Por O Grove en silla de ruedas sí, pero no por el paso de peatones
Por Natalia Puga
El vicepresidente de Cogami en Pontevedra, Paulo Fontán, recorre las calles de O Grove acompañado por una vecina de esta localidad, Ana Belén Fernández. Los dos van en silla de ruedas y los dos van enumerando una la una las mismas deficiencias en la accesibilidad del municipio, de un casco urbano que bien podían calificar el de las rampas y los pasos de cebra impenetrables.
"Estamos lonxe de ser cidadáns normais".
Hace esta afirmación justo después de que los directivos de la asociación local Anduriña le trasmitan algunos de los puntos más inaccesibles que han detectado. El más reciente rodea la nueva oficina de Recaudación municipal. Recién inaugurada, llegar a ella en silla de ruedas es toda una odisea.
En la calle hay cuatro pasos de cebra. En tres de ellos se repite el mismo error que ya es habitual en más zonas de O Grove: los pasos de cebra tienen una rampa en una acera y un bordillo en la de enfrente. En el caso de esta oficina municipal, hay que ir hasta la punta contraria de la calle para poder encontrar un paso accesible en silla de ruedas, unos 100 metros, o, sino, optar por ir por la misma calzada por la que circulan los vehículos a motor.
Esta escena de los pasos de cebra se repite cuando una persona en silla de ruedas quiere acudir la todas las farmacias de la localidad excepto una. También para cruzar las avenidas principales del casco urbano. Y para acceder a un lugar que convierte O Grove en poco accesible para los visitantes: la oficina de turismo tiene una acera con bordillo delante.
En la Casa Consistorial "podes entrar, pero non sin axuda"
Acudir al centro de salud o a la estación de autobuses sí que resulta accesible y los firmes empleados en la mayoría de las aceras y calles peatonales no entorpecen el paso de las sillas (excepto algunas contadas en adoquines), pero no es así de fácil entrar en la Casa do Concello.
"Podes entrar, pero non sin axuda", explica Paulo Fontán. "Hay rampas de acceso, pero ten dúas portas, a primeira non se mantén soa aberta e a segunda so ten unha folla aberta y para entrar en cadeira de rodas teñen que abrirche a outra". Ni intentar subir al primer piso, no hay rampa ni ascensor.
El Paseo Marítimo es otra odisea para personas con movilidad reducida. El principal problema es el que se repite en muchos establecimientos privados del municipio, pero con el añadido de que se trata de un lugar de acceso público: las rampas tienen demasiado inclinación. En algunos bares, restaurantes, tiendas... llegan a inclinacions de más del 30 por ciento. Anduriña recorrió hace un tiempo un centenar de locales del municipio y "conto cos dedos das mans, e aínda me sobran, os que son accesibles", señala su vicepresidente, Carlos Prieto.