Una desaparición en Monte Porreiro que, nueve años después, mira hacia Bolivia para encontrar respuestas
Por Natalia Puga & Cristina Saiz
El proceso judicial abierto hace ya nueve años, en 2010, por la desaparición del vecino de Monte Porreiro Bernardo Villaverde Amil en lo que en ambientes policiales consideran que tuvo que ver con un ajuste de cuentas por narcotráfico sigue demorándose en los tribunales. El juicio contra cuatro acusados de detención ilegal se ha suspendido ya en reiteradas ocasiones, pero este jueves se creía que finalmente podría celebrarse. De nuevo, ha acabado en suspensión.
El juicio sí comenzó en la mañana de este jueves con la declaración de los acusados -en realidad solo uno declaró- y por la tarde estaba prevista la declaración por videoconferencia de la testigo clave de la acusación. Se trata de la pareja sentimental del desaparecido, una mujer que, tras denunciar la desaparición y declarar en la Comisaría Provincial de la Policía Nacional para dar su testimonio, desapareció. Tras seguirle la pista por toda España y también por Europa y Latinoamérica, la mujer finalmente fue localizada en Bolivia y este jueves fue citada.
El juicio se señaló de urgencia para poder tomarle declaración a ella y la hora fijada para ese trámite eran las 17.00 horas en España, 11.00 horas en Bolivia, para garantizar su testimonio. Sin embargo, todas las esperanzas cayeron en saco roto. En su lugar habló a través del sistema de videoconferencia un trabajador público de ese país y explicó que por una emergencia ella no podía comparecer, pero que sí lo haría cualquier otro día.
La magistrada presidenta del tribunal, Nélida Cid, hizo saber que "es mucho el perjuicio que nos causa su incomparecencia" y volvió a darle cita para otro día. Será el 17 de octubre a las 17.00 horas para garantizar que la hora se adapte a los horarios de Bolivia. Previamente, ese mismo día, a las 16.00 horas, ha sido citado un agente de la Policía Nacional.
La incomparecencia es ya reiterada, pero, en principio, la intención es intentarlo todas las veces necesarias, pues para la Fiscalía es un testigo fundamental. El fiscal jefe, Juan Carlos Aladro, que lleva esta causa, llegó a indicar en una de las ocasiones en las que se suspendió una vista que "no sería posible articular adecuadamente la acusación en el acto del juicio" sin ella y que es una "testigo esencial" en torno al cual se desarrolla toda la trama.
Al término de la vista este jueves, uno de los abogados defensores criticó que no ha quedado claro el motivo de la incomparecencia y que es ya una actitud reiterada, de modo que llegará un momento en que la Audiencia deberá tomar una decisión sobre cómo seguir con el procedimiento, asumiendo que no tiene intención de declarar.
Durante la sesión de la mañana la atención estaba centrada en la declaración de los cuatro acusados. Sin embargo, tres de ellos, Juan Manuel Fabeiro Torres, Juan José Chaves González y Fernando Suárez Suárez, se acogieron a su derecho a no declarar durante la vista oral y el tribunal de la Sección Cuarta tan sólo pudo escuchar a Manuel Sineiro Fernández, conocido como Machucho y con antecedentes por narcotráfico que le han llevado a prisión, aunque ahora ha recobrado la libertad.
Él se parapetó en su inocencia e incluso quiso aprovechar para extrapolar esa inocencia a otras causas judiciales previas. Así, cuando el fiscal le preguntó por sus antecedentes, no se cortó y sacó de una carpeta una serie de documentación con intención de mostrarle al tribunal resoluciones judiciales que supusieron "condenar a España por vulneración de mis derechos". La presidenta del tribunal frustró su intento.
El fiscal mantiene que los cuatro acusados acudieron al domicilio de Villaverde Amil en Monte Porreiro a mediodía del 19 de noviembre de 2010 y, cuando él y su esposa trataban de introducir el coche en el garaje, el acusado, Manuel Sineiro, se introdujo en su coche y abandonaron el lugar. Detrás iban otros dos coches en los que viajaban los otros tres acusados. Previamente, los cuatro acusados se habían reunido el día anterior en las proximidades de un hotel en Santiago para preparar la captura y desaparición. Desde entonces, tan sólo se tuvo noticias de él dos horas después por una breve conversación telefónica con su esposa.
Frente a esta acusación, Machuco negó todos los hechos. Así, reconoció que conocía al desaparecido porque le había vendido 200 metros de piedra en el pasado y que había ido a su casa, pero que no sabía nada de él desde una semana antes al día de la desaparición. También reconoció que solía ir a casa de un amigo en Monte Porreiro y, para llegar, debía pasar por delante de la de Villaverde Amil, pero negó haber ido ese día y haber visto a su esposa.
En su defensa alegó que "en absoluto" había tenido negocios con Villaverde Amil y que "es completamente mentira que fui a su casa" o que se hubiese reunido el día anterior con el resto de acusados para preparar el rapto.
Un agente del Grupo de Respuesta contra el Crimen Organizado (GRECO) de la Policía Nacional declaró que ese encuentro en Santiago sí se produjo porque estaban realizando el seguimiento a los acusados por otras investigaciones anteriores y les vieron. Además, tenían intervenido el teléfono de varios de los ahora acusados y, en una conversación entre dos de ellos, Fabeiro le dijo a Suárez que alguien se encargaría de él y que iban a "apretarle las costillas", presuntamente en alusión a Villaverde Amil.
Por estos hechos, la Fiscalía considera que los cuatro son autores de un delito de detención ilegal agravada y deben ser condenados a diez años de prisión.
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