VÍDEO.-"Yo me he tenido que alejar de mi padre pidiéndome ayuda y es duro que aún encima se nos trate a nosotros como culpables"
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Con lágrimas y rabia en los ojos y sin poder ocultar su enfado y frustración. Así salieron este jueves Carlos Carballa y Adrián Ligero del edificio judicial de A Parda. En el interior, el Juzgado de lo Social número 1 de Pontevedra dejaba visto para sentencia el juicio por el que llevaban esperando seis años, desde que el buque Nuevo Marcos naufragó en la Ría de Pontevedra dejándoles a ambos huérfanos y marcados para siempre. Perdieron a sus padres y ellos mismos iban en el barco hundido.
En estos años, se archivó la causa penal por el naufragio y la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM) del Ministerio de Fomento concluyó que ellos, como tripulantes, también tuvieron responsabilidad en el fatal desenlace en el que, tras chocar con una batea, el buque se hundió y murieron sus padres y el patrón.
Hasta ahora, no han cobrado ni ellos ni su familia ninguna indemnización y han acabado en este juicio reclamando 700.000 euros a los padres del patrón, en calidad de armador y heredera del fallecido. Este jueves, tras escuchar en sala que a Carlos y a su padre el armador ni siquiera les reconoce como trabajadores y que todo fue culpa de una batea no balizada, los nervios y la rabia pudieron con ellos.
Fuera del edificio judicial, y por momentos interrumpido por las lágrimas, Carlos trasladó esa frustración. "Lo que no entendemos es que se le siga echando la culpa a una batea que no está balizada cuando se conoce perfectamente la zona", explicó, y añadió que lo que conlleva al "fatal desenlace" es "lo posterior al accidente contra la batea".
Así, critica que el patrón no revisó cómo estaba el buque tras chocar con a batea ni tampoco comprobó cómo estaba la tripulación ni realizó ningún tipo de llamada de emergencia.
La tripulación quedó en el agua y Carlos nadó aproximadamente durante una hora hacia la costa en busca de ayuda. Antes, le había pedido al patrón que amarrase el buque a la batea o que pulsase el botón de estrés, pero "no se me hace caso".
Con 22 años y con apenas experiencia en el mar, la situación le ha marcado. Estaba durmiendo, se despertó con la colisión y empezó a entrarle agua en su camarote, pero el patrón no le ayudó, sino que tuvo que ser Adrián Ligero. "No es el patrón, el patrón en ningún momento vela por mi seguridad ni por la seguridad de los tripulantes", insiste.
Tras negarse a activar la llamada de emergencia, continuó la marcha "sin ver si alguien está herido y necesita algún tipo de ayuda". Su intención, según Carlos, era "llegar a puerto sin avisar a nadie porque sabía que tenía a dos personas sin asegurar y que estaba en una zona prohibida para pescar ese tipo de arte".
También se muestra molesto porque su padre y él no estaban asegurados y en el juicio no se les reconoció cómo trabajadores. "Estábamos allí parece ser que en una embarcación de recreo", ironizó, y criticó que la empresa no solo no les dio de alta cuando estaban trabajando sino que tampoco contrató un seguro de responsabilidad civil.
Carlos Carballa hace un llamamiento a todas las autoridades para que les escuchen "porque lo que aquí ha pasado es bastante grave y lo que se está haciendo con nosotros es muy injusto".
"Yo me he tenido que alejar de mi padre pidiéndome ayuda. Para mí eso me va a quedar marcado para toda la vida. Bastante culpable me he sentido en su momento. Bastante culpable sin tener culpabilidad ninguna por no haber llegado a tiempo para poder salvar la vida mi padre", rememora.
Es "muy duro" para él lo vivido y "es duro que aún por encima se nos trate a nosotros como culpables cuando nosotros realmente no tenemos culpabilidad porque en un barco es el patrón o capitán el que ordena y dictamina cuáles son las actuaciones a llevar a cabo en un caso como este".
En su caso, además, recuerda que se echó al agua rumbo a la orilla con intención de "socorrerlos a todos", de "proteger mi vida y a la vez proteger las vidas que había dejado allí, mis compañeros y mi padre". Se pregunta, además, qué habría pasado si él no hubiese llegado a tierra para pedir ayuda. "¿Quién iba a saber que estábamos allí? ¿Íbaos a morir todos?".
En estos momentos, seis años después, piden "Justicia y que los responsables paguen por los hechos acaecidos". "Lo único que pretendemos es que se nos escuche, que no somos culpables, que somos víctimas", concluye.
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