Pepy G. Clavijo
¿Guerra? ¿Para qué? No a la guerra
Tengo en mi biblioteca particular un libro de 309 páginas, titulado "Aquellos enfermos que nos gobernaron", de Pierre Accoce y el Dr. Pierre Rentchnick, es de la Editorial VARIA (Plaza y Janes), me costó, en el año 1978, 175 pesetas, era la primera edición.
En su © dice 1976, Ediciones Stock (en la española 1977), da la dirección de la editorial: CI Virgen de Guadalupe, 21-33, Esplugas de Llobregat (Barcelona), el I.S.B.N. es 84-01-48051-5 y el Depósito legal: B-39.943.1978, Gráficas GUADA, S.A.
En la portada aparecen las fotografías de 7 mandatarios y como subtítulo lleva: ¿Es lícito que los médicos que atienden a los grandes políticos que gobiernan las naciones, mantengan en secreto las enfermedades de sus pacientes?.
En la contraportada se puede leer: He aquí un libro tan original como trascendentalmente revelador y valiente: los historiales clínicos, a nivel de alta divulgación, de hombres que gobernaron en distintos países y cuyas decisiones, por su importancia, influyeron, en determinados momentos, en el curso de la Humanidad y en el futuro de la misma. Pródiga en revelaciones conocidas hasta ahora únicamente por los especialistas, supone una auténtica contribución a la Historia: Se refiere a 27 personajes, con una conclusión titulada: "Del secreto médico a la legítima defensa de la colectividad frente a los abusos del poder".
El título original es: "CES MALADES QUI NOUS GOUVERNENT", la traducción es de Pedro Debrigode, por otra parte en los apuntes de Henry de Montherlant "Todos los fuegos pagados" dice: "No hemos leído ninguna tesis sobre el papel primordial y desconocido de la enfermedad en la Historia de la Humanidad, es decir, la enfermedad entre los "grandes hombres" que hacen esta historia (las ("") son mías). Nos han hablado de la nariz de Cleopatra, nada nos han dicho de las hemorroides de Richelieu".
Sigmund Freud en "Relato psicológico del presidente Thomas W. Wilson, entre otras cosas, dice: Todo el transcurso de la vida puede ser desviado por el temperamento y prepotencia (esto también es mío) de un solo individuo, si Milciades hubiese huido en Maratón y Carlos Martel en Poitiers, la civilización occidental hubiese sido diferente.
Entre los 27 personajes que aparecen en este libro se encuentran, por no nombrarlos a todos: Eisenhower, Kennedy, Hitler, Mussolini, Churchil, el portugués Salazar y el español Franco (juntos por la similitud), Pío XII, Lenin y Stalin o Mao, así hasta el final. Para completar la treintena sólo faltan tres ¡Qué casualidad! ¿Serán los mismos que ahora quieren metemos en una guerra absurda, propia de siglos pasados? Los pueblos de la OTAN se oponen (salvo los que ya sabemos), las juventudes, los artistas, los escritores y un largo etcétera levantan oleadas de protesta, pidiendo que se haga lo que haya que hacer por medios pacíficos, con educación, sin prepotencia y sin chulería, pero parece ser que toda esta multitud debe permanecer con la boca cerrada como en "los 40 años" de triste recuerdo.
Dicen que la vida es cíclica, tal vez sea por eso que nos quieren involucrar en una guerra que, al fin y al cabo, sólo servirá para que sigan vendiendo armamento a los países subdesarrollados y haciéndose dueño de los pozos de petróleo, que es lo que en definitiva interesa es el dominio sobre el petróleo.
De sobra sabemos que en las guerras los que pierden son los ciudadanos de a pie, ningún "jefe" va a la guerra, ellos la hacen desde los despachos, en cambio mandan a su Infantería, que es la que da la cara y la vida.
En otro libro, también de mi biblioteca particular (perdonen que me repita), éste es del año 1915, en su página 181 hay un pasaje de Concepción Arenal, titulado "Cuadros de la guerra" donde cuenta una historia que pone el vello de punta a las personas con cierta sensibilidad: Unos artilleros se mueren de sed en la trinchera, divisan a lo lejos una huerta, piensan que allí puede haber agua, piden permiso para ir a buscarla, pero no se lo conceden, fijan su mirada en la colina y ven a una niña, con un cántaro de agua en la cabeza, se acercan a ella y le piden que les dé de beber, ella tiene miedo pero al fin les da el cántaro, todos la prueban menos el jefe, pero sólo ha servido para mojar sus resecos labios, la niña, muerta de terror, vuelve una y otra vez hasta que todos han saciado su sed (desde que aprendí las primeras letras, hace más de 80 años, siempre que leo este artículo, mis ojos se llenan de lágrimas y un nudo se me pone en la garganta).
Sigue el relato y sigue la guerra, los soldados, (que habían prometido a su salvadora, que, cuando entraran a tomar el pueblo, ni a ella ni a su madre le ocurriría nada), llegaron a la plazuela y buscaron el número 2, penetran en la casa y encuentran todo destruido y a "su niña" muerta entre los escombros. Los soldados no dicen palabras, lloran como niños y deciden darle sepultura.
Al día siguiente cuatro artilleros llevan un féretro blanco, costeado por ellos mismos, al cementerio, depositan el ataúd, caen las primeras palas de tierra, se llena el hoyo y todos lloran por la niña muerta.
Colocan una losa de pizarra sobre la tumba con estas palabras escritas:
María
Niña de doce años
criatura angelical,
muerta por aquellos a quienes había hecho bien
llorada por los que la mataron
quién quiera que lea este epitafio
QUE MALDIGA LA GUERRA
Y PREDIQUE LA PAZ.
iSiempre los inocentes son los que pagan los errores de sus gobernantes!