Entrar en los 40 en cuarentena y con un 'Feliz Cumpleaños' permanente en el salón
Por Natalia Puga
Iván Puentes llevaba un año pensando en que este 17 de abril cumpliría 40 y, para celebrar el cambio de década, tenía en mente organizar una "fiesta especial" con familiares y amigos. El avance del coronavirus y el confinamiento obligado de toda la población han frustrado sus planes y, aunque la celebración no ha faltado, ha sido mucho más íntima de lo esperado. En cualquier caso, sabe que no la olvidará nunca, por el simbolismo de haber llegado a la cuarentena en plena cuarentena, porque su familia y sus vecinos le dieron una hermosa sorpresa y porque, en pleno estado de alarma, todo se grava en la retina con mucha más fuerza.
Los cuatro invitados de su fiesta han sido él mismo, su esposa Marta y sus dos hijos, dos pequeños de 7 y 3 años a quienes también les ha tocado soplar las velas confinados en su piso de Pontevedra. El mayor, Mario, cumplió 7 el pasado 13 de marzo, el mismo día que Pedro Sánchez anunció que se activaría el estado de alarma que imposibilitó la celebración de su fiesta de cumpleaños. Al menor, Tomás, le quedan tres días para llegar a los 4.
Ese tercer cumpleaños en cuarentena de la familia de Iván Puentes será el 20 de abril y, cuando llegue la fecha, le esperará en el salón de su casa un 'Feliz Cumpleaños' colgado de la pared. Las letras ya casi forman parte de la decoración del hogar, pues se colgaron allí el 13 de marzo y permanecerán, como mínimo, hasta ese día.
La fiesta que tenía pensado organizar Iván Puentes, concejal socialista en el Concello de Pontevedra, tenía como uno de sus objetivos servirle de "ayuda psicológica" para "superar la barrera" de los 40, un cambio de década que a muchas personas suele costarle pero que a él, desde la perspectiva actual de la crisis del coronavirus, ha dejado de resultarle trascendental.
"Cambiar de década siempre es importante", reconoce, pero añade que, con la que está cayendo, "preocuparse por cumplir 40 es una frivolidad". Y es que la enfermedad que acecha y la situación de confinamiento hace que la perspectiva cambie: "en este contexto, te das cuenta de lo superficial que son muchas veces tus preocupaciones", asume Iván Puentes.
El caso de Iván es común a muchos ciudadanos, que estos días están cumpliendo años y viviendo fechas señaladas con las limitaciones del estado de alarma que han cambiado por completo nuestra forma de vida y de relaciones sociales. En su caso, cuando se declaró el estado de alarma, pensó que para el 17 de abril todo estaría solucionado y podría celebra su cumpleaños con normalidad, pero hace ya días que tenía muy asimilado que "va a ser que no", que lo celebraría en casa "como mejor se pueda". Su familia y sus vecinos hicieron que, pese a las limitaciones de movilidad, fuese una gran celebración.
Este viernes alguien tocó al timbre y, cuando abrió, los autores de la sorpresa ya se habían marchado, por aquello de mantener la distancia social, pero habían dejado un regalo. La puerta esta decorada polo exterior se encontró en el suelo con varias latas de cerveza y una tarta hecha por sus vecinos. La sorpresa fue total, pese a que la convivencia 24 horas al día dificulta la intimidad y él había escuchado a su mujer "conversaciones extrañas" que le hacían pensar que algo estaba tramando.
Para celebrarlo, además a diferencia de su rutina diaria de cocinar en casa, decidieron pedir comida a domicilio, como una forma de ayudar a los negocios de Pontevedra que siguen trabajando a puerta cerrada para preparar comida para llevar. Según explica, siguió las recomendaciones de su compañera Yoya Blanco, concejala de Promoción Económica, y "ejerciendo de Pontelover, comimos unas carrilleras de O Bioco", en la calle Manuel Quiroga.
Especial también fue el cumpleaños de su hijo mayor y esperan que sea el del pequeño, supliendo con imaginación los regalos materiales y la ausencia física de familiares y amigos. Para el primero ya tenían reservada una fiesta en un parque de bolas con los amigos invitados y el niño se quedó decepcionado. Ya el día anterior se habían suspendido las clases y estaba encerrado en casa y, a mayores, se quedó sin celebración, pero su familia y sus vecinos le hicieron olvidar la decepción.
"Primero se frustró y quería llamar a Pedro Sánchez para que le dejase celebrar el cumpleaños", indica su padre, pero la fiesta en casa, con el salón decorado y los regalos que ya le tenían comprados le alegraron. Como colofón, "por el patio de luces le cantaron el cumpleaños feliz y se quedó alucinado de que todo el mundo saliese a las ventanas a aplaudirle a él".
Fue, "una manera diferente de celebrarlo" y él "lo llevó razonablemente bien". De hecho, su padre destaca que sus dos hijos le están dando una lección a él y a su mujer, pues han asimilado la nueva rutina con normalidad y ni un día han pedido salir a la calle. Para sus padres se hace, en ocasiones, más complicado, pero también tienen asumido que con la situación actual de personas enfermas y fallecidas "quejarse de no poder salir a la calle no tiene sentido, es una frivolidad".
Además, Iván destaca que, coronavirus aparte, "siempre digo que yo firmaría por quedarme en la situación en la que estoy ahora: soy feliz, tenemos salud, trabajo...". En general, "no tuve otra época personal mejor que esta" y que lo importante ha sido "celebrar que estás aquí y que cumples años", el confinamiento es ya lo de menos. Su hijo pequeño le ha dado una lección en ese sentido hace días pues le dijo: "el coronavirus no me gusta porque hay gente que está enferma, pero si dura un poco más, no me importa porque así estoy con vosotros en casa". Un cambio de perspectiva que hace mirar la vida con otro prisma.
Ahora ya tienen la vista puesta en cuando todo esto pase y puedan celebrar los 40 como lo merece el cambio de década. Será con un viaje, pues a Iván "lo que más me gusta en la vida es viajar", siempre adaptándose a las limitaciones que ya sabe que tendrán los desplazamientos durante los próximos meses y a un destino de proximidad, pues para desconectar y disfrutar la experiencia no es necesario cruzar el charco o subirse a un avión y él mismo reconoce que el viaje en el que más ha desconectado en su vida fue su primera experiencia en el Camino de Santiago. La espera tampoco le preocupa, pues, cuando se casó, tuvo que aguardar un año para la luna de miel.