Aún con clientela, las obras merman la facturación de las cafeterías: "nos planteamos cerrar una semana"
Por María José Pita & Mónica Patxot
Entre abril y mayo de 2024. Este es el último plazo anunciado por el Concello de Pontevedra para el remate de la renovación de la plaza de Barcelos. Será más de un año de obras que en la hostelería de la zona suscita emociones encontradas.
"Lo llevamos mal, con el viento entra polvo, pero también lo llevamos con humor porque la obra va a ser para bien, se va a ampliar la zona de la plaza", señala Fátima García, camarera de la Cafetería Donegal's, situada en primera línea de obra.
García admite que la facturación ha descendido. El motivo no es ni el polvo que se levanta durante los destierres ni el ruido de la maquinaria. La razón, explica, es que se ha suprimido la zona de carga y descarga, que facilitaba que los transportistas se acercasen a la plaza e hiciesen una parada para tomar un café.
Quienes sí son clientes habituales son los obreros que se emplean en Barcelos. "Fijos están trabajando sobre cinco o seis, yo creo que son pocas personas, por eso va todo tan lento", reconoce la camarera. El local abre a las 7:00 y unos veinte minutos antes de las 8:00, la hora de inicio de su jornada, los obreros desayunan en su local. La convivencia es buena, tanto que "también les hago barrer la cafetería porque entran con las botas manchadas del hormigón, y a veces ellos hasta se ofrecen para tirarme la basura", comenta entre risas. "Todo se lo digo con cariño".
Gracias a esas charlas diarias, han podido saber en la cafetería que dentro de quince días van a levantar el suelo delante de la terraza. "Para esos días dan lluvia y va a estar todo embarrado, incluso nos planteamos cerrar una semana", lamenta.
A las 11:30 comprobamos que aún quedan clientes para quienes las obras no parecen ser un impedimento. Junto a la valla que separa la acera de la calzada, totalmente levantada, nos encontramos a un grupo de amigos disfrutando de un aperitivo. Ana, Juan y Lupe son de Pontevedra y han parado en este lugar "por el pincho y porque nos queda de paso". Juan va a abrir un centro de boxeo cerca, quedaron para ver el local y hacer unos recados. Ana y Lupe afirman que "no es agradable" soportar el ruido de la obra, mientras que Juan le ha encontrado un especial encanto a este sitio: "nos divierte ver las obras", anota.
En otra mesa, Beatriz confirma que el esfuerzo de los locales del entorno para atraer clientela y hacer frente a las incomodidades de la obra está bien empleado. "Vengo porque dan pincho a elegir, no me importa la obra, si hay sitio para sentarse, por el pincho me quedo", relata mientras toma un café con leche. No es clienta habitual porque reside en Marín "pero sí cuando vengo a Pontevedra, como hoy, a hacer unos recados".
En Barcelos conviven las obras en superficie con las terrazas. Una situación diferente es la que nos encontramos un par de calles más abajo, en la esquina entre Padre Amoedo y Cruz Roja, donde la cafetería Orange se encuentra rodeada de andamios por sus dos fachadas. La propietaria María José Docampo señala que el andamio lateral, que apenas afecta a dos mesas, lleva instalado dos o tres semanas. El problema ha llegado con la estructura que han levantado por la pared de la calle Cruz Roja, en donde en la jornada del lunes tuvieron que retirar todas las mesas. Con pericia, han mantenido dos mesas en un lugar de la calle que no entorpece el tránsito pero que les obliga a asomarse continuamente porque desde la amplia vidriera del local no les alcanza la visión.
A las 14:00 horas, lo habitual es que la terraza de la cafetería esté llena con gente que viene a comer. "Incluso en invierno, aunque haga mucho frío, si no llueve se sientan en la terraza, siempre pensamos que se les va a enfriar la comida".
Ya se nota la bajada, los clientes fumadores siempre escogían terraza y llevamos días sin verlos
Sin embargo, y pese a estar el andamio protegido por una lona, plásticos y rejilla, por precaución han retirado las mesas. Calculan que la pérdida económica será grande. "Ya se nota la bajada, los clientes fumadores siempre escogían terraza y llevamos días sin verlos". Con todo, de momento no van a subir el precio de sus cafés. El grande de desayuno van a mantenerlo a 1,40 euros, pincho de churros o bizcocho, incluido, "porque hay mucha competencia y tenemos miedo de que si lo subimos los clientes no vuelvan".
Su clientela es variada, entre trabajadores de la zona, como el Archivo Provincial o el Museo de Pontevedra, "sobre todo si hay un evento", gente de paso o residentes en el barrio.
Entre estos últimos, nos encontramos al único ocupante de la terraza. A sus 93 años, Jose no perdona su café americano y la lectura de El País. "Vengo todos los días al Orange porque son muy amigos, y si hace buen tiempo como hoy me quedo en la terraza". Apenas se le escucha entre el sonido de las perforadoras. "Yo me concentro en el periódico y sigo leyendo, hay que tener paciencia con las obras porque es para mejor". Jose seguirá viniendo todos los días "aunque haya obras", menos sábado y domingo que "voy a la aldea", en Soutelo de Montes, de donde es oriundo.
En estas primeras jornadas de andamiaje el ánimo no es bueno en esta cafetería, quizá con la llegada de las lluvias a final de semana la clientela regrese al interior del local, después de franquear el andamio bajo el que, como si de una superstición se tratase, los clientes entran corriendo.