Alba Piñeiro
Cifras estratosféricas de algunos deportes
Hay formas de entretenimiento accesibles a las masas, aceptadas por todos y enaltecidas por muchos que terminan por generar en ocasiones comportamientos violentos en los que asisten a disfrutarlo y se quedan inconformes con el resultado final del espectáculo ofrecido. Nunca falta quien se tome un juego muy en serio. Sin embargo, la violencia manifiesta de algunos enajenados no es la única. Los que viven de los ingresos que genera ese tipo de entretenimiento también son partícipes de un tipo de violencia, así sea más sutil.
Ser deportista de élite no es jauja. En contra de lo que muchos creen, requiere sacrificio: alimentación muy cuidada, muchas horas de entrenamiento en las que se van dejando parte de la niñez y juventud, lesiones frecuentes e incluso crónicasNo pocos de estos chicos y chicas tienen que elegir entre seguir peleando para pasar de promesa a realidad en aquello en lo que estén involucrados o continuar sus estudios. Nunca es una decisión fácil. Además, cuando termina su trayectoria se encuentran con que, por más que hayan gozado de un sueldo envidiable, han de buscarse la vida de otro modo, prácticamente cambiar de oficio cuando no han tenido abundantes oportunidades de tener una preparación extra. Cualquiera de nosotros puede comprender y hasta aceptar que alguien cobre cantidades ingentes por entretener a tantísima gente. Sin embargo, a veces el sueldo es desorbitado, tal trabajo no es tan duro como para que sea tan irracionalmente bien pagado.
Estos últimos días el presidente de un club deportivo ha dimitido debido a que las cifras respecto de un fichaje no estaban del todo claras. Fuera cual fuese la cifra real, aún entendiendo la dinámica del contexto, es violento lo que se pagó por el deportista en cuestión. En los tiempos que estamos, es mucho lo que podría hacerse con ese dinero. Reduciéndolo a la cuarta parte aún tendrían beneficios todos los que participaron en ese negocio (visto desde una perspectiva ajena, por no decir, "atea", a ese mundillo, claro está). Donando el resto, se podría destinar el dinero a invertirlo en investigar vacunas contra enfermedades crónicas y devastadoras o curas definitivas para las mismas, por poner un ejemplo.
Deberíamos aprovechar estos tiempos de crisis y por ende, de cambio, para reflexionar acerca de aquellas cosas que gustando a casi todos, están bastante sobreestimadas. Empezar a no aceptar las mareantes cifras que se mueven por fórmulas de entretenimiento que nos pueden alegrar el día, pero no nos suponen ningún tipo de solución a nuestros problemas diarios e incluso entorpecen el reparto de recursos públicos (por ejemplo, subvenciones) debido a las numerosas sombras en las que se desenvuelve todo.