La recuperación del rural a través de tres experiencias vinculadas al sector forestal
La actividad forestal es uno de los motores de la economía rural de Galicia. En nuestra Comunidad se produce más de la mitad de la madera de toda España. En este campo, Ence contribuye a mantener y potenciar el sector forestal con casos como el de su biofábrica de Pontevedra, que compra madera a los propietarios forestales gallegos, ya sean particulares o comunidades de montes, con cifras de negocio que, por ejemplo, en 2020 estuvieron próximas a los 190 millones de euros.
A la principal actividad de compra de madera habría que sumar las inversiones realizadas en plantaciones, mantenimiento y limpiezas forestales. En todos estos trabajos intervienen pequeñas y medianas empresas que, con un criterio de proximidad, contribuyen al fomento de las economías locales en el rural.
DEL SEMILLERO A LA PLANTACIÓN
La empresa Novo Campo Plantenes es una muestra de cómo el fomento de la actividad forestal permite la diversificación y crecimiento de diferentes tipos de negocio vinculados al campo. Su propietario, Jose Novo, asumía la empresa en los años 80, heredada de su padre. En la actualidad, indica Novo, "tenemos dos áreas de negocio: una tienda agraria con comercialización de venta mayor y menor de semillas, plantas de vivero y demás; y después tenemos otra rama de negocio que son los semilleros hortícolas y forestales".
La actividad de esta empresa familiar es clave para el sector forestal y el desarrollo del rural gallego. Desde su sede en Santa Comba, en la provincia de A Coruña, su relación con la biofábrica de Ence en Pontevedra se establece por varias vías. "Tengo una vinculación con Ence indirecta porque alrededor de un 40% de mis clientes el dinero que traen es procedente del monte, y de ellos el 99% vende madera para Ence", comenta Novo. Su área de negocio de venta mayor de semillas abarca "Galicia, Asturias y la cornisa cantábrica", lo que da muestra del impacto económico de su actividad.
Novo Campo Plantenes apuesta por el rural y la economía de proximidad. Por este motivo, hace cinco años incorporó la línea de negocio de los semilleros de plástico reciclado. "Es un lema que tenemos: trabajar cien por cien con plástico reciclado y energía verde, sin residuos". Estos semilleros son los que albergarán la planta de eucalipto que luego es trasladada al monte, para repoblarlo, y en un plazo de unos 12 años poder proceder a la venta de la madera y retomar el ciclo. En este sentido, Novo manifiesta que "si tenemos aquí la producción de madera, forzosamente tenemos que tener aquí la planta de industrialización de esa madera" para que le salga rentable al propietario.
"Si desaparece la producción forestal automáticamente lo que tenemos es más incendios, porque el monte queda sin aprovechamiento ninguno, sin cuidar, entonces más tarde o más temprano va a haber un incendio que destruya todo, y al mismo tiempo son familias que dejan de tener unos ingresos y de vivir aquí", apunta Novo y añade la importancia de cuidar el sector forestal para atraer población al rural, de hecho ya detectó entre sus clientes que "está apareciendo un nuevo modelo que es gente que vive única y exclusivamente de la madera".
EMPRESAS FAMILIARES EN EL RURAL
En su apuesta por vivir en el rural, Salvador Canosa montó en 2011 junto con su padre la empresa Agriser Canosa, donde tienen empleadas a 12 personas. A esto hay que sumar todos los contratos que realizan con los propietarios de montes en un área de actuación que abarca toda la Costa da Morte y la comarca del Xallas y que superan los cien anuales. "Nos dedicamos a trabajos agrícolas y forestales, aunque cada vez más a trabajo forestal, porque es más continuo, durante todo el año, no como el agrícola, que es por campañas". Para Canosa, otra ventaja de dedicarse al sector forestal es que su familia ganó en calidad de vida: "la verdad es que la madera está creciendo mucho, hay mucho trabajo y es cómodo, porque los fines de semana no trabajamos".
Agriser Canosa gestiona todo el ciclo de explotación del monte hasta que la madera llega a la fábrica, siendo la biofábrica de Ence Pontevedra uno de sus principales destinos. "Abarcamos un poco todo. Tenemos un vivero de producción de pinos, castaños y eucaliptos donde trabajan tres personas; después tenemos dentro de la empresa un pequeño equipo que se dedica a las plantaciones -hacemos trituraciones, subsolados o miniretos, plantaciones y abonados-; la madera la mayoría la compramos a propietarios, después la procesamos y se la entregamos a la fábrica", explica Salvador Canosa.
Para Canosa "el futuro del eucalipto en Galicia pasa porque Ence esté ahí", de otro modo se perdería la posibilidad de explotación de una especie arbórea que constituye una importante fuente de ingresos a pequeños propietarios y una inyección económica en el rural. "Al final se hay un valor en los montes, los propietarios los cuidan y los montes están atendidos, sin ese valor, estarían abandonados". Por eso Canosa defiende un respeto por el medio forestal con una gestión integral como la que hace su empresa: "a mí no me duele talar, pero hoy talo y mañana repueblo; siempre intento convencer a los propietarios para que repueblen y que la cadena no se rompa".
CONEXIÓN ENTRE PEQUEÑOS PROPIETARIOS
A diferencia de otros territorios, en Galicia los terrenos del rural están en su mayoría repartidos entre minifundios. Y cuando el destino final de la madera es una empresa de las dimensiones de Ence, es fundamental que pequeños negocios sirvan de conexión entre los propietarios. Es el caso de Transportes Jose Manuel Vecino que se dedica a "transportar madera entre taladores o cortadores; yo cargo la madera y se la llevo a la fábrica directamente; trabajo para pequeños madereros y para Ence", como explica el propio Jose Manuel Vecino, quien completa el dato indicando que "todos los días tengo seis camiones en la carretera y cada camión lleva 40 toneladas de madera".
Este volumen de trabajo se traduce en riqueza para los propietarios de las parcelas, que si no fuese por la explotación del eucalipto no tendrían viabilidad económica, pero también para las familias que tienen a sus miembros empleados en empresas dependientes del forestal. "Yo tengo ahora mismo nueve empleados y si no estuviese Ence no los podría tener", explica el transportista.
Para Vecino, con una experiencia de 18 años en el sector, las empresas de transporte de madera son un fuerte motor de la economía del rural, tanto la vinculada al trabajo forestal como a otras actividades. "Llega el invierno y yo a mis empleados tengo que comprarles unas botas y así también estoy dándole negocio a otra gente, esto es una cadena muy grande". Además recuerda la labor que cumplen tanto en el cuidado del monte como en la vigilancia para evitar malas prácticas o incluso incendios. "Nosotros somos los primeros interesados en que se respete el monte y si el trabajo se hace bien es bueno para todo el mundo".
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