Al anciano de Chancelas lo golpearon hasta romper una sartén y un bastón y le metieron un pañuelo en la boca
Por Natalia Puga
La muerte de Secundino P.A. en la noche del domingo 2 al lunes 3 de febrero en su casa de Chancelas (Poio) se presentó desde un primer momento como un crimen con ensañamiento, pero este jueves han salido a la luz nuevos detalles que revelan que, además, el octogenario sufrió mucho antes de morir. Las dos detenidas como presuntas autoras del crimen, Albertina T.F. y Rocío G.G., supuestamente le golpearon en la cabeza hasta matarle y hasta llegar a romper una sartén y un bastón. Ambas están desde primera hora de la noche del jueves en el centro penitenciario de A Lama mientras que su presunto colaborador, Belarmino G.P., está en libertad provisional.
El Juzgado de Instrucción número 2 de Pontevedra levantó este jueves el secreto que pesaba sobre las actuaciones y fuentes consultadas han indicado que el hombre llegó a gritar mucho antes de morir, hasta tal punto que, para que se mantuviese callado, las dos presuntas homicidas le metieron un pañuelo en la boca.
La versión de los hechos que mantienen los investigadores y que la detenida Rocío G.G. mantuvo en la Comandancia de la Guardia Civil apunta a que las dos arrestadas mujeres estaban en el interior de la vivienda en la noche del domingo 2 de febrero cuando el fallecido regresó de pasar varias horas en la discoteca La Luna. Le esperaron en el interior de la casa y, cuando llegó, le invitaron a salir al exterior con la excusa de que la más joven de las mujeres, Rocío G.G., quería ir a tomar un café a la calle.
Rocío G.G. relató a los investigadores que salió llevando una sartén escondida bajo el abrigo y, al llegar al camino de acceso a la vivienda, la sacó y entre ella y su amiga empezaron a golpear a Secundino P.A.. Le dieron en la cabeza hasta que el utensilio de cocina se rompió y entonces cogieron el bastón de la propia víctima, que también usaron para pegarle hasta que acabó rompiendo.
A continuación, supuestamente cogieron una piedra que estaba en el camino y también le golpearon. Mientras duró todo el proceso, el hombre gritaba mucho, de modo que, para mantenerle callado, le metieron un pañuelo en la cabeza. También llegaron a ir al galpón para coger una cuerda con la que estrangularlo, pero finalmente no la usaron, pues el hombre ya murió con todos los golpes previos. La autopsia reveló que tenía el cráneo roto.
El hombre estuvo gritando durante largo tiempo en el exterior de su vivenda, según reconoció Rocío G.G.
Según ha trascendido, tras darle muerte, las dos mujeres regresaron al interior de la vivienda y allí fingieron haber sido víctimas de un robo. Para ello, rompieron uno de los accesos a la cocina y dejaron la casa revuelta. Además, se llevaron del inmueble dos electrodomésticos (no ha trascendido si ya se los habían llevado antes de esa noche).
Los objetos que fingieron haber robado fueron un robot de cocina Thermomix y un taladro. El robot apareció en la vivienda de una de las dos detenidas durante el registro que la Policía Judicial de la Guardia Civil hizó este lunes día 10 de febrero en el momento de su detención, en Noalla y Vilalonga. Además, en la casa de Chancelas en la que se produjo el crimen los investigadores localizaron todos los objetos supuestamente usados para matarle, tanto la sartén y el bastón rotos como la piedra.
Rocío G.G. rechazó ratificar esta versión de los hechos ante el Juzgado, pues solo respondió a las preguntas de su abogado, que no le interrogó sobre el crimen sino sobre asuntos como su inestable estado psicológico y su vida, pues ella residía en Santo Domingo, allí tenía una pareja y llevaba pocas semanas en Galicia. Solo llevaba trabajando de cuidadora de Secundino P.A. desde el lunes previo al crimen.
De la casa de Secundino P.A. desaparecieron el día del crimen una Thermomix y una taladradora. El robot apareció en casa de una de las detenidas
Los investigadores consideran a Rocío G.G. y a Albertina T.F. autoras con igual implicación en el crimen y a Belarmino G.P. como colaborador, pero no ha trascendido qué acusación concreta pesa sobre él. Fuentes consultadas indicaron que él residía varias días a la semana con la detenida Albertina y en los días previos a los hechos había dormido en la casa de Chancelas en la que se produjeron, de modo que podría estar al tanto de las acciones de su pareja sentimental (tenía una doble vida con una mujer en Monte Porreiro) y de que ella y su amiga habrían matado a Secundino P.A. para quedarse con su herencia.
Las mismas fuentes indicaron que el fallecido tenía miedo desde que en noviembre entraron a robar en su casa, le pegaron y se llevaron también su cartilla bancaria, de modo que a finales de enero acudió a la casa de Vilalonga en la que vivía Albertina y le pidió si podía ser su cuidadora. A cambio de que se ocupase de él y se mudase a vivir a su casa de Chancelas, le ofreció convertirla en heredera y el lunes 27 de enero ella empezó el trabajo y acudieron al notario para cambiar el testamento. Seis días después, él moría en unas circunstancias que parecían simular el robo que sufrió en noviembre.
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