El futuro de los bajos comerciales de Michelena, 11: "Teníamos un contrato hasta 2025 y nos vamos engañados"
Por Mónica Patxot & María José Pita
El 31 de enero de 2023 es la fecha tope dada por la empresa Hercor Inversiones para que los inquilinos del edificio del número 11 de la calle Michelena de Pontevedra abandonen sus locales.
Los propietarios de los negocios que ocupan los bajos comerciales entienden que las próximas obras de demolición del interior del edificio les obliguen a abandonar sus locales. El gran enfado de estos comerciantes proviene de la forma en que la empresa propietaria del céntrico edificio ha gestionado la finalización de sus contratos.
Manuel Leal, el propietario del Bar Bota Viño, inquilino desde 2019, relata que durante la pandemia, "cuando abríamos, cerrábamos, abríamos, cerrábamos", el administrador de la empresa se puso en contacto con cada negocio para ofrecer un descuento en el alquiler, "del 15 por ciento, en mi caso, durante dos años, y entre las condiciones que ponían es que se acortaba el plazo de los alquileres, ya que ellos tenían que justificar fiscalmente ese descuento, hasta enero de 2023, que yo podía consultar con los demás porque se lo estaban haciendo a todo el edificio".
Manuel aceptó el acuerdo, pero sin saber que la empresa tenía previsto demoler el edificio. "Dos meses después me entero por las noticias de los planes de Hercor Inversiones con el edificio", se lamenta el hostelero. "Ahí fue donde nos enteramos todos, que lo que habíamos firmado era prácticamente nuestra salida, de una forma legal, porque toda la gente firmó el acuerdo, pero en mi opinión personal es que fue de una manera muy sucia".
Manuel lleva días viendo anuncios de inmobiliarias y visitando locales de cafeterías que han cerrado tras el verano con la preocupación de que "si han cerrado en una zona tan céntrica por algo será". Sabe que no va a encontrar un alquiler a un precio tan ajustado como el que tenía y, en caso de no poder asumir los costes de un nuevo arrendamiento, se plantea guardar todo el mobiliario y neveras en espera de una nueva oportunidad mientras busca trabajo por cuenta ajena. "Yo estoy solo en el local y me he especializado en cervezas y vinos de una calidad alta, así que no me planteo trasladarme a un local más barato en las afueras porque no es el tipo de público de mi establecimiento". La clientela fiel es para Manuel un motivo para continuar con su actividad profesional, varios de sus clientes se han ofrecido a ayudarle con la búsqueda y la mudanza, "incluso me han dicho que vienen a pintar, y eso quiere decir que tan mal no habré hecho las cosas".
El franquiciado tenía contrato de alquiler hasta 2025 y ahora nos vamos engañados
Este sentir es común a los cuatro establecimientos que consultamos. En la tienda Vodafone que hace esquina entre las calles Michelena y Gutiérrez Mellado, su gerente Javier Quiroga relata que en su caso, el franquiciado tenía contrato de alquiler hasta 2025 y "nos vamos engañados". De nuevo alude a la firma de la modificación del contrato durante la pandemia, que implica que este finalice el 31 de diciembre, con una prórroga de un mes más. Esta tienda lleva funcionando en el actual emplazamiento 6 años. En su caso, habilitar un nuevo local no supone un problema ya que "el Departamento de Expansión de Vodafone en Madrid se encarga de la obra". La principal dificultad estriba en encontrar un bajo con las dimensiones necesarias, grande y con escaparate para poner la publicidad de la marca y que se encuentre en un punto cercano al actual. "Buscamos por Michelena e inicios de Benito Corbal para no coincidir con la otra tienda Vodafone que hay en Pontevedra, en Loureiro Crespo", apunta Javier.
A pocos metros, en el Bocalino Pizza al Corte sus propietarios afirman que ya han asumido que se tienen que marchar pero con "mucha rabia porque nos hayan engañado". Llevan 9 años en este local pagando puntualmente el alquiler y con mucho éxito de clientes, como pudimos comprobar en la gran cola que se formaba en la hora del recreo de los institutos. Su contrato expiraba en 2024. En la pandemia, ante la incertidumbre de la situación y una vez tuvieron que echar mano de ahorros por los continuos cierres, aceptaron la modificación del contrato de alquiler, que les suponía una rebaja de 300 euros. No quieren tener protagonismo porque se encuentran anímicamente muy afectados "con ansiedad, sin dormir, porque sé que lo hicieron mal, en 19 años que trabajé en Suiza nunca me encontré con esta falta de seriedad". En este momento también están buscando un bajo próximo a su ubicación actual para no perder la clientela.
Llevamos aquí casi 23 años y nos da rabia la manera de tener que marcharnos
En la tienda de productos para el cabello y estética Don Pelo, la dependienta María José Goldar confirma que la actuación de la empresa arrendadora está dentro de la legalidad, pero también es consciente que no les dijeron toda la verdad. "Nuestro contrato es de año en año, en enero íbamos a renovar, llevamos aquí casi 23 años y nos da rabia la manera, que lo último que nos dijera la empresa, tras salir en la prensa que iban a derribar el edificio, es que podríamos quedarnos por lo menos hasta julio de 2023, y al final tenemos que marcharnos ya en enero". Sus jefes recibieron un mail en el que se les anuncia que el 31 de enero deben abandonar el local, pero esperan tener una notificación por escrito. Como en el caso de los negocios vecinos, buscan un local en la misma zona "porque si te marchas hacia la milla de oro ya es carísimo".
Pese a la inminencia de la interrupción de la actividad, en estos días María José va a preparar la decoración de Navidad. Para estos negocios se trata de una temporada de altos ingresos que, pese al desánimo, no pueden dejar pasar. Terminadas las fiestas, tocará organizar la mudanza.
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