diversos puntos de Galicia... especialmente en octubre.
En mayo de 1933 los atentados vuelven a repetirse: los obispos gallegos informaban al Nuncio para que llegase a la Santa Sede:
"Iglesias incendiadas en 1933:
iglesia de Bemantes (Coruña), tres iglesias de Miño (Ferrol), iglesia de Noguerosa (Puentedeume), iglesia de Cigras (Coruña), iglesia de Anceis (Coruña), iglesia de San Pedro de Nos (Coruña), iglesia de San Jorge de
Iñás (Coruña), iglesia de San Cristóbal de Ferrol, iglesia de Nuestra Señora de la Merced de Chanleiro (Ferrol), iglesia de la Magdalena de Cabañas (Ferrol), iglesia parroquial de Sobredo (Ferrol), parroquia de Elviña (Coruña). Éstas figuran como iglesias incendiadas en 1933, y como iglesia gallega atentada la de San
Andrés en Coruña. También se registró un atentado contra el palacio episcopal de Tuy al ponerle una bomba.
La persecución en la España republicana fue una tarea continua hasta el final de la guerra en marzo de 1939, pero que vivió los momentos más duros hasta el verano de 1937.
Es indudable que la revolución quiso hacer desaparecer totalmente la influencia de la Iglesia Católica y para ello era necesario eliminar sistemáticamente al clero: sacerdotes, religiosos, religiosas, y a los miembros de las asociaciones afines a ella, como eran los afiliados a la Acción Católica. También influyó negativamente la propaganda anticlerical, sostenida continuadamente desde muchos de los medios de comunicación, periódicos y revistas, y también desde otras publicaciones empeñadas en un objetivo claro y determinado: desprestigiar a la Iglesia.
Los autores que se han dedicado al estudio de la persecución religiosa en la República y la Guerra Civil han clasificado el asombro:
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Asesinatos de obispos, sacerdotes, religiosos, monjas y seminaristas;
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Asesinatos de seglares por mitos religiosos;
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Detenciones y encarcelamientos de eclesiásticos y seglares;
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Incendios, saqueos y profanaciones: quemas de iglesias y conventos.
son continuas las represalias, las detenciones, los registros domiciliarios, las delaciones y los asesinatos por ser sacerdotes, religiosos o afines a lo católico, o por el simple hecho de acudir a misa o ser militante de Acción Católica.
En total alcanzan a 6.771 religiosos, de las cuales en Cataluña lo fueron en 2.030, la siguiente cifra más importante fue en Valencia con 1.028, y la tercera Madrid con 1.009 víctimas. En el esencial libro de Vicente Cárcel Ortí La persecución religiosa en España durante la Segunda República 1931-1939 se cita: "No hay duda de que eso que hemos venido llamando "persecución religiosa" se nos muestra más plásticamente en millares de templos destruídos, Cristos mutilados y parodias sacrílegas, que en las ráfagas del paredón nocturno, …. resalta en su aniquilamiento el odio a lo que está detrás, a Dios…".
¿Qué hacen entre 5000 y 8000 cadáveres enterrados en siete fosas comunes en un pueblo cercano a Madrid? ¿Quiénes son? ¿Cuándo fueron tirados allí? ¿Cómo fueron asesinados? En muchos casos se repitió la técnica del asesinato de Calvo Sotelo: en mitad de la noche, llamadas violentas a la puerta, tumulto, sacados a la fuerza de su casa, gritos desgarradores de la familia, de los hijos, metidos en una furgoneta o un camión, viaje durante la noche… Bajo el mando del Frente Popular. Obra de milicianos y sindicalistas, comunistas y socialistas del PCE y el PSOE. Y los anarquistas de la CNT-FAI.
Olvido, silencio.
La fuerte represión en Cataluña se contabiliza en más de 8.000 asesinatos. Víctimas religiosas y políticas.
En la localidad de Moncada y Reixach fueron asesinadas unas 1.300 personas. Familiares de los asesinados destacan el desprecio de la Generalidad hacia las miles de víctimas que cometió el Frente Popular en su retaguardia durante tres años de horrores y de espantos. Se dice que la mayor manifestación que hubo en Cataluña en todo el s. XX fue el recibimiento a las tropas de Franco cuando quedó liberada Barcelona.
Las víctimas están cubiertas por el olvido, el silencio las cubre.
Creada a finales de los años 50, ETA utilizó la violencia desde sus inicios, a pesar de que su primera víctima mortal data de 1968. Durante la dictadura (y hasta la celebración de las primeras elecciones democráticas
en junio de 1977) su número de asesinatos fue relativamente bajo (66 personas, un 7,8%) comparado con su actividad posterior, por lo que básicamente ha sido una organización que se ha enfrentado a la democracia en su proyecto totalitario de un País Vasco independiente, socialista y euskaldún…. Esto es Bildu, su continuidad, que en las instituciones tienen asiento para enterrar la memoria de sus crímenes. Como en todas las víctimas del comunismo el olvido es su lápida, olvido es el pago de la democracia sobre los cientos de asesinatos que cometió esta banda de chacales. El olvido y el silencio que cubren la historia del terror comunista y nacionalista.
Leyes de memoria cocha elaboradas por los herederos morales de los políticos totalitarios de la República. Sin mover una micra el diapasón del espíritu sectario, se han sentado a firmar el olvido y el silencio de los crímenes con los herederos de los asesinos nacionalistas. Ignominia del PSOE, con el fin de arrinconar ideológicamente a los adversarios políticos, pero leyes cochas que contienen una profunda trascendencia legal que puede resultar devastadora para la Constitución de 1978. Acordar una memoria totalitaria del franquismo para borrar los crímenes del Frente Popular y arrinconar a la verdad, potestad exclusiva de la Historia y de los historiadores. Ir 90 años atrás para echar cal. Y la muerte de ayer -en democracia, con amnistía en sus inicios, también para los asesinos- silencio y olvido. Borrar los crímenes de ETA, borrar los crímenes del FRAP, borrar los crímenes del GRAPO… Y no sé si peor, pero qué inmensa ignominia esta universal inmoralidad de enterrar los crímenes nacionalistas.
Estos que se dedican a la memoria cocha podían ir colocando placas de recuerdo a los guardias civiles y policías asesinados por estos bastardos medievales. Recuperar fotos con su familia, con los hijos que no han visto crecer… en las alamedas de sus pueblos. Aquellos tres chavales que pararon en un pueblo de las Vascongadas en su camino a Perpignan para ver una película de destape y los etarras los secuestraron, los torturaron, los asesinaron… y no hay una Justicia que persiga este genocidio. Imprescriptible. ¡Cuántos gallegos que esta izquierda cocha no recuerda!