Florencia: La ciudad del arte
Por Marga Díaz
Florencia es una de las ciudades europeas que tradicionalmente más se asocia con el arte y la sabiduría. Los grandes maestros del Renacimiento la convirtieron en el paradigma de la belleza y la cultura. Botticelli, Brunelleschi o Filippo Lippi entro otros artistas o incluso ilustres poetas como Dante, fueron grandes nombres nacidos allí que dejaron su huella y que junto con los demás artistas del Renacimiento dieron a Florencia esa merecida fama de ciudad del arte.
La visita a Florencia nos descubre rápidamente las grandes obras renacentistas, pues las calles florentinas rezuman arte, pero es sobre todo a través de sus dos principales museos como podemos empaparnos del arte de los grandes maestros: En la Galería de La Academia, donde además de destacadas obras pictóricas nos vamos a encontrar una importante colección escultórica entre la que destacan especialmente las obras de Miguel Ángel Buonarrotti. La visita se hace imprescindible para amantes de la escultura al albergar una de las obras maestras más destacadas de todos los tiempos: el David de Miguel Ángel, que a pesar de haber permanecido en la famosa Plaza de la Signoría hasta bien entrado el siglo XIX, finalmente se trasladó a la Galería donde permanece en la actualidad. Pero si de obra pictórica se trata, el museo que mejor representa el arte de los grandes maestros del Renacimiento es la Galería de los Uffizi: Botticelli, Tiziano o Leonardo entre otros genios, además de una de las colecciones más famosas del mundo con obras de distintos períodos históricos son todo un lujo para cualquier amante de la pintura.
Sin embargo el arte en Florencia no se limita a la obra recogida en sus museos, la ciudad es un auténtico museo al aire libre: sus plazas, iglesias y calles desbordan genio y belleza y justifican ese "Síndrome de Stendhal" que el escritor francés describió al visitar Florencia y que años después fue reconocido con su nombre y descrito como la sensación de vértigos, aceleración del ritmo cardíaco y confusión que muchos viajeros parecen sufrir ante la acumulación de tanta belleza. Exagerado o no, síntomas y síndromes aparte, lo cierto es que Florencia deslumbra y asombra a todos por igual.
En la Plaza de la Signoría nos encontramos un buen ejemplo de arte al aire libre con una importante muestra de esculturas que casi rozan la perfección: La fuente de Neptuno, La estatua de Perseo con la cabeza de Medusa, o una hermosa réplica del David de Miguel Ángel entre otras muchas hacen que la plaza merezca una larga y dedicada visita.
La arquitectura también tiene en Florencia un papel más que destacado y así si paseamos por sus calles nos iremos empapando de ese primer arte, en donde grandes maestros dejaron su huella a través de iglesias, palacios y otros muchos edificios civiles: El Palacio Vecchio, el Palacio Pitti, la Basílica de Santa María Novella o la de la Santa Croce, hermosa iglesia en cuyo interior se encuentran además de destacadas pinturas al fresco, los sepulcros de Galileo y Miguel Ángel, y como no la Plaza del Duomo, con la Basílica de Santa María dei Fiore son un claro ejemplo de la maestría de la arquitectura italiana. La catedral nos llama la atención nada más llegar por su original revestido en coloridos mármoles verdes, rosas y blancos, pero esta vistosa decoración no nos debe hacer olvidar que estamos ante una de las obras maestras del gótico en Italia. Aunque su construcción inicial data de finales del siglo XIII, los grandes maestros renacentistas modificaron un siglo después su estructura inicial: La enorme cúpula, obra de Brunelleschi inspirada en la construcción del Panteón de Roma, muestra el conocimiento magistral de este genio de la arquitectura renacentista.
Otro elemento imprescindible de la Basílica es el Campanile o campanario de Giotto, construcción típica de las grandes iglesias italianas que otorga al conjunto mayor verticalidad y elegancia. También formando parte del conjunto del Duomo destaca el baptisterio, precedido por las famosas Puertas del Paraíso de Ghiberti, una de las joyas decorativas que originalmente lucía frente a la catedral, y que se sustituyó por unas logradas réplicas, trasladándose las originales para su mejor conser
Pero si tenemos unos días en Florencia, no debemos olvidar que para vivirla hay que transitarla y recorrer sus plazas, calles y mercados: El mercado del Porcellino o mercado Nuevo es un buen ejemplo de integración del turismo con lo popular, ya que el mercadillo es muy interesante y resulta muy agradable, aunque también repleto de turistas que quieren cumplir con la tradición de frotar la estatua de bronce del jabalí que da nombre al mercado. Y buscando el ya famoso carrusel tradicional de Florencia nos acercaremos a la Plaza de la República una de las más importantes de la ciudad, presidida por la Columna de la Abundancia, punto de encuentro de los llamados Cardo y Decumano, denominaciones de la principales calles que los romanos utilizaban en sus planos de trazado rectangular. Otro punto imprescindible del paseo es el Ponte Vecchio. Construido sobre el río Arno en el siglo XIV se realizó en el lugar de un antiguo puente romano ya destruido, constituyendo hoy día uno de los puentes más antiguos de Europa, aunque es su peculiar aspecto y su historia lo que lo llenan de encanto: Tras su construcción el puente se llenó de tiendas y negocios, especialmente carnicerías y curtidurías, hasta que a finales del siglo XVI una disposición obligó a retirar los comercios debido a los malos olores que generaban, y estos se van a sustituir por joyerías y orfebrerías que todavía continúan en la actualidad y que hoy constituyen un reclamo para el turismo. Del mismo siglo es el llamado corredor Vaseriano, un pasillo realizado en el piso superior del puente que unía los Palacios de los Medici, para que pudieran desplazarse con la máxima discreción. Todo ello le da al Ponte Vecchio un aspecto muy particular y lo envuelve de historias y leyendas.
En definitiva Florencia no es exclusivamente arte y sabiduría. Su encanto también reside en plazas y calles que nos recuerdan su pasado poderoso como ciudad comercial donde se forjaron las fortunas de los grandes mecenas del Renacimiento. El rápido desarrollo del comercio y en consecuencia de la banca supuso un cambio sustancial en las sociedades de las ricas ciudades italianas: es el crecimiento de la burguesía, precursora ya del futuro capitalismo. Familias como los Medici que acumulaban poder y riquezas son en gran parte responsables del pasado glorioso de Florencia que se extiende hasta la actualidad y que la convierten en una de las ciudades más bellas y recomendables de Europa.
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