Bernardo Sartier
Comer entre horas
No hay trabajo pero tenemos a Neymar, que es un garoto majete que no sé si promete fútbol pero asegura algo más literario y romántico: saudade, nostálgia, morriña a espuertas.
Neymar segrega lágrimas clones de los jóvenes extrañados a los landers de la teutona tetona en busca de tajo, esos a los que la ministra Fátima llama movilizados exteriores. La ministra Fátima, a la que en su gestión no se le aparece la virgen del mismo nombre para iluminarla, tiene mucho de pía y elude groserías para untar de vaselina esta realidad acre y hemorroidal; la ministra Fátima no dice parado porque decir parado da mucho más por culo y es como citar la soga en la casa del ahorcado.
La diferencia de unas lágrimas a otras estriba en que Neymar emigra a Barcelona en sentido inverso a nuestros universitarios, a los que fornecen del bocata, unos eurancos y algún rudimento idiomático para que en Alemania les quiten el pelo de la dehesa. Y en esto que limpiamos el culo a los alemanes a Neymar le desenvolvemos el papel de regalo del futuro resuelto. Paradoja celtibérica esta de pagar a Neymar lo que no tenemos de soldada para fidelizar a nuestros jóvenes o ayudar a la dependencia.
Chavez, aquel Robin Hood arepero del Arauca lo hubiera resuelto: exprópiese a Neymar, a su madre y hasta Ipanema. Y dénselo todo a los pobres de los Ranchitos. El poso del café me dice que a Neymar le podrá el cólico melancólico y ese sambar genético e inevitable que se da de hostias con la sardana, que es un baile soso y cornetinero.
Cataluña intentó montar su unidad nacional sobre el payés y sobre los castillos humanos, que a veces se les escarallan porque el pan tumaca apenas es un pasapalos que a duras penas mantiene a los castellers. Lo de Mas con el derecho a decidir tiene mucho de castillo de plomo sobre arenas movedizas.
Y cambiando de tercio. Fue en esto que llego Michael Douglas, el hijo del Espartaco de Kubrick para contar en una entrevista que se dedica a comer entre horas lo que no debe. ÿl utilizó la palabra cunnilingus, que a mí se me antoja un cultismo cursi, pretencioso y prescindible. Quiero decir que a nadie en su sano juicio se le ocurre decir "ayer le hice un cunnilingus a Luzdivina". Sucedió que a Douglas le dio un viento y se aplicó a comerle el coño a alguna, y ahora esa polifagia lo ubica en el guiñol de la prognosis reservada. "Peruo Mr. Sartier, mi gustar mucho potorro". "Es igual, Migueliño, es igual. Mira que te lo tengo dicho. Centollo, Migueliño, centollo de la ría".
6.06.2013