Bernardo Sartier
La España de Máximo Espejo
Dicen que España está más llena de mierda que el rabo de una vaca. Pero qué va. España es así. Hace setenta años nos dio un viento y empezamos a barnizarnos a hostias en una matanza de cunetas y paños negros. Uno de Lavadores, el capitán Condés y un ex guardaespaldas, Luis Cuenca, subieron al Calvo Sotelo tudense, monárquico y barrigón a una camioneta de Guardias de Asalto y a pretexto de un interrogatorio en la DGS le pegaron dos tiros. Luego dejaron su cadáver junto a las tapias del cementerio del Este, se conoce que para tener un detalle con los de la pompa fúnebre. La justificación fue el asesinato días antes del Teniente Castillo. Malas fechas para la regueifa.
El calor convierte a España en Puerto Hurraco y silva la balacera. O estalla la guerra incivil, la que tenemos servida a nivel periodístico con una trinchera opositora y una trinchera resistidora. Ariete de los primeros es Pedro J., que digitaliza sus tirantes en una elasticidad que vale lo mismo para el secuestro de Marey que para que Génova entone a capella el "pobre de mí".
Se pide la dimisión fulminante de Rajoy con el reproche de que Rajoy manda a Karanka a las ruedas de prensa. Carina, la Carina de la infancia que jugaba con el sonajero de mi despertar sexual y que anduvo por Marín con su baúl de los recuerdos a cuestas, dice que en la vida hay que hacer las cosas como se hace la tortilla de patatas, o sea con ganas, porque si no la tortilla no sale bien. No sé cómo saldrá la tortilla de Pedro J. porque dicen que todavía anda dorando la cebolla, pero es una tortilla que promete.
De todo este embrollo mediático los del toma el dinero y corre van a ser los tertulianos, o sea el Marhuenda, el Cuesta, el Inda, la Isabel Durán y la San Sebastián. Que no paran, coño, que van de pluriempleo hasta las cachas en una berrea de opiniones que al final te pones a sumar y tiene que salirles en un pastuqui.
De este vodevil, que algunos intitulan el "Sindicato del crimen", segunda parte, son protagonistas un juez inhabilitado por prevaricación que defiende a Bárcenas, más la mujer de éste, una ex fiscal, que hace de su ayudante. Y en marcha se sube al Landó actoral, inmediato y algo desvencijado un ciego que fue director de la Once y que del cupón se pasó a togado de la Ghürtel. Solo falta Amedo ofreciéndole unos hostias a alguien y Letal, aquella maricona que bordaba Miguel Bosé en "Tacones Lejanos" cantándonos el "Piensa en mí" con su traje ajustado de lentejuelas. Y todos dirigidos por Almodóvar. Por Almodóvar subido a la silla de ruedas de Máximo Espejo (Paco Rabal), aquella silla de ruedas que tenía retrovisores e intermitentes. Porque todo lo que está pasando ¿verdad? parece de Almodóvar.