Bernardo Sartier
"Cinzano"
Abilio López Aveiro, "Cinzano", era un niño retraído de la Moureira. Unos decían que hijo de la "Espartona" y otros que de la "Artillera", que aquí no hubo nunca acuerdo.
Sin más estudios que los de la vida, sisar patacones, hurtar algo que llevarse a la boca o mirar con curiosidad a los niños del hospicio, que aun pasaban más hambre que él, "Cinzano" empezó a ganarse la vida como albañil, a padecer de la espalda y a ver como el vino de la comida le aliviaba aquel llevar el lomo como cargado de hierro. Así se fue arrimando al morapio y su vida deslizándose por un tobogán de borracheras, tundas y soledades, soledades que nunca paliaba porque no había cristiana que se fijase en él.
"Cinzano" iba subsistiendo de chapuzas y, muchas veces, de la caridad. Vivía en un chamizo encalado en la Virgen del Camino donde en los momentos de sobriedad gustaba de asomarse a la trinchera del ferrocarril, frente a la veleta de los Roel, para ver pasar el tren. Fuera de la borrachera "Cinzano" era pacífico, educado y huidizo y cuando salía una ocupación, la atendía. "Cinzano" sentía, luego del tajo, que merecía recompensa y entonces se convertía en peregrino de tabernas donde daba vivas al Generalísimo Franco y al Tercio.
A veces "Cinzano", bebido como una cuba, se ponía gallo, y entonces lo mallaban indoloramente porque ya había rebasado ese límite que separa la embriaguez de la seminconsciencia. El "Diario" informó una mañana que "un hombre había sido arroyado por el tren". La noticia decía que "Cinzano" había vagado por la Calle Real, por "La Capilla" y por "El Limpias". Al salir del Limpias se metió, casi a gatas, por debajo de la barrera del paso a nivel de la Audiencia, justo en el momento en que el tren de las nueve chiflaba hacia Santiago.
Una mitad de "Cinzano", caderas y piernas, quedó intacta en el lado derecho de la vía, como la porción de un polichinela que espera su recomposición. Trozos del tronco y de la cabeza fueron arrastrados por la locomotora un poco más allá del paso a nivel de San Roque. El guardavías, que se percató de aquellos cachos sanguinolentos dio aviso al municipal de puerta del ayuntamiento, pero no se pudo recuperar nada de "Cinzano" porque el trabajo lo habían hecho las gaviotas. Incluso se dijo que vieron elevarse a una llevando en el pico una molleja que parecía el corazón de "Cinzano".
Al día siguiente, en la "Capilla", uno, con cierto deje de melancolía y un pinarejo en la diestra dijo "manda carallo, o que é a vida, ao 'Cinzano' levarono por diante as dúas cousas que máis lle gustaban na vida, o viño e o tren".