Bernardo Sartier
Zombi con Viagra
La enfermera me puso el babero y antes de la anestesia dijo "¿Es alérgico a algo?", yo dije "sí, al "Hola" y al "Lecturas". ¡Ah! y a Tamara Falcó". A Tamara Falcó la viera yo en una revista de la sala de espera del dentista. Posaba De Lacoste y de Vuiton. Tamara Falcó es una máquina. Tamara Falcó tiene mirada de corderillo pudiente y exhibe la felicidad simplona y tontaina de la niña pija alimentada con leche entera. Tamara Falcó no es guapa, ni tiene un tipo deslumbrante ni ha suscrito tesis científica alguna, pero explota su ascendiente materno y no da un palo al agua, lo que tiene su mérito.
Reflexionaba sobre Tamara Falcó cuando a Beatriz Sestayo le estalló el estallo del aparcamiento. A Bea el segurata le impidió el paso y ella pistoneó su coche haciéndolo rugir amenazadoramente en una performance motorizada del "usted no sabe con quién está hablando". Sestayo más que de Ferrol semejaba, en esa internada por la banda, una oriunda de Detroit huyendo a tiros de la bofia en una peli de mafia. Luego el segurata cantó y nos enteramos de que Doña Bea debe tres mil euros de otro coche suyo aparcado en "O Hórreo".
La ira de Sestayo frente al segurata me recordó la geta de Álvarez Cascos ordenando el bombardeo del Prestige, y también a una locutora televisiva que, enardecida por las dimensiones de la catástrofe de Filipinas dijo que los ciudadanos vagaban por las calles como "zombis hambrientos", lo que supone un plus de apetito sobre la ya tradicional hambruna del gremio de los nos vivos.
Vamos, que mejor no invitarlos a la "Festa da carne ao caldeiro" porque pulen las existencias. Incluso el caldeiro. El zombi, de suyo de buen diente, debe ser la leche si está hambriento y seguro invita a que el entorno pierda toda esperanza de no ser devorado. Devórame otra vez le cantan las féminas a los que se vigorizan con la Viagra, que recientemente ha estado de aniversario.
El descubrimiento de la Viagra merece figurar en los anales de la casualidad científica, como la penicilina. Buscaban un preparado que dilatase las arterias coronarias de los cardiópatas isquémicos y se encontraron con que "Manoliño, un feito polvo sin folgos para baixar a mercar o periódico, non melloraba". Con su resuello capitidisminuido sus ánimos no daban para mucho más que un inaudible pitido bronquial.
Pero un día repararon en que, más o menos a mitad de la humanidad de Manoliño, se erguía una extraña protuberancia, que daba a su bajo vientre la apariencia de una tienda de campaña de las que cobijan a un batallón de legionarios. Levantaron la sábana los sanitarios y prorrumpieron en una atronadora ovación de homenaje a lo que, más que una erección, semejaba uno de esos menhires pétreos en forma de plátano con los que nuestro querido Ruibal lustra y prestigia el arte escultórico a lo largo y ancho del mundo.
Así nació la Viagra. Ahora puede agenciarse una caja de 8 comprimidos por 42 euros, y por el módico precio de 5´25 euros puede uno emular los monolitos de Ruibal. Y ahora disculpen, que salgo para la farmacia.