El reloj del Centro Cultural de Ponte Caldelas, listo para las campanadas de Fin de Año
Por Redacción
Enrique Lafuente Rodríguez es el relojero encargado de darle vida, a diario, al reloj de torre ubicado en el Centro Cultural de Ponte Caldelas, antigua cárcel de la localidad. ÿl es el último continuador de una tradición familiar encargada de darle cuerda a un ingenio de patente hispano-francesa vendida al Concello de Ponte Caldelas en el año 1904 por el virtuoso inventor de la época, el conocido Antonio Canseco.
La pericia como vendedor, que en nada tenía que envidiar a su faceta como inventor, convenció al entonces alcalde de Ponte Caldelas, José López, para que comprara por la friolera cifra de casi 3.000 pesetas de aquella un reloj de máxima precisión que se pagó en cómodos plazos y cuya vigencia y funcionamiento sigue impecable a pesar de los años y las vicisitudes padecidas.
Hoy es Enrique Lafuente Rodríguez, gerente de la Joyería Relojería Reme de Ponte Caldelas, quien mantiene una relación especial con este reloj, que este 31 de diciembre se pondrá a prueba en dos ocasiones con la toma de las uvas, adelantadas al mediodía para disfrute de los más pequeños, y las tradicionales campanadas de medianoche, en sincronía con el medidor de tiempo de la Puerta del Sol de Madrid.
El hechizo que hace que este hombre acuda puntualmente todos los días a la cita con este ingenio de la tecnología de aquel momento se produjo un poco por casualidad. La tradición familiar de darle cuerda al reloj de la cárcel la mantenía su suegra quien un mal día, ya muy mayor, sufrió un accidente al caerse de la escalera de mano que permitía el acceso al fallado donde se ubicaba la maquinaria que revivía al señor del tiempo.
Ese hecho hizo que Enrique Lafuente se enfadara mucho con ella y le prohibiese volver a subir al fallado de la antigua cárcel por aquella escalera de mano. Ante la petición de su suegra de seguir con el compromiso familiar de darle vida a diario al reloj de torre, Enrique Lafuente no tuvo más remedio que continuar con la labor que, a modo de herencia, le había traspasado su madre política, al menos "mentras ela seguira con vida", señala.
Pese a todo, poco a poco se fue fraguando una extraña amistad entre Enrique Lafuente y el reloj de torre de la antigua cárcel de Ponte Caldelas y, como si de una extraña adicción se tratara, el relojero de la villa sigue hoy, después de casi 40 años, asistiendo de manera inexcusable a su cita diaria con este invento patentado por Antonio Canseco.
"ÿ unha tradición que irá desaparecendo coa xente maior e creo que as miñas filla e os meus netos tampouco seguirán coa tradición"
"A verdade é que non sei como foi, pero a miña intención era ir a darlle corda ao reloxo mentras vivira a miña sogra e, ao final a verdade é que ata que non vou xunto del a darlle á manivela e subirlle os pesos parece que me faltara algo", confiesa el relojero. "Nunca me esquezo de darlle corda ao reloxio. Vou todos os días. Si teño que marchar da vila vou pola mañá e si veño tarde, aínda que sexan as dúas ou as tres da mañá, vou ata alí a darlle corda".
Lafuente Rodríguez lamenta que esta tradición no tenga continuidad en Galicia. "Hoxe quedan xa poucos reloxos accionados manualmente e aos que haxa que darlle corda todos os días. Había un en Forzáns que tamén había que darlle corda manual, pero agora o novo cura xa lle instalou un sistema eléctrico. ÿ unha tradición que irá desaparecendo coa xente maior e creo que as miñas filla e os meus netos tampouco seguirán coa tradición", dice con pena.
Enrique Lafuente señala que en torno a este reloj hay mil y una anécdotas y recuerda con especial sensibilidad una protagonizada por un preso político ourensano que estaba recluido en la cárcel de Ponte Caldelas, donde se ubica el reloj de torre, y como conoció a una de las hijas del relojero encargado del mantenimiento y de darle cuerda diaria al contador del tiempo.
Al parecer, todos los días la joven acudía a su cita con el reloj y escuchaba desde un pequeño agujero en el que estaba recluido el preso como la llamaba e iba manteniendo una pequeña relación de amistad que, al finalizar el conflicto bélico, acabó en boda, actuando como testigo de su relación el reloj de torre de la cárcel de Ponte Caldelas.
Ahora, con la celebración de las doce campanadas de Fin de Año vuelve a tomar protagonismo el reloj de torre del centro cultural y Enrique Lafuente tiene todo preparado para que la precisión y el buen funcionamiento acompañen a los vecinos del municipio en el tránsito de poner fin al 2014 y dar la bienvenida al 2015.
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