Incluyen el Plan Revitaliza en una guía europea de buenas prácticas sobre desperdicios alimentarios
Por Alejandro Espiño
Los expertos calculan que en los países de la Unión Europea se desperdicia o se pierde un 20% de la producción alimentaria. Por eso, la gestión de los desechos procedentes de la alimentación ha pasado a ser clave en la búsqueda de un sistema mucho más sostenible.
En medio de ese trabajo, Slow Food y Zero Waste Europe han editado una guía de buenas prácticas en la que recopilan once experiencias de éxito que impulsan otras tantas comunidades locales de Francia, Italia, Portugal, Bélgica, República Checa o Eslovenia.
En el caso de España, solo han incluido un ejemplo, el Plan Revitaliza que impulsa la Deputación de Pontevedra para convertir los biorresiduos en compost y reintegrarlos así de nuevo en la cadena alimentaria.
Ambas asociaciones entienden que los municipios, tanto si son urbanos como rurales, deben trabajar juntos con las comunidades agrícolas y con los productores alimentarios en los cinturones verdes que rodean las ciudades y en las zonas rurales.
"Pretendemos ilustrar y ofrecer ejemplos concretos sobre qué puede hacer un municipio para reducir los desechos alimenticios como parte de una transición más amplia hacia sistemas alimentarios sostenibles", destaca Marta Messa, directora de Slow Food Europa.
Este documento se centra específicamente en qué acciones concretas pueden tomar los municipios, añade la activista italiana, "pero también en términos más generales, en cómo pueden estimular los sistemas alimentarios locales".
Sobre el Plan Revitaliza, la guía de buenas prácticas de Slow Food y Zero Waste Europe destaca que, lejos de ser un sistema costoso para las arcas públicas, este programa ha demostrado su eficacia para el tratamiento de los residuos orgánicos.
Basándose en el compostaje doméstico y comunitario, el Revitaliza, destacan estos dos colectivos, está ya presente en 44 de los 61 ayuntamientos de la provincia tras un proceso "cuidadosamente diseñado" o su "flexibilidad" para adaptarse a cada municipio.
A ello suman además un plan de comunicación "sólido", que ha contribuido a que los ciudadanos participen masivamente en este sistema, llegando a compostar más de 2.000 toneladas de residuos desde que se puso en marcha en 2019.
Este es, concluye el informe, una de las formas "más innovadoras e inspiradoras" para que las comunidades locales se conviertan en actores "clave" en el desarrollo de una economía circular que, junto con la reducción de residuos, ayude a crear un sistema alimentario "más saludable, ecológico y económicamente viable".
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