![Pepy G. Clavijo](/web/cache/scene/uploads/xornalistas/foto/61a/_S7QytKoutjK3UsovKMnMzytWsi62MjSxUqrKz891Lsov0DE1AC_/_Il61oA_/5e60d4a084-pepy_g._clavijo.jpg)
Pepy G. Clavijo
Soñar despierta
Sonó el teléfono y de un salto salió pasillo adelante para cogerlo, llegó y habían colgado. Eran las cuatro y veinte de la madrugada, el sueño había desaparecido ¿qué hago ahora? Puso la radio pero allí no había nada interesante, sólo fútbol.
Se volvió a la cama y como no era capaz de conciliar el sueño, miró al techo, la lámpara de cuatro brazos le dio la solución.
Sí, soñaría despierta, eso es algo que ocurre a veces, cerró los ojos y su fantasía la llevó a recorrer espléndidos lugares, se vio paseando por Roma "la vieja ciudad del Tíber", espléndida desde un punto de vista artístico, pletórica de historia. Alberti le cantaría en un soneto: "Dame Roma a cambio de mis penas tanto como dejé para tenerte". Estos son los dos versos finales.
Nuestra amiga sigue soñando despierta, mirando la lámpara que pende del techo, esta vez, como el pensamiento es libre se traslada a Rabat, ciudad blanca, adornada de bellos edificios y sombreados bulevares, entra en la Torre de Hassan, minarete de la mezquita mandada construir por Yacub el Mansur, tiene parecido a la Giralda de Sevilla, a la Kutubia de Marrakech.
Parece que se le cierran los ojos, como si volviera el sueño, pero no, ahora mira el tercer brazo de la lámpara y se adentra en la Isla de Madeira (su nombre procede de los muchos árboles y de variadas especies que la pueblan).
En el jardín botánico, nuestra "durmiente a medias" disfrutó con la gran variedad de flores y plantas, entre ellas, el framboyán azul (uno de los colores de su bandera). Este árbol lo mandó plantar el gobierno lo mismo que el tulipanero de Gabón.
Se puede decir que hasta saboreó el vino de Madeira, mientras descubría que el nombre de la capital Funchal, procede de Funcho que en gallego es fiuncho y en castellano hinojo.
Abrió un ojo, miró la lámpara y se dijo para sí, ¡qué bonito viaje acabo de hacer! Sí, pero me falta un brazo de "la que está en el techo". Tengo que seguir hasta terminar lo empezado y así fue como terminó en la primera exposición de Edouard Manet en España.
El Museo del Prado rendía homenaje al precursor más significativo del arte moderno. Manet unía temas españoles, tan de moda en Francia, con retratos de amigos y familiares, dando paso a la sociedad revolucionaria de París.
Sonó el despertador, hora de levantarse, hay cosas que hacer, antes de salir a la calle, ahora viene la prisa y… está sin dormir, no importa, ha valido la pena esa duermevela que le produjo la llamada telefónica.
¡Han sido muy buenos recuerdos!