600 kilómetros para unir a un sector y remover conciencias
Por Manu Otero
Con los pies llenos de heridas pero con el orgullo de haber superado un reto que trasciende lo personal, los siete hosteleros que peregrinaron hasta Madrid con el peso de una hostelería moribunda en sus mochilas ya están en casa.
Durante los quince días de caminata recabaron el apoyo, la comprensión y los ánimos de todo el país. "Nos dimos cuenta de que la sociedad nos respalda y está concienciada de que merecemos un rescate", revela satisfecho Dani Lorenzo, propietario del pub pontevedrés La Pomada durante su camino de regreso a Galicia.
La lista de agradecimientos es infinita, desde los aldeanos que salían a las puertas de sus casas para animarlos u ofrecerles avituallamiento, hasta los políticos locales que ponían todos los servicios del pueblo a su disposición. "Descubrimos una parte de la sociedad y de la política que desconocíamos", remarca.
El colofón a todos esos espaldarazos cosechados a lo largo de 600 kilómetros de lluvia, frío, dolores y penurias estuvo en la entrada en Madrid. "Fue espectacular", resume Lorenzo los últimos metros de una manifestación en la que estuvieron presentes hosteleros de buena parte de la geografía española.
"Esto no se queda aquí, habrá más acciones", augura el hostelero. "Esto ha servido para unir a un sector acostumbrado a sufrir y que no siempre ha estado unido. Hemos creado una pequeña chispa que hará que la gente no se conforme", sostiene con orgullo. La primera muestra llegará en unas pocas semanas con una concentración en Santander a la que están convocados hosteleros de todo el país.
Menos convencidos están de que las buenas palabras expresadas por todos los grupos políticos que los recibieron en el Congreso vayan a traducirse en hechos. "Con los políticos ya se sabe, buenas palabras y poco más, Esperaremos los resultados para hacer una valoración", declara un escéptico Lorenzo.
A los líderes de PSOE, Unidas Podemos, PP, VOX, Ciudadanos o BNG les expusieron las calamidades que atraviesan los autónomos y pequeñas empresas del gremio, les pidieron ayuda con las cuotas de autónomos, los alquileres, los impuestos, los créditos, flexibilidad con los ertes y muchas más demandas que pueden aglutinarse en un rescate para la hostelería. Similar al de la banca tras la crisis del 2008 o de la industria pesquera con el desastre del Prestige.
"Parece que nos entendían, pero luego en las noticias vemos cosas que no se corresponden con lo que proponemos. Además, no es un rescate, es una inversión. De nosotros dependen otros muchos sectores de la economía, esto no es como rescatar una autopista", ilustra Lorenzo, que defiende unas ayudas al estilo alemán, cuyo Gobierno subvencionará a cada negocio con el 75 % de la facturación de ejercicios anteriores.
"Al final el margen de beneficios de cualquier hostelero está alrededor del 15 o 20 %", justifica el empresario, que, como todo el colectivo, pide ayuda solo para poder hacer frente a los gastos y evitar la quiebra.
Ya en sus casas esperan ahora que el espíritu navideño remueva las conciencias de los gobernantes y apuesten por ayudar con medidas eficaces a un sector que no levanta cabeza desde el mes de marzo. "Llegué a Madrid con la suela de las botas rota, sin tacones. Esa suela de mis botas es como el Gobierno o la Xunta, no están. Y sin ellas, no se puede caminar", remata Dani Lorenzo con una metáfora que condensa una odisea de más de 600 kilómetros cuyo final está todavía muy lejos.
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