Se buscan segundas oportunidades para adolescentes con dificultades y medidas judiciales
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Pongamos que hablamos de un adolescente que tiene una situación complicada en casa. Pongamos que un día el ciclo de violencia en el que lleva años metido lo lleva a cometer un delito. Pongamos que se le atribuye una grave infracción por la que acaba en el juzgado. Pongamos que un juez le impone una medida judicial que conlleva, en cumplimiento de la Ley del Menor, la convivencia con una persona o familia distinta de la suya. Pongamos que esos seis, nueve o doce meses que pasa en el nuevo contexto lo hacen reaccionar y asumir que la violencia nunca es la solución. Pongamos que regresa a su entorno familiar, pero ya para comenzar una nueva vida.
Pongamos ahora que hablamos de una persona o familia que está sensibilizada con la dura etapa de crecimiento de la adolescencia. Pongamos que está dispuesta a convivir con un adolescente con el deber de cumplir una medida judicial. Pongamos que tiene disponibilidad para encarar su reeducación. Pongamos que tiene en casa un ambiente positivo y socializador. Pongamos que esa persona o familia no busca tener un hijo o ejercer de padre, solo compartir su casa de manera temporal con alguien a quien ayudar y formar para la vida adulta.
Esas segundas oportunidades son posibles y en Pontevedra vienen desde abril de 2018 de la mano de la asociación Arela y el programa Convive.conmigo. En Pontevedra y también en A Coruña, provincia en la que un año antes esta entidad social y la Xunta de Galicia pusieron en marcha el proyecto de manera experimental. Ahora, con más de un año de rodaje en la comunidad, ya pueden empezar a hablar de las primeras experiencias satisfactorias.
Si juntamos al adolescente de las primeras líneas y la persona adulta o familia de las siguientes, encontramos la ecuación perfecta para Convive.conmigo, que busca familias que estén dispuestas a ayudar a esos adolescentes a lograr esa segunda oportunidad de llegar a la vida adulta en un ambiente proclive para una existencia normalizada, convivencia en sociedad y libre de violencia.
Una de las responsables del programa en Pontevedra es Eva Piñeiro, educadora de Arela que, junto con el resto del equipo, se dedica a captar, valorar, formar y hacer seguimiento de esas personas o familias. No hablará de casos concretos de adolescentes ni de familias acogedoras por la intimidad y discreción exigida para que estos programas lleguen a buen puerto, pero sí se muestra convencida de su "potencial importante".
Destaca también que la puesta en marcha de Convive.conmigo abrió la posibilidad de cumplir esas medidas judiciales de convivencia con persona, familia o grupo familiar que recoge la Ley del Menor, pero que no se podían aplicar en Galicia. Los centros de protección que tiene la administración son útiles para el cumplimiento de determinadas medidas judiciales, pero no siempre para conseguir la reinserción de determinado perfil de menores.
Este programa ofrece al adolescente con dificultades "un proceso de educación natural que es importante", que le puede facilitar nuevos hábitos de convivencia y socialización que marquen la diferencia para su futuro. "Probablemente estos hábitos los van a usar en futuras convivencias como adultos", sostiene Eva Piñeiro, que explica que "la idea es que eso que aprenden lo puedan llevar para casa y aplicarlo". Supondrá un cambio en su convivencia con su familia al regresar a la casa, pero también tiene mucho potencial de cara a futuras convivencias y, por qué no decirlo, para desactivar futuros maltratadores adultos.
Se podría pensar que existe un perfil de adolescente que llegue a encontrarse en esta situación, pero Eva prefiere atajar esos tópicos: "no hay un perfil". Aunque se dan excepciones con otros delitos, habitualmente los jueces ponen esta medida a menores condenados por violencia en el ámbito familiar, que por las circunstancias más variadas acabaron optando por la violencia como manera de relación con sus padres o cualquier persona con la que conviven.
Su actitud es totalmente reprobable, pero con este programa "no se trata de buscar culpables, sino de poner soluciones", de ahí que apuestan por darles a conocer un ambiente familiar diferente. Pasar por un programa judicial de estas características, "ya es duro, pasar por el proceso ya es un aprendizaje" y "pasar un tiempo fuera del entorno familiar y convivir con otras personas" supone el empujón que queda para tomar perspectiva y afrontar la vida con otra actitud. Para los adolescentes y también para sus familias de origen, pues "a los padres también les ven bien poner distancia, coger perspectiva" para salir de ese ciclo de violencia. Durante todo el proceso, el menor no perderá el contacto con su familia.
Desde Arela guardan la confidencialidad de los adolescentes y de los acogedores y no facilitan ni datos exactos de los casos que tienen ahora en marcha, pero sí indican que "no hay muchos casos", pues " no todos los chicos valen para este programa". Ni tampoco todas las familias para acoger. Los requisitos mínimos son ser mayor de edad, disponer de una vivienda adecuada, estabilidad emocional, comprometerse a trabajar en equipo, garantizar un alto grado de disponibilidad y no buscar la satisfacción de un deseo de paternidad.
No muchos los cumplen, pero además se valora positivamente la formación relacionada con ciencias sociales, la experiencia previa en programas de acogimiento familiar, tener una predisposición a ser formadas en diferentes temáticas como adolescencia o formación de carácter jurídico. En todo caso, Arela les da formación grupal e individual y asesoramiento y durante todo el tiempo que dura el proceso ofrece acompañamiento de profesionales.
Además, desde Arela recuerdan que "es un programa que hay que analizar mucho y poner en poso, reflexionar". Suelen sumarse personas de entre 30 y 55 años, la mitad en familia y la otra mitad de manera individual y con la característica común de estar dispuestos a un esfuerzo. A cambio, recibirán una financiación durante los meses que permanezcan con el adolescente.
Desde la Página web de Arela (www.arela.org) se puede consultar más información sobre este programa, así como desde su teléfono de su sede central, 986 21 25 37 o a través del correo electrónico convive@arela.org .
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