San Cibrán vuelve a oler, saber y sonar a romería
Por Natalia Puga & Diana Eiras
El olor, el sonido, el sabor y el espíritu inconfundibles de una romería regresaron este lunes al entorno de la ermita de San Cibrán. No faltaron los churros ni tampoco la 'garrapiñada', las rosquillas, el pulpo, el churrasco, el vermú, los gaiteros, la misa ni las tradiciones. Después de dos años sin celebración por las restricciones de la pandemia, había ganas de fiesta popular y a la de San Cibrán no le faltó detalle.
Toda buena romería tiene que tener comida, bebida, música y fiesta, pero también devoción y tradición y de eso andan sobrados en Tomeza. Lo demostraron los devotos que recordaron el rito de dar vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj alrededor de la capilla del santo en la cima del monte de San Cibrán mientras tiraban una piedra al tejado. La costumbre más extendida habla de nueve vueltas con sus piedras, pero hay quien asegura que son siete.
El rito de las nueve vueltas es el más habitual, pero la romería más famosa de Pontevedra tiene muchas otras tradiciones que hacen de ella no solo una de las más especiales, sino la más multitudinaria del entorno. Pasar por debajo del santo o llevar para casa ramos bendecidos de hierbas mágincas y curativas son algunos de los más asentados. Y todo con un único objetivo: espantar el mal de ojo o el 'meigallo'.
El antropólogo y escritor pontevedrés Rafael Quintía fue uno de los que este lunes de Pascua se sumó a la fiesta y recordó que el de San Cibrán es "un dos santuarios máos importantes de Pontevedra", al que tradicionalmente acudía toda la ciudadanía de Pontevedra, la mayor parte, andando.
San Cibrán, tal y como recuerda Quintía, "ten fama de ser moi milagreiro contra todos os males que teñen que ver co meigallo, co mal de ollo, co feitizo" porque "din que como foi bruxo antes que santo, coñece o lado escuro da forza e o lado bo".
Su propia leyenda alimenta esa fama, pues se cuenta a nivel popular que San Cibrán apareció en la boca de una mina y eligió el lugar donde se iba a levantar la ermita en la que ahora se le rinde culto. La suya es una de las romerías más antiguas del entorno en la que tiene tanto peso su vertiente religiosa como la más habitual de la cultura popular o de la propia fiesta.
A día de hoy, esa asistencia multitudinaria ya no existe, pero sí sigue siendo una fiesta muy concurrida a la que acuden vecinos y vecinas de las parroquias de Marcón y Tomeza -la capilla pertenece la esta última parroquia, pero está en una zona limítrofe entre las dos- y de la ciudad de Pontevedra, pero también personas llegadas de otras zonas próximas o incluso, como sucedió este lunes, desde ciudades como A Coruña.
La costumbre de ir hasta San Cibrán a pie ya no es tan mayoritaria, pero aún hay quien pone ropa y calzado cómodo y sube por los montes de Tomeza arriba hasta este mirador privilegiado de Pontevedra, desde el que incluso se alcanza a ver el mar.
Una vez en la cumbre, se mezclan los caminantes con los que solo acuden para participar en los actos litúrgicos y los que buscaban seguir con algunos rituales que recuerdan desde pequeños. Es el caso de una chica llegada con su hija de tan sólo dos meses de vida, que buscaba "que a tradición continúe de xeración en xeración".
Este lunes, después de la subida del santo desde la antigua escuela de Lusquiños hasta la capilla ubicada en el alto de San Cibrán, hubo misa a mediodía y también una más solemne con procesión a las 13.00 horas y se organizó otra por la tarde. Fueron los momentos de mayor asistencia, pero durante toda la jornada hubo llegada de devotos.
Hubo incluso quien pasó allí la noche. Décadas atrás, era habitual que cientos de jóvenes acudiesen durante todo el fin de semana a pasar la noche en los montes de San Cibrán, pero en los últimos años, esa costumbre se perdió. Este año, cinco chicos y chicas de Tomeza y Poio lo recuperaron. Adrián, Antía, Carla y dos amigos más pasaron la noche en dos tiendas de campaña y, después de recoger a media mañana, reconocían que había sido una buena experiencia que "me contaban meus pais que facían eles" y que les sentó bien "despois da covid".
Hay tradiciones que se pierden, otras que se recuperan y otras que van mudando. Es el caso de la relativa al ramo de hierbas mágicas. Laurel, olivo, hierba luisa, romero, ruda y mirto juntos en un ramo que, además de un olor cautivador, tiene, como recuerda Quintía, "propiedades curativas e protetoras".
El ramo es el mismo de siempre, pero ahora desde la comisión de fiestas aprovechan para venderlo en el propio recinto y, de esta manera, ayudan a recaudar fondos para la fiesta. Puede bendecirse en la misa o pasando el ramo por la imagen del santo y, una vez en la casa, ayudará "como un amuleto poderoso".
También lo son era lo de una romería de nuevo en San Cibrán. En 2020 no hubo festejo de ningún tipo y en 2021 tan sólo los devotos acudieron a título particular, pero este 2020 la fiesta fue completa y como antiguamente, de modo que no faltó la música. Durante la sesión vermú, de la mano de Os Alegres y por la noche se recuperó la verbena, amenizada con el grupo Eureka y el trío Extra. Fiesta completa.
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