Los dueños de Il Piccolo y El Cafetín reivindican más conciliación y controles horarios para la hostelería en la charla de Mestizaxes
Por Manu Otero
La tercera y última charla del programa Mestizaxes, que busca posicionar a Pontevedra como capital gastronómica, dejó a un lado el tono personal e intimista de las dos primeras sesiones para tomar un cariz más reivindicativo. La pandemia dejó a la vista las costuras del sector y, ahora, con la recuperación, los hosteleros tratan de encontrar solución a uno de sus principales retos: los problemas para conciliar vida familiar y laboral y acabar con las maratonianas jornadas de trabajo.
Los encargados de alzar la voz son dos figuras autorizadas del sector de la restauración pontevedresa. Rubén González, chef del Cafetín y ganador en infinidad de ocasiones de concursos de tapas tanto en Pontevedra como en certámenes de otras ciudades; y Franceso Iannelli, propietario del restaurante italiano más famoso de la ciudad: Il Piccolo; se refirieron al tema de la conciliación de la vida familiar y laboral para responder a una pregunta del público. "Yo siempre tengo una comida al día con mi familia, es donde se resuelven los problemas domésticos. Pero es por la tarde, cuando ellos cenan, yo como", explica el restaurador napolitano asentado desde hace años en la ciudad del Lérez.
"La hostelería es un modo de vida", reconoce Rubén González, quien ya está acostumbrado a las exigencias de una "profesión durísima" porque "cuando los demás están disfrutando, nosotros trabajamos". Sin embargo, el chef formado en el Carlos Oroza e hijo de hosteleros reconoce que "debe haber conciliación". Una de las partes positivas de la pandemia es que "los horarios se normalizaron", afirma. Sin embargo, con la desescalada parece que se están volviendo a descontrolar. "El cliente tiene que entender que debe haber horarios", reclama.
Por todo ello, en círculos privados del sector se está trazando un plan que pasa por solicitar a la Xunta la aprobación de un decreto que regule los horarios y que marque como hora de cierre de los restaurantes la una de la madrugada. Una hora bastante tardía en relación con otros países de Europa. "En Italia cierran a las 22 horas", puntualiza Iannelli.
Esta necesaria regulación de los horarios no solo servirá para mejorar la calidad de vida de los hosteleros, también traerá una profesionalización del sector y será más atractivo para conseguir mano de obra, uno de los graves problemas que sufren actualmente bares y restaurantes.
No obstante, en el sector son conscientes de que la solución no pasa solo por la aprobación de leyes. Saben que los empresarios deben ser más profesionales y serios. "En la hostelería hay que incidir en la gestión y en las finanzas para que todo sea más eficiente", pide Rubén González dando por conseguida la oferta de un producto y un servicio de calidad.
Adelantar la hora de cierre será además beneficiosa para el resto de subsectores de la hostelería. "Hay que cerrar pronto para que uno pueda irse a tomar una copa a otro local", sugiere Francesco con la idea de repartir la riqueza entre todos los locales porque, en el seno de la hostelería, están cada vez más convencidos de que no hay competencia, sino compañeros de profesión.
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