Del instituto Sánchez Cantón a la carrera espacial
Por Natalia Puga & Cristina Saiz
Las paredes del instituto Sánchez Cantón de Pontevedra albergan estos días cuatro minisatélites con todos los sistemas de un satélite de verdad esperando a cumplir su misión espacial. No saldrán al espacio exterior, pero el próximo 21 de marzo sí estarán en el cielo de Lugo. Se trata de cuatro CanSat, simulaciones de un satélite real integrado dentro del volumen y la forma de una lata de refrescos, que el alumnado de primer curso de Bachillerato diseñó como parte de un proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) que en España desarrolla el organismo Esero.
Aunque en el resto de Europa la experiencia lleva ya años, este es el primer año en que se celebra un concurso a nivel regional entre centros de secundaria de Galicia y, como estreno, hay 16 equipos en competición de toda la comunidad. A pesar de que lo habitual es que casa centro aporte un solo equipo al proyecto, en el Sánchez Cantón hay cuatro, que implican a un total de 24 estudiantes (seis por equipo).
Como parte de este proyecto, el alumnado se enfrenta al desafío de introducir en el espacio de una lata de refresco los principales subsistemas de un satélite de verdad, como alimentación eléctrica, sensores y un sistema de comunicaciones, y, a continuación, lanzarlo a una altitud aproximada de un kilómetro, dejándolo caer desde una plataforma, mediante un dron, un cohete, o cualquier otro método. En ese momento, comienza su misión, que consiste en la ejecución de un experimento científico, lograr un aterrizaje sin daños y el análisis de los datos recopilados durante el descenso.
Los 16 equipos participantes en Galicia competirán el próximo 21 de marzo en un concurso en Lugo que supondrá lanzar el CanSat en un dron desde una altura de 500 metros y y el equipo que resulte ganador competirá a nivel estatal y ya lanzará el minisatélite desde un cohete desde una altura de un kilómetro. El equipo ganador, llegará a la fase europea, en la que hay un representante de cada país.
El alumnado del Sánchez Cantón lleva semanas trabajando en el proyecto con la ayuda de cuatro profesores tutores. Uno de ellos es José Benito Búa, que señala que el estudiantado ha asumido todo el proceso de elaboración de estos minisatélites. Incluso el propio contenedor del tamaño de una lata fue obra suya: "fixemos o deseño 3D e imprimiuse nunha impresora 3D do centro". La intención del centro y de los propios participantes ha sido "que fagan a maior cantidade de cousas posible".
Así, el paracaídas con el que se lanzará el CanSat podría haberse comprado ya preparado, pero, desde su punto de vista, "parécenos máis valioso que eles fagan o paracaidas, constrúan a antena, fagan o contenedor...". Todo el trabajo es suyo hasta que se lance el propio minisatélite desde el dron y en ese momento empezará una nueva fase que también correrá por su cuenta. Empezará a registrar datos, los envía por radio a tierra, se recogen en una antena también construida por ellos mismos, se envían a un ordenador, se almacenan y se analizan.
En todo el proceso, José Benito Búa detecta mucha motivación e implicación del alumnado y destaca que "sen esa ilusión por facer algo é imposible un proxecto como o CanSat". Así, el programa tiene elementos que a priori son atractivos para los estudiantes, pues todo lo relacionado con el universo y los satélites suele llamar la atención y "ten un parte de espectacularidade evidente ver caer un trebello desde 500 metros de altura sostido por un paracaidas", pero a mayores implica un trabajo intenso y muchas horas de esfuerzo. "Eles puxeron o que hai que poñer, que é o traballo e a ilusión", señala.
La ilusión se nota en la forma de expresarse de los implicados. Las especialidades STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) suelen tener un porcentaje inferior de presencia femenina que masculina y en este proyecto sucede lo mismo, pero sí hay una representación femenina. Clara García es una de las participantes, en su caso, de un grupo integrado por cinco mujeres y un hombre, y destaca lo laborioso de construír el minisatélite, pero también de "tentar que non rompa ao caer ao chan facendo un paracaídas" y de recoger todos los datos mediante unha antena que "na maioría dos casos fixémola nós". Tan solo un grupo recicló una.
Esteban Pinilla está en un grupo que es justo lo contrario, todo hombres excepto una mujer, y considera que este proyecto es muy interesante y puede "aportar moito para o noso futuro", ya que la mayor parte de los participantes quieren estudiar una ingeniería. En su caso, se ha encargado de fabricar la antena y cree que "é un gran paso para poder aprender telecomunicacións".
El concurso en sí se celebrará el 21 de marzo, pero este miércoles ya tendrán una actividad importante, una presentación en el Consello da Cultura Galega en Santaigo. Diego Bentoso indica que lo tienen todo listo para esta exposición, la primera prueba de fuego de un trabajo "complicado" en el que han invertido "moitas horas" de cálculos, fabricación y pruebas.
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