Mujer, trabajadora y madre en 1973 vs 2016: "Aún está muy mal visto que la mujer sea igual que el hombre"
Por Marisa Ciordia & Mónica Patxot & Natalia Puga
Carmen Casalderrey García empezó a trabajar de costurera en 1973, recién casada, con una hija de un año y medio y otra de apenas un par de meses, y, poco después, en enero de 1974, entró a formar parte del servicio de limpieza del Hospital Montecelo, del que acaba de retirarse -disfruta de una jubilación parcial-. Ana Cidre Perry creó su propia empresa de diseño web en noviembre de 2015 en el espacio de coworking Arroelo de Pontevedra y empieza a tener sus primeros clientes al tiempo que cría a su hija de un año y medio. Entraron en el mercado laboral con 43 años de diferencia y en dos contextos completamente diferentes, pero tiene en común que son mujeres y madres, dos circunstancias que, en ambos casos, marcan de forma inevitable su situación. PontevedraViva las ha reunido con motivo del Día Internacional de la Mujer y las dos coinciden en que, cuatro décadas después, "hay que seguir luchando" para que su condición de mujer y mamá no condicione el acceso y desarrollo de la vida laboral.
Aunque con ciertos paralelismos, sus historias tienen un elemento diferencial que ambas atribuyen a que "poco", pero los tiempos sí han cambiado: el papel del padre de sus hijos. En el caso de Carmen, hace 43 años, estaba "yo para todo" y su marido, que no trabajaba fuera de casa, tampoco colaboraba en el hogar. La situación de Ana es la opuesta. Su pareja baña a su hija, ella le da la cena y, cuando tiene mala noche "nos turnamos".
Ana considera que a día de hoy la sociedad "cada vez se está adaptando más al concepto de familia como madre y padre que colaboran tanto con el dinero como con el niño", pero es consciente de que, en la sociedad actual, su situación personal "parece un privilegio", tanto porque hay muchos padres que no se implican en el día a día de sus hijos como porque hay familias a las que las obligaciones laborales impiden conciliar y, por ejemplo, estar en casa para comer con sus hijos. "Tenemos unos privilegios que otras familias no", asume, lamentando que, en España, aún están muy lejos derechos como los permisos por maternidad y paternidad de hasta tres años de otros países europeos.
Ella confía en que, algún día, se avance en la conciliación por ese camino, pero se encuentra enfrente a una Carmen más pesimista: "Eso aquí no se va a conseguir nunca". Recuerda que ella tuvo que incorporarse a trabajar un mes después de que naciese uno de sus cinco hijos porque no podía asumir todo el sueldo que le descontaba la empresa hace 30 años si se quedaba en casa recuperándose.
Aunque Ana no se ha encontrado con ninguna situación que ella asimile como desigualdad en su familia o pareja por su condición de mujer, sí la ha detectado en la sociedad, "muy machista", en la que todavía "la que la mujer debe quedar con el niño en casa o sino está muy mal vista". De hecho, ha habido gente que ha reaccionado mal al contarle que empezó a trabajar y dejó a su hija en la guardería cuando tenía un año.
"Pues imagínate hace 43 años…", apostilla Carmen, quien, además, confirma que, cuatro décadas atrás las madres jóvenes no podían contar tanto con sus familias como lo hacen las actuales. En su caso, "iban a la finca", pero en la sociedad actual cada vez es más habitual que los abuelos apoyen la crianza de los niños ante la imposibilidad de los padres de compatibilizar horarios laborales, escolares o actividades extraescoladres. Ana, por ejemplo, regresó de Bélgica a Pontevedra porque aquí tiene a sus padres cerca para echarle una mano.
Si "conciliar no es fácil" en España tampoco la situación laboral de la mayoría de las mujeres. Carmen tenía sus derechos vinculados a los de los trabajadores del sector público, de modo que, recortes aparte que hicieron que, en otros aspectos "fuimos para atrás 20 años de un golpe", no sentía discriminación por ser mujer. Ana es autónoma y se fija sus condiciones de trabajo, así que tampoco vive distinciones por su sexo. Pero conocen el día a día de las mujeres que las rodean y su situación "es muy difícil todavía" en aspectos como los salarios. Utilizando de nuevo el ejemplo de otros países de Europa que conoce –nació en Londres y completó sus estudios en Bruselas- Ana llama la atención sobre la difícil situación de la mujer española, pues "creo que es más fácil para una mujer encontrar un trabajo en Bruselas o en Inglaterra que aquí. Lo digo por amigas, que todas las que quisieron encontrar un trabajo, lo encontraron y el que quisieron. Aquí es muy difícil".
La igualdad está todavía muy lejos y Carmen, pese a estar ya en una jubilación parcial, está dispuesta a seguir al pie del cañón, en su caso vinculada con el sindicato UGT, pues "hay que seguir peleando para que seamos igual que ellos. Trabajamos igual, tenemos que cobrar igual, tenemos que ser igual para todo". Se lamenta de que "en este país todavía está muy mal visto que la mujer sea igual que el hombre" y de que "la gente no está aún concienciada de que la mujer tiene que tener su espacio", pero no desiste.
En el caso de Ana, decidió emprender porque "quiero ser un buen ejemplo para mi hija" y "no quiero que tenga ese concepto de mujer que se queda en casa porque yo no soy así, no soy una mujer que se pueda quedar en casa cuidado de la niña todo el tiempo". Por supuesto que "lo paso muy bien con mi hija", pero considera que "cada persona necesita un tiempo de trabajo, un tiempo de madre o padre, si tiene hijos, y un tiempo de pareja". Tanto para ella como para Carmen "la mujer debe tener su espacio y debe tener su trabajo para tener su dinero y tener la igualdad. La igualdad empezará por ahí".
Ambas constatan que sí existe eso que se ha dado en llamar el techo de cristal que limita las carreras profesionales de las mujeres, pero se niegan a perpetuarla. Carmen ya nada puede hacer, pues ha terminado su vida laboral, pero Ana sí y, si tiene el éxito que espera en su carrera, tiene muy claro que, llegado el momento de contratar o ascender a alguien "a mí me da igual que sea mujer o hombre, lo que me importa es la experiencia o lo que me pueda ofrecer". Esta mujer, trabajadora y madre Pontevedra no cree en la discriminación positiva y declara abierta que "no soy feminista tampoco", sino que "yo creo que la igualdad sería que no hubiese discriminación ni para la mujer ni para el hombre". De todas formas, cree que la igualdad real no podrá constatarse mientras siendo necesaria la celebración de días como este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Relacionadas:
-
RADIO.- La maternidad y el empoderamiento femenino en Dale la vuelta
Por Marisa Ciordia |
-
Teresa Blanco, la sindicalista defensora del trabajo en el mar, homenajeada en la UGT
Por Redacción |
-
Una exposición sobre las conquistas feministas abre la programación del 8 de marzo
Por Redacción & Mónica Patxot |
-
El 54% de las mujeres de Pontevedra se encuentran desempleadas
Por Mónica Patxot & Anxo Lourido |